Capitulo 12

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Varios días después, tomaron un reactor alquilado para volar a Colorado. Su destino era un pequeño enclave rústico que no gozaba de fama como centro turístico. Lo había elegido Santana y, por suerte, era un lugar sin demasiada gente y con más facilidades para establecer medidas de seguridad. Se trataba de un sitio bastante aislado, muy lejos de ciudades grandes, con muy pocas de las diversiones tan populares en las estaciones de esquí de Colorado. No había atracciones nocturnas ni entretenimientos similares. Sí habría horas de buen esquí y de carreras desafiantes. Para Santana y Rachel Berry tal vez fuesen unas vacaciones, pero para Britt y sus agentes no. Había que organizar los preparativos para el transporte de emergencia desde aquel remoto escenario, notificar a la policía local el posible cierre de carreteras en caso de evacuación y trazar puntos de vigilancia en un territorio desconocido. El equipo había trabajado muchas horas, casi sin tempo, en los detalles.Britt se acomodó en su asiento y se disponía a abrir el Washington Chronicle cuando alguien se acercó con sigilo- Este asiento parece vacío- anunció una voz conocida- No hay asientos reservados- Britt le dedicó una sonrisa a Rachel Berry- Buenos días- Entonces me sentaré, si no le importa la compañía- Rachel sonrió y se retiró el pelo con una mano bien cuidada- En absoluto- respondió Britt, doblando el periódico- Las noticias pueden esperar hasta despuésRachel buscó el cinturón de seguridad y, al hacerlo, pasó la mano sobre el muslo de Britt. Sus dedos notaron una sutil tensión, pero Brittany Pierce, y en eso había que admirarla, no se apartó. Rachel aceptaba el rechazo, pero odiaba que ignorasen sus insinuaciones. Dejó que su mano se demorase un poco más, la retiró y sacó el cinturón de seguridad encajado entre ambas- ¿Esquía, comandante?- Sí- Nuestra Santana es toda una experta, ¿lo sabía?- No me sorprende- comentó Britt- Tiene mucho talento- Le gusta esquiar en las pistas sin marcar. Se arriesga mucho- No lo dudoRachel estudió los ojos azules en busca de un significado oculto. Que ella recordase, nunca había conocido a nadie tan inescrutable. Y no porque la agente fuera fría. Irradiaba vigor, exhibía una abrumadora confianza en sí misma y parecía afrontarlo todo con intensidad. Aunque su cuerpo esbelto y de músculos firmes y su picara belleza hacían que Brittany Pierce resultase enormemente atractiva, no se trataba de una cuestión de atracción física. Aquella mujer parecía un hervidero de promesas, la promesa de la pasión, algo que Rachel deseaba experimentar a toda costa. Pero, como había supuesto, no descifró nada en la expresión de Britt."¿No hay nada que quiebre su compostura?"- Sí, Santana es una mujer con muchas habilidades ocultas.- Rachel se apoyó en el hombro de Britt mientras se ceñía el cinturón- Aunque no se molesta en esconder algunos de sus intereses. No me cabe duda de que lo ha notadoBritt no pensaba hablar de Santana López con Rachel Berry ni con ninguna otra persona- ¿Cómo va la galería? Espero que resulte un buen negocio- Ah, ya entiendo- murmuró Rachel, aprovechando para apretar el pecho contra el brazo de Britt- Nuestra Santana es zona prohibida. Aunque a mí me parece estupendo. Me interesa mucho más ustedBritt se rió ante la insistencia de la mujer. Costaba trabajo enfadarse con alguien que declaraba tan abiertamente sus intenciones. En otro lugar o en otro momento no lo hubiera resistido. Le impedía responder una combinación del pasado y su extraña indiferencia presente. Carecía de capacidad para mantener una relación íntima o un compromiso coherente. Durante los meses posteriores a la muerte de Janet no había podido tocar a una mujer, ni siquiera superficialmente. La relación impersonal con Kitty satisfacía sus necesidades físicas y se contentaba con eso. Funcionaba y podía trabajar, que era lo único que quería. Se apresuró a disipar los recuerdos y advirtió:- Me temo que voy a decepcionarla- Oh, lo dudo mucho- Me siento halagada...- empezó BrittRachel se rió- Por favor, comandante. No hace falta que me explique las numerosas razones por las que usted cree que es inabordable. Me sobra paciencia y me gusta la caza. Si no, ¿dónde radica el placer de ganar?Britt sacudió la cabeza y sonrió a aquella mujer sofisticada y segura de sí misma que estaba a su lado- Entonces no diré nada más- Bien- Rachel rodeó la muñeca de Britt con sus dedos largos y elegantes, y le dio un suave apretón antes de retirarlos- Sería en vanoAmbas se acomodaron en sus asientos para el despegue. Santana las observaba desde el asiento del pasillo, una fila detrás. Conocía muy bien la táctica de Rachel. La conocía desde niña y había presenciado sus numerosas conquistas, pero por primera vez le importaba el resultado que consiguiese. La imagen de la mano de Rachel sobre el brazo de Britt había provocado una reacción que no podía ignorar. Odiaba la idea de que Rachel tocase a Britt, pero aún le resultaba más dura de aceptar la posibilidad de que Britt le devolviese las caricias. Instintivamente, sabía que Brittany Pierce no haría el amor con una mujer casualmente. Aunque no podía suponer hasta qué punto ese hecho condicionaba la vida de Britt.El grupo fue recibido en la parte de la cabaña por una morena de cuarenta y tantos años que, incluso en invierno, mostraba señales de un bronceado duradero. Su figura ágil y esbelta denotaba un estilo de vida enérgico. Los saludó calurosamente y los guió hasta una sala rústica, en la que había sofás y sillas de cómodo aspecto frente a una gran chimenea de piedra. A última hora de la tarde el fuego relucía en el hogar. Las luces, ocultas por las desnudas vigas de madera del techo, eran tenues y, junto con los postreros rayos de sol que se filtraban a través de las grandes ventanas, bañaban la habitación con un débil resplandor dorado- Me llamo Doris Graig- anunció y extendió la mano cuando Britt traspasó el umbral- Dejen sus equipos aquí hasta que hayamos repartido las habitaciones. Luego mandaré a alguien para que suba su equipaje.Miró a Britt y a Santana, que estaba a la derecha de Britt. Naturalmente, Doris la reconoció y ya contaba con que la seguiría un séquito. Sin el menor asomo de timidez, volvió a extender la mano- Encantada de que haya venido, señorita López. Hay cuarenta y cinco centímetros de nieve compacta con siete centímetros de nieve fresca de anoche. Las pistas están perfectas- Justo la noticia que quería oír- Santana sonrió, complacida ante la falta de pretensiones de Doris y ante el genuino calor de su recibimiento- Me cuesta esperarDoris asintió con un gesto de comprensión- Amanece a las cinco y media de la mañana. Después de que se instalen y cenen, les enseñaré los mapas de las pistas. Pueden planear el recorrido de la mañana.- Pensaba dar una o dos vueltas esta tarde- Bueno, anochecerá dentro de hora y media. Si se da prisa, puede esquiar en una de las pistas más pequeñas- Muéstreme un lugar para cambiarme- dijo Santana y tomó la bolsa en la que guardaba su equipoDoris percibió la repentina tensión que se generó en el grupo de personas que rodeaban a Santana, pero parecía la fiesta de Santana y, si ella quería esquiar, no cabía duda de que esquiaría- Por aquíCuando Santana siguió a Doris por la sala y desapareció en un vestíbulo, Britt se volvió hacia los demás. Intentaba mantener los nervios bajo control y ocultar la preocupación que sentía. "No llevamos aquí más de diez minutos y ya se ha lanzado a una excursión peligrosa. Por Dios bendito"- Muy bien, a moverse todos. Sam, ocúpate de las habitaciones; las prefiero todas en el mismo piso. Procure que haya alguien a cada lado de la habitación del objetivo y frente al vestíbulo- Mientras buscaba su equipo entre el montón apilado en el suelo, añadió- Stark, Taylor, pónganse el equipo, averigüen en qué pista va a correr y, luego, sígannos. Asegúrense de que llevan un botiquín de urgencias. Ahora voy a cambiarme para ir a esquiar con ellaComo siempre, la falta de consideración que mostraba Santana ante la necesidad de proporcionarle protección los había colocado en una situación difícil. No disponían de tiempo para supervisar bien la zona y tampoco sabían con quién podría encontrarse en las pistas. A Britt la sorprendió que la cogieran del brazo y se detuvo en seco. Por unos instantes, se había olvidado completamente de Rachel Berry- A estas alturas ya debería haberse acostumbrado a ella, comandante- comentó Rachel en tono amable- Desde que la conozco, se ha negado a admitir que no puede comportarse como el resto del mundo. Siempre ha deseado ser alguien corriente- Nunca será una persona corriente- repuso Britt. Pensó en su propia niñez y en lo que había significado crecer entre los amigos diplomáticos de su padre y el círculo de artistas mundialmente famosos de su madre. Recordaba ver cómo los demás niños se dirigían caminando a la escuela desde la limusina que la conducía casi a todas partes. Había deseado convertirse en alguien anónimo, una más en la multitud, pero sabía que era imposible. Conocía la tristeza de sentirse diferente y la soledad de vivir separada, por mucho que sus padres intentasen crear una apariencia de vida normal. Y se trataba solo de la hija de un diplomático."Dios, ¿cómo habrá sido para Sanrana?"Rachel percibió las emociones que parpadearon fugazmente en los ojos claros de Britt. La asombró la profundidad de la compasión y el entendimiento de la otra mujer y la asustó un poco su propia respuesta. Hacía tiempo que sólo deseaba mantener una mera relación física con las mujeres, pero aquello parecía distinto. Había algo casi hipnótico en la reserva de Britt, algo seductor en su misterio. Despertaba el deseo de conocerla sin que invitase a hacerlo de forma consciente- Si me disculpa- dijo Britt, cortésmente, mientras se alejaba con la mente puesta en Santana- Por supuesto. Estoy segura de que Santana la necesita.- A Rachel la sorprendió darse cuenta de que hablaba en serio y, mientras observaba como la agente rubia se marchaba, por una vez en la vida envidió a su antigua amiga- ¡Dios, ha sido genial!- exclamó Santana. Sacudió la nieve de sus botas y se quitó la parka de esquí. Luego se dirigió al pequeño bar que había en un rincón del enorme vestíbulo- Me apetece una copa de vino- le dijo al barman y se volvió hacia Rachel y Britt- ¿Y a vosotras?- Para mí un Martini- pidió Rachel- Café- apuntó Britt- Una pista fabulosa, ¿verdad?- comentó Santana. Echó la cabeza hacia atrás y se soltó el pelo. Sus ojos resplandecían, y el aire frío había teñido de color sus mejillas- Todo ha salido como en los anuncios- repuso Britt. Esquiaba desde que tenía tres años, pero le había costado bastante mantenerse a la altura de Santana. La joven no sólo era una experta, sino que resultaba increíblemente temeraria. Bajo la luz menguante del atardecer había descendido por aquella pista desconocida con total abandonoRachel, una esquiadora competente, las había perseguido a metros de distancia, esquiando con habilidad, pero con mucha más prudencia. Britt había situado agentes en la cabecera y en la parte baja de la pista, en constante comunicación por radio con ella, la única que sostenía una proximidad física real con Santana. A pesar del bajo riesgo que entrañaba aquel aislado centro turístico, no quería perder de vista a Santana. Hacía diez años que no esquiaba de una manera tan agresiva. Sabía que a la mañana siguiente tendría agujetas. Aún así, valía la pena presenciar el placer que experimentaba Santana. La chica estaba radiante y Britt se la imaginó en otras circunstancias. Irradiaba una alegría y una luminosidad que Britt no había visto antes. Santana, más que hermosa, resultaba impresionante.Britt se obligó a apartar la vista de la hija del Presidente y dejó la taza de café sobre la barra del bar- Creo que me vendría bien una ducha- ¿Bajará a cenar, comandante?- preguntó Santana en voz baja. Le había encantado esquiar, pero le había gustado aún más la compañía. Cuando veía la figura tensa de Britt a su lado, se sentía más completa que nunca.- Sí- respondió Britt antes de volverse para murmurar algo al micrófono de su solapa. Un hombre, robusto y pelirrojo apareció en la puerta casi inmediatamente. Satisfecha al comprobar que su sustituto se encontraba cerca, se retiróSantana la vio marchar. También Rachel, que calculó si la agente del Servicio Secreto se daba cuenta de lo reveladora que resultaba la expresión de sus ojos claros. Cuando Britt miraba a Santana, el placer se presentía con dolorosa evidencia. Sin embargo, se desvanecía con la misma rapidez con la que aparecía. Rachel se preguntó que fuerza de voluntad empleaba Britt para controlar sus sentimientos por completo. Y también se preguntó por qué necesitaba hacerlo.


HonorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora