Capitulo 16

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Sam atravesó las dobles puertas de cristal cuando Santana esquivó a Stark. Al pasar, Santana tropezó con el hombro del asombrado Taylor y corrió por el vestíbulo en dirección a la entrada. Iba a salir cuando Sam la sujetó por detrás, la agarró con ambos brazos y tiró de ella- ¡Señorita López, no!- Suélteme- gritó Santana. Miró más allá de Sam y vio a Britt inmóvil en el suelo. Terriblemente inmóvil. En la acerca había un enorme charco de sangre de rojo brillante. En un lugar cercano sonaban sirenas- ¡Oh, Dios mío! ¡Dios mío! ¡Está ahí fuera sola! ¡Suélteme!- El equipo médico de urgencia llegará enseguida- La conducía hacia las escaleras, fuera de la línea de fuego- ¡Stark, llame al ascensor!Santana creyó que le iba a explotar la cabeza. Quería permanecer con Britt. Era una luchadora experimentada y, rápidamente, clavó un codo en el plexo solar de Sam, cuyo pecho se quedó sin aire, de modo que soltó a Santana. La joven se escurrió, pero la atraparon los otros tres agentes y la arrastraron por el vestíbulo hasta el ascensor- Llévenla al centro de mando- ordenó Sam cuando las puertas se cerraron- Suéltenme- La voz de Santana sonó tan enérgica y firme que los tres agentes la obedecieron, retiraron las manos y se apartaron de ellaStark, pálida, con un leve temblor en la voz, preguntó:- ¿Está herida?- No- Santana se tambaleó ligeramente cuando el ascensor se detuvo en el octavo piso. Al abrirse las puertas, todos se quedaron quietos durante un instante, en estado de shock. Stark volvió a hacerse cargo de la situación- Venga por aquí, por favor, señorita López- Sí- respondió Santana y salió como ciega, incapaz de ver nada salvo a Britt en el suelo. Parpadeó ante el fuerte destello de las luces del techo y contempló la habitación. Había estado allí antes, pero pocas veces. Parecía una oficina grande, salvo por la hilera de monitores de pantalla plana que ocupaban casi todo un extremo del recinto. Se dirigió hacia ellos automáticamente. Tardó solo un instante en encontrar el que ofrecía la imagen captada por la cámara de la entrada del edificio. Puso las manos sobre el mostrador de la terminal de trabajo y se inclinó hacia delante, tratando de descifrar lo que veíaDos personas, probablemente del servicio médico de urgencia, atendían a Britt: una, a horcajadas sobre su cuerpo, le presionaba el pecho rítmicamente y la otra le colocaba tubos en los brazos. Alrededor había policías con equipo de combate. Sam se había arrodillado en la acera al lado de Britt- Señorita López- le dijo Stark, en voz baja, al oído- No creo...- ¿Puede agrandar esta imagen?- preguntó Santana sin apartar los ojos de la pantalla- Yo...no...- Por favor, Paula- En la voz de Santana había un tono de urgencia contenida- Quiero verle la cara- Sí, señora- Stark se acercó al teclado y ajustó el ángulo de visión y el zoom. Los ojos de la comandante estaban cerrados y parecía dormida, si no fuera por el hilillo de sangre que se deslizaba por la comisura de sus labios- ¿Puede conseguir sonido?- susurró Santana con voz ronca y puso los dedos sobre la superficie del monitor, encima de la mejilla de Britt. "Britt. Oh, Dios. Esto no puede ser cierto"- No, lo siento- Stark temía romper a llorar. Se mordió el interior del labio para apartar la mente de la terrible escena que ofrecía la pantalla y de la desesperante imagen de Santana mirándola- Quiero ir al hospital- murmuró Santana, que continuaba sin apartar la vista cuando apareció la camilla y colocaron el cuerpo de Britt sobre ella. No vio nada más. Entonces se enderezó, temblando, aunque no hacía frío- Ahora mismo, por favor- Eso no será posible- dijo Stark con la mayor tranquilidad, aunque el tono no dejaba lugar a la negociación. Esperaba que la llamase Sam o alguien en cualquier momento para darles instrucciones de evacuar a una casa segura. Le sorprendía un poco que los del equipo de armas y tácticas especiales no hubieran subidoSantana se volvió hacia ella. Sus ojos oscuros brillaban con la frialdad de la nieve invernal- Iré con usted o sin usted, agente Stark. ElijaTras eso, Santana se alejó y dejó a Stark gritando a su micrófono de muñeca la única frase que garantizaba la movilización de todo el equipo- El objetivo ha voladoSam iba en la parte de atrás de la ambulancia. Necesitaba ponerse en contacto con Stark, pero dudaba de la seguridad de los vínculos de comunicación a larga distancia. Observó el proceso de reanimación con un nudo en el estómago. "El menos el objetivo está a salvo. Stark sabe lo que hay que hacer. Dios, ¿por qué no vamos un poco más rápido?"Tardaron una eternidad en llegar al hospital, situado a quince manzanas- Tiene que esperar fuera, señor- Mire- Le mostró su identificación a la mujer morena con la bata azul marino de cirujano- No pienso dejarlaLa agobiada cirujana frunció el entrecejo- Entonces, quítese del medio- Entendido- murmuró, estirando el cuello para ver qué sucedía al otro lado de la cortina blanca. Parecía un caos controlado, o tal vez sólo un caos. Un montón de gente rodeaba a la comandante y todos le hacían algo. La mujer del servicio de urgencia seguía a horcajadas sobre su pecho, apretando los brazos rítmicamente mientras contaba con la firme cadencia de un metrónomo"Uno, dos, tres, cuatro..., respira...Uno, dos, tres, cuatro...,respira..."Le habían cortado casi toda la ropa. Tenía un agujero sobre el pecho izquierdo, del que manaba un montón de sangre."Necesitamos otra cadena...Cuelguen más fluido...¡Hijo de puta!...No encuentro la presión sanguínea...¿Dónde diablos está el 0 negativo?"Sam miró los monitores y lo que vio le encogió las entrañas. No había nada en ellos"Pónganle otra vez epinefrina intracardíaca...¿Nada?...Apriétele el pecho..."La cirujana alta, de mirada fría, extendió la mano y una enfermera le pasó un escarpelo"Vamos allá...He conseguido un ritmo...Mierda, aún no hay pulso...Mantenga la compresión...Nada...Bombee más sangre..."Sam evitó mirar las manos de la mujer dentro del pecho de la comandante. Se fijó en la línea verde y plana que atravesaba la pantalla y, luego, le dio un vuelco el corazón cuando un pitido se convirtió en varios y, por fin, en una secuencia firme de pitidos. De pronto, se le doblaron las rodillas. "¡Oh, gracias a Dios!"La cirujana se detuvo y miró el lector de presión con un gesto que habría resultado temible si hubiera tenido una pistola en la mano. Parecía encontrarse en medio de una batalla."Vamos, vamos...Sí, ya está...Diga a la sala de operaciones que subimos..., venga"Sam se derrumbó, aliviado, cuando todo el equipo pasó corriendo por su lado. Tras tomar aliento durante un segundo, los siguió. Nada más entrar en la sala de espera se detuvo en seco, con una expresión incrédula."Que me digan que no es cierto lo que veo"- ¿Cómo está?- preguntó Santana, que se dirigió a Sam flanqueada por Satrk y Grant- ¿Puedo verla?Sam, atónito, olvidó la diplomacia- Esta área no es segura. No puede permanecer aquí- gritó- Estoy aquí y no pienso irme- Santana respiro a fondo- "Cooperar. Le prometí a Britt que cooperaría. Oh, Britt, por favor. No se puede acabar así"- Haga lo que tenga que hacer, agente Evans, pero no me voy a marchar hasta que ella se encuentre fuera de peligro. Ponga una docena de agente a mi lado...No me importaSam miró hacia la entrada de urgencias cuando otro Suburban frenó en seco y salió el resto del equipo- Por ahora bastará con nosotros seis. Vamos a buscar un lugar más privado que éste- Gracias, Sam- dijo Santana dulcemente- Por favor..., dígame cómo estáCuando caminaban por el pasillo, en aquel momento desierto, hacia una salita, Sam habló- La acaban de llevar a la sala de operaciones- ¿Estaba consciente?- La imagen de Britt inmóvil no se apartaba de su cabezaSam se aclaró la garganta- Señorita López...- Dígamelo, Sam. Por favor- Llegó aquí sin constantes vitales...- Apretó la mandíbula al oír el débil gemido, rápidamente ahogado, de la joven, y se apresuró a añadir- Pero le han practicado reanimación cardiopulmonar de camino. Han conseguido que vuelva"Han conseguido que vuelva. ¿Adonde había ido? ¿Podía acabar todo de una forma tan rápida? Claro que sí. Me acarició la mano y dijo que todo saldría bien. Se puso delante de mí. Oh, Dios mío, se puso delante de mí"- Disculpe- dijo Santana, de pronto. Se alejó y desapareció en un cuarto de baño- Stark- ordenó Sam- Vaya- Sí, señorStark la encontró apoyada en una pileta, con las manos aferradas a los bordes de la porcelana blanca, respirando de forma rápida y entrecortada. El protocolo indicaba que Stark debía protegerla, no consolarla, pero no podía olvidar el gesto de la hija del Presidente mientras miraba el monitor, cuando intentó tocar a la comandante herida a través de la pantalla. "Dios mío, hace diez días ella me retuvo..."Stark posó los dedos, tímidamente, en el hombro de Santana. No le veía la cara, pero percibía su temblor- Señorita López...- Me encuentro bien- repuso Santana, en un tono débil, sin mover la cabeza- Sólo necesito...un minuto- Por supuesto- Stark apartó la mano y retrocedió, aunque se mantuvo cercaSantana cerró los ojos y esperó a que se le estabilizase el estómago. Intentó esquivar la horrible idea de que otro ser humano había estado a punto de morir en su lugar, una mujer a la que ama..."No puede ser. No puede ser. Yo no siento eso. Oh, que no suceda ahora"- Dios, ella no puede morir- Santana levantó, de pronto, la cabeza al darse cuenta de que había hablado en voz alta. Sus ojos tropezaron con los de Stark en el espejo. Había comprensión y amabilidad en ellos, probablemente más de la que ella merecía- ¿Puede localizar a alguien que me explique lo que pasa?- Sí, señora- respondió Stark- Así lo haréSiete horas después, Santana se despertó al oír un amortiguado sonido de voces en el exterior de la sala en cuyo sofá había dormido. Se incorporó enseguida, corrió hacia la puerta y miró el pasillo. Dos mujeres desconocidas se hallaban enfrascadas en una conversación; sus expresiones eran concentradas y las voces, bajas y graves. Sin duda, una era médico, seguramente cirujana, por las manchas de sangre que salpicaban su bata azul marino. La otra, una mujer elegante y hermosa, que se parecía muchísimo a Britt, alzó la vista un instante y su mirada se cruzó con la de Santana- ¿Señorita López?- Sí- respondió Santana, adelantándose- Soy Marcea Casells, la madre de Brittany- Santana López- Santana estrechó la mano extendida y la retuvo, en vez de devolver el saludo. Sorprendentemente, la mano de la madre de Britt era cálida, mientras que la suya estaba helada- Siento mucho lo que ha pasado- La cirujana- explicó Marcea, señalando la figura distante de la mujer con la que había hablado- dice que Brittany se encuentra estable, por el momento. Tenemos motivos para estar contentas- Gracias a Dios- susurró Santana- Estaba tan asustada...- Sí, ya me lo imagino- Marcea acogió la mano de Santana en la curva de su brazo y la acercó hacia sí. Sus dulces ojos recorrieron el rostro demacrado de Santana y se fijaron en los huecos que había debajo de los ojos y en el débil temblor de los dedos que se apoyaban en su brazo- ¿Se encontraba usted allí? ¿Lo vio?Durante un segundo todo resucitó con plena fuerza, y Santana se estremeció- Sí, estaba allí. Ella...Se supone que debía de haber sido yo, según parece- Cuando miró a la madre de Britt, no pudo esconder el sentimiento de culpa y repitió- Lo siento mucho- No creo que Britt quisiera que fuese usted- dijo Marcea amablemente cuando ambas se sentaron en el sofá. Grant vigilaba en la puerta y había otro agente en el pasillo, frente a la sala- Sin duda diría que sólo cumplía con su trabajoEn el rostro de Santana se dibujó una sonrisa, a pesar de las lágrimas que brotaban de sus ojos- Sí- susurró- Seguro que diría eso- Podremos verla dentro de unos minutos- No quiero robarle ningún momento de su compañía- declaró Santana- Sólo me gustaría que me contase...como estáMarcea observó a la hija del Presidente con atención y fue incapaz de ignorar el dolor que emanaba de sus ojos- Sé que ella querrá que esté usted allíTreinta y seis horas después, la recuperación de Britt aún no era segura. Apenas estaba consciente y sus constantes vitales se volvían inestables de forma intermitente, por lo que requería medidas de apoyoSantana se sentó junto a la cama de una de las dos habitaciones privadas que había en los extremos de la unidad de cuidados intensivos. Acarició la pálida mejilla de Britt mientras buscaba señales de conciencia. Se le aceleró el corazón cuando los labios de Britt se movieron y se abrieron un momento. El dolor y las drogas habían apagado aquellos ojos claros, habitualmente tan penetrantes y firmes- Britt, te pondrás bien- Santana tomó la mano de Britt y la llevó hasta sus labios, mientras susurraba contra su piel- Te necesito...Aguanta, por favor- Duele...- Chist, ya lo sé, cariño, lo séAl oír un movimiento detrás de ella, Santana se volvió y su mirada se cruzó con la de Sam. Su cansancio era tal que superaba la fatiga: estaba a punto de morir de miedo y dentro de ella sangraba algo que no había vuelto a sangrar desde la muerte de su madre. Todo lo que le importaba se hallaba en aquella tranquila habitación. Se ahogaba en el silencio antinatural, roto sólo por el sonido aún más antinatural de la vida reducida a vibraciones mecánicas y monótonos pitidos- Déjenos solas, por favor- Necesita descansar un poco- No. Aún no. Dijeron que hasta dentro de veinticuatro horas no estarías seguros...Sam insistió, amablemente- No servirá de mucho si enferma...- Me sirve a mí. No puedo dejarla- Lo siento- se disculpó Sam con la mayor gentileza- Tenemos que llevarla a un lugar protegido- No- Señorita López, lo siento de veras. El que disparó sigue suelto y aquí no podemos proporcionarle una seguridad adecuada. El jefe de personal ha vuelto a llamarmeSantana asintió, cansada, porque no podía luchar contra todos- Déme un minuto más, por favor- Por supuestoCuando se quedaron solas, Santana se inclinó sobre la figura inmóvil de Britt y la besóBritt no recordaba el trayecto en ambulancia, los frenéticos cuarenta minutos de reanimación en la sala de urgencias ni las primeras veinticuatro horas en la unidad de cuidados intensivos, con un tubo en la tráquea que le insuflaban oxígeno y dos tubos más grandes en el pecho para retirar la sangre y los fluidos de los tejidos. Una máquina respiraba por ella; no podía moverse ni hablar. De vez en cuando registraba una pequeña sensación: un sonido, una luz, alguien que la tocaba. Siempre había una voz tierna que murmuraba palabras de consuelo que no significaban nada, pero resultaban increíblemente tranquilizadorasEl dolor era un trueno lejano que rodaba despacio por el paisaje de su conciencia, omnipresente. Cada vez que empezaba a despertarse, aparecía y la hacía gemir con su incansable ataque"¿No pueden darle algo, por amor de Dios? Está sufriendo"La voz sonaba familiar, aunque la cara resultaba esquiva. En una ocasión Britt abrió los ojos y tuvo la certeza de que el rostro cubierto de lágrimas que se inclinaba sobre el suyo pertenecía a Santana. Pero no podía ser verdad, ¿o sí? Cuando volvió a abrir los ojos, ya lúcida, comprendió que se trataba de una enfermeraEn su cabeza flotaban fragmentos de conversación, pero, a pesar de sus desesperados intentos por encontrar sentido a lo que estaba ocurriendo, había enormes agujeros en su conciencia que destruían toda sensación de realidad. La gente la tocaba, le daba la vuelta, la atendía. Sin embargo, le transmitía mayor seguridad el tacto de una mano sueva que permaneció aferrada a la suya durante horas y horas. Cuando conseguía hacer acopio de voluntad, Britt apretaba los de dos que se entrelazaban con los suyos, y regresaba la voz que susurraba dulces palabras de amor y ánimo en su oído- Quién...es...- Todo va bien, amor, no intentes hablar ahora- Quédate...- Sí.Britt yacía en silencio, con los ojos cerrados, haciendo balance de su situación. La mayoría de los tubos de los que apenas había tenido conciencia en los últimos días habían desaparecido. El nivel de ruido que la rodeaba también había decrecido y se daba cuenta de que ya no se encontraba en la unidad de cuidados intensivos. Una mano le acarició el cabello lentamente. Abrió los ojos y los centró en la mujer que estaba a su lado. La sorprendió lo brillante que resultaba la luz del sol que se filtraba a través de la ventana- Hola, madre- Britt buscó los dedos que le acariciaban la mejilla, sorprendida y bastante asustaba al comprobar lo difícil que era. Esperaba no parecer tan débil como se sentía- Hola, Brittany, cariñoBritt parpadeó otra vez ante la luz y, luego, vio un asomo de movimiento, el resplandor del metal, y todo se le reveló de repente- ¡Santana!- El pánico la agarrotó- ¿Está bien? ¿Resultó herida?Presa del nerviosismo, intentó incorporarse y comprobó que no podía levantar los hombros más de un milímetro. El dolor con el que había vivido durante días se fundió de pronto en una brillante lanza de fuego candente que le atravesaba el pecho- Oh...oh- jadeó involuntariamente y se derrumbó sobre la almohada. El sudor le cubrió la cara y empapó las sábanas al momento- Dios- No te muevas, Brittany- le ordenó su madre con firmeza- La señorita López está bien. No la hirieron. De hecho, tú has sido la única...-Dudó un instante hasta que se le aclaró la voz- Tú has sido la única que recibió un disparo- ¿Dónde se encuentra ella?- Insistió Britt con voz ronca, esforzándose por contener la oleada de náuseas que seguía al tormento de su pecho. Recordaba las caricias tranquilizadoras, la voz suave y las dulces palabras de amor. ¿Habría sido Santana?- La han llevado a un lugar seguro- respondió Marcea, demasiado preocupada por el sudor que trataba el rostro de su hija como para explicarle que Santana no se había marchado de buena gana y que casi había sucumbido al agotamiento- No hables, Brittany. Es demasiado prontoBritt cerró los ojos unos instantes, extenuada por el esfuerzo que había hecho para incorporarse. A pesar de la fatiga, se sentía tranquila y contenta. Santana se encontraba a salvo. Pronto la vencería el sueño, pero necesitaba saber cosas- ¿Quién está al mando? ¿Quién cuida de ella?- Creo que un hombre que se llama Sam o algo parecido"Sam. Bien. No dejará que le pase nada" Convencida y segura ante aquella idea, cerró los ojos y escapó del dolorMarcea Casells contempló a su hija dormida. Pensó en la otra joven que había permanecido tantas horas junto a su cama, sosteniendo la mano de su hija, acariciándole el cabello y susurrándole palabras de amor. Sabía que por muy duras que fuesen las batallas que su hija había librado, las largas horas habían resultado más llevaderas gracias a la presencia de SantanaSe preguntó si las dos comprendían la profundidad de su relación; quizá sólo pudiese apreciarla alguien ajeno al círculo de su intimidad. Conocía lo suficiente el sentido del deber de su hija como para darse cuenta de que Britt no habría permitido que ocurriese nada entre ellas. Pero también quedaba claro que, a pesar de las buenas intenciones de ambas, había pasado algo muy importante. Se dirigió con paso cansado al pasillo y se acercó al teléfono de monedas. Leyó el pedazo de papel apretujado en su mano y marcó los números apuntados en él- Soy Marcea Casells- anunció cuando le respondió una voz masculina. Le indicaron que esperase un momento y, luego, una mujer se puso al teléfono y habló en tono alterado- ¿Sí? ¿Está...?- Ha despertado. Se encuentra débil, pero por lo demás parece estar bastante bienHubo un momento de silencio y, a continuación, habló la voz ligeramente temblorosa- Muchas gracias por llamarme- Cómo no- Marcea dudó un segundo antes de añadir- Ha preguntado por usted inmediatamenteSantana respiró a fondo. Abandonar a Britt, sin saber bien qué le sucedería, había sido lo más difícil que había hecho en la vida. Se había sentido como si dejase su corazón detrás. "¡Dios, como me hubiera gustado estar allí cuando se despertó!"- ¿Señorita López?- Sí, estoy aquí. ¿Podría decirle...decirle que yo...?- Santana se calló, confundida. Britt jamás volvería a creerla. No después de verla en el bar, de observarla junto a otra mujer, sin saber que la desconocida no era más que una sustituta. Y luego se había peleado, unas horas antes de que empezase aquella pesadilla- Creo que tendrá que decírselo usted- dijo Marcea en un tono amable- cuando llegue el momento- Sí, claro- se apresuró a decir Santana, que en ese instante ya controlaba sus emociones. Le dio las gracias a la madre de Britt y colgó el teléfono. Luego, se volvió; sabía que nunca podría compartir con Britt lo que sentía su corazón. Pero se ocuparía de que Britt no volviese a sufrir ningún daño por su culpa- ¿Los médicos han dictaminado que no puedo regresar al servicio activo?- preguntó Britt al fin- ¿Intenta decirme que estoy jubilada?- Diablos, no- respondió el director William Shuester- No podemos despedirla después de que el Presidente prácticamente le ha concedido una medalla- Una mención honorífica. No es gran cosa- Se encogió de hombros y rechinó los dientes. El menor movimiento le dolía- Entonces, ¿qué demonios pasa, William? Sigue habiendo un sujeto no identificado suelto y trabajo por hacer. Dijeron que estaría de bajo unos meses. Será menos tiempo, se lo garantizoShuester miró por la ventana mientras atinaba con las palabras, deseando que hubiese otra respuesta. Brittany Pierce era una heroína de la Agencia condecorada públicamente por el Presidente. Había rechazado, sin dudar, lo que todos se hubieran exigido a sí mismos en un caso similar. Se había mostrado dispuesta a morir en el cumplimiento del deber. No se podía hacer nada más. Lo que debía decirle carecía de sentido- Los médicos opinan que se pondrá bien. Ese no es el problema- Se volvió para mirarla a los ojos, pues se merecía que le hablase a la cara- Santana López en persona ha pedido que se la releve del mando. Ella está por encima de todos. No podemos hacer nada al respecto- Entiendo- dijo con una voz totalmente desprovista de emoción. Agarró las sábanas con la mano derecha, pero permaneció inmóvil. Había albergado esperanzas. "Lo que tú esperes ya no importa. No era ella. Te equivocaste"Santana no había ido al hospital, y Britt tampoco había contado con ello. Cuando pudo atender llamadas, Sam la puso al corriente. El equipo había aislado a Santana tras el tiroteo para protegerla, y el plan consistía en mantenerla fuera de juego durante una temporada. Sin embargo, a medida que pasaban los días, a Britt le extrañaba que no hubiese ningún mensaje de ella. En aquel momento lo entendióSantana había conseguido al fin huir de una de sus ataduras. "Se ha librado de mi"- Mire- Shuester hablo con energía, impelido por el silencio- cuando le den el alta para el servicio, podrá elegir destino. Diablos, después de lo que ha hecho podría pasar el tiempo que le queda hasta la jubilación en una isla de ensueño y que se vayan todos al infierno- Sí. Gracias por venir, William- Su rostro seguía inexpresivo, pero en los ojos había una sombra de tristezaCuando Shuester salió de la habitación, Sam lo esperaba en un hueco del pasillo- ¿Cómo se lo ha tomado?Shuester observó a Sam con cautela, preguntándose cuánto podría revelarle. Vio una mirada de verdadera precaución y algo más, algo que se parecía a compasión- Se lo ha tomado bien. No discutió ni ofreció resistencia- Ah, oh- repuso Sam en tono sardónico- Sí, a mí también me preocupa- Shuester no sabía que pensar de la mujer que había dejado en la habitación. Miraba a un punto lejano, así que apenas la vio respirar- Sí, bueno, se pondrá bien. Siempre lo hace- añadió Shuester, con tristezaSam no estaba tan seguro. Respiró hondo y entró a presentarle sus respetos a la mujer a la que iba a sustituir


HonorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora