Capitulo 9
-Una de cada ocho mujeres padecerán cáncer de mama. -Santana se encontraba en un amplio y completo auditorio. Estaba pensado para albergar a varios cientos de personas en butacas individuales tapizadas y dispuestas en filas semicirculares y escalonadas, y registraba un lleno total. El público se componía sobre todo de potenciales benefactores y entre ellos algunos miembros del hospital. Tras visitar las alas de investigación y clínica, había dedicado veinticinco minutos a hablar de la enfermedad que había matado a su madre-. En el mundo muere una mujer de cáncer de mama cada doce minutos.
Britt se hallaba a dos metros y medio de distancia, a la derecha y detrás de Santana. Stark ocupaba una posición similar en el otro lado del escenario elevado, cerca de la entrada del vestíbulo posterior. Sam y Felicia estaban al fondo de la sala de conferencias, flanqueando la entrada principal. Dos agentes montaban guardia en el vestíbulo, y había otros apostados frente a la puerta del hospital y junto a la caravana de
vehículos.
-Podemos mejorar esas cifras -afirmó Santana con rotundidad, hablando sin notas e inclinándose hacia el público con los brazos abiertos a ambos lados del aerodinámico atril y los dedos doblados sobre el borde frontal-. Con mejores herramientas diagnósticas y tratamientos de los tumores más específicos, morirán menos mujeres y serán muchas las que vivan más y de forma más productiva.
Salió de detrás del podio y se dirigió con aplomo al centro del escenario. Al verla, Britt se movió ligeramente, preocupada por la exposición de Santana en un recinto lleno de gente. Aunque todos habían sido seleccionados y se habían comprobado escrupulosamente las identificaciones, no había forma razonable de localizar armas. Ese nivel de seguridad, que exigía detectores de metales portátiles, detectores manuales y mucha más gente de la que ella tenía a su disposición, sólo se practicaba con el presidente y el vicepresidente. Santana siempre era vulnerable en público, y en eso consistía la realidad con la que Britt vivía y que debía afrontar. Sólo se podía proteger de verdad a la primera hija procurando que todos los que la custodiaban fuesen capaces de cubrirla físicamente en caso de ataque. Eso exigía que sus agentes de seguridad estuviesen siempre cerca, para interponerse entre ella y el peligro.
-Los investigadores del Instituto Gustave Roussy y los de otras instituciones similares de todo el mundo necesitan nuestro apoyo, nuestro apoyo económico. -Santana hablaba con voz firme y fuerte mientras sus ojos recorrían la sala, deteniéndose brevemente en algunas personas con las que establecía un contacto efímero pero poderoso-. Mi madre tenía treinta y dos años cuando le diagnosticaron cáncer de mama. Murió a los treinta y tres. La muerte de alguien tan joven resulta desoladora, pero la muerte a cualquier edad de una enfermedad que podemos prevenir es una verdadera tragedia. Por favor, colaboremos para eliminar el cáncer de mama de la lista de enfermedades mortales. Gracias.
El presidente del Instituto se acercó a Santana en medio de aplausos y de murmullos de asentimiento con la mano extendida y una amplia sonrisa. Santana, por su parte, le dedicó una sonrisa encantadora. Le dolía la cabeza y tenía la garganta seca, pero debía mantener la imagen pública unos minutos más.
-Gracias, señorita López -dijo el presidente mientras le estrechaba la mano calurosamente-. Nos sentimos muy honrados por su presencia hoy aquí y agradecemos su apoyo a nuestros proyectos.
Britt escuchó sin prestar mucha atención los discursos finales. Gran parte de su interés se centraba en los detalles de la estrategia de salida. A Santana no le había gustado nada el desvío por la entrada lateral del hospital. Britt conocía a su amante lo suficiente para comprender que no querría salir de la misma forma. Cuando el público comenzó a dispersarse y un grupo de asistentes se acercaron al escenario para hablar con Santana, Britt se aproximó hasta quedar a escasa distancia. Stark imitó sus movimientos. Sólo alguien que las observase atentamente habría reparado en sus actos. Santana habló con miembros del personal del hospital y con donantes potenciales durante otros veinte minutos sin perder la sonrisa, encontrando siempre la palabra más amable y cautivadora.

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Honor
Fanfictiones una historia que leí en otra pagina y me gusto muchísimo trata de una historia brittana, involucra amor, pasión y accion