Capitulo 17

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Cuatro meses después, a Britt la declararon recuperada del todo físicamente y le dieron el alta para trabajar. Acabó la rehabilitación antes de lo previsto, como había adelantado. También hizo terapia psiquiátrica obligatoria y, al igual que después de la muerte de Janet, la superó sin dificultad. Era experta en ocultar sus emociones. Nadie reparaba en la tristeza de sus ojos y, si lo notaban, no lo comentaban. Nadie dudó en ningún momento de la capacidad de Brittany Pierce para trabajar. Daba la impresión de que los últimos seis meses no habían existidoEstaba sentada en la oficina de William Shuester en el Departamento del Tesoro, para recibir una nueva misión, igual que cuando le había asignado el mando del equipo de seguridad de Santana López. Parecía como si ya lo hubiese vivido antes, aunque todo era distinto, incluida ella. Se sentía más sola que nunca. Antes, al menos, la vencía el entumecimiento, y cuando necesitaba contacto, una breve interrupción del aislamiento, recurría a KittyPero ahora se trataba de algo diferente. Cuando rebuscó entre sus cosas tras recibir el alta en el hospital, encontró la nota de Kitty le había dejado la última noche que habían pasado juntas, hacía toda una vida. Había permanecido en el bolsillo de sus pantalones desde el día en que le dispararon."B, me da la impresión de que pasará un tiempo sin que sepa nada de ti. Te echaré de menos más de lo que te imaginas. Si alguna vez necesitas algo, llámame. K."Britt no había llamado, pues sabía que Kitty no podía darle lo que necesitaba. No en esa ocasión. Tras la muerte de Janet, se había sumergido en el trabajo y, cuando precisaba de algo para borrar la tristeza y la culpa, Kitty la ayudaba a olvidar. Pero ahora no podía olvidar a Santana López y ningún otro contacto satisfaría su añoranza- Bueno- concluyó Shuester, mirándola con atención. Parecía distraída, cosa rara en ella. Pero, diablos, se había ganado un trabajo cómodo- Directora regional, de vuelta a investigaciones. Ideal para usted- ¿Cuál es la trampa?- preguntó Britt en un tono amable, procurando centrarse en lo que le había dicho."En eso soy buena. Lo que yo quería...antes de Nueva York. Antes de Santana. Debería alegrarme. ¿Por qué no siento nada en absoluto?"- No hay trampa. Su equipo investigará la operación de blanqueo de dinero falso en el sur de Florida. Mantendrá contacto con el Departamento de Seguridad de Drogas- Como siempre- dijo Britt en un tono grave- Bien. Me harán falta unas semanas sobre el terreno para hacerme con el equipo y con la red que poseen, comprobar los contactos y los informantes, y ese tipo de cosas- Es la directora regional- afirmo Shuester, riéndose- No tiene que hacer trabajo de campoBritt lo miró sin pestañear- He sido declarada apta para el servicio. Y sé lo que significa trabajar, William- Entendido. Pero que le disparen dos veces cuando cumple con su deber le basta y le sobra a cualquier agente- comentó con sequedad- A pesar de ser usted una heroína, nos daría mala fama- Dios no lo quiera- dijo Britt, muy seria- Bueno, procure mantener el trasero fuera de la línea de fuego- replicó William bruscamente y miró los papeles de su mesa, lo cual indicaba que la reunión obligatoria había terminado. Se quedó sorprendido cuando Britt habló- ¿Cómo le va a Sam con el otro asunto?- preguntó en voz baja. No pretendía preguntar, pero no había oído nada sobre la detención del individuo que había disparado, lo cual significaba que Santana seguía en peligro, y esa idea no se apartaba de su mente en ningún momento.Shuester casi logró disimular su sorpresa. Por primera vez ella se refería a su misión anterior. Analizó las cláusulas de seguridad durante unos segundos. "¡Qué demonios! Merece una respuesta"- No ha habido grandes quebrantamientos de seguridad, si se refiere a eso. Evans se manifiesta muy circunspecto en sus informes, pero deduzco que el sujeto sigue saltándose los controles cuando puede- La contempló con atención durante unos segundos- En realidad, podría interesarme un informe directo sobre lo que ocurre allí. No se incorporará al nuevo puesto hasta dentro de una semana. ¿Qué tal si va a ver a Sam para que le cuente la verdadera historia?Britt se puso rígida, evidenciando su descontento- No voy a espiar a otro agente. Sam Evans es muy capaz. No dudo de que, si habla con él, le contará todo lo que desee saber- Diablos, no pongo en duda la capacidad de Sam. Pero tampoco soy tonto. Sé muy bien que minimiza los detalles de los informes para proteger a Santana López. Recuerde que el tipo que intentó matarla anda por ahí fuera y no podemos mantenerla aislada para siempre- Jugó su baza porque era un político y sabía que sólo doblegaría la apelación al deber- Continua en peligro real e inminente. Cualquier información nos resultaría útil. Si no le apetece hablar con Sam, hable con ella- De ninguna manera- Britt se levantó de pronto, se volvió y caminó a zancadas hacia la puerta. Santana no la había llamado ni se había puesto en contacto con ella. No había razón para hacerlo. Había realizado su trabajo. La asociación de ambas había pasado a la historia. No importaba que apenas transcurriese un día- demonios, una hora- sin que pensase en ella. Santana López la había considerado un obstáculo para su libertad. No pensaba entrometerse en su vida. La joven odiaría que lo hiciese, y verla...le dolería- Pierce- dijo Shuester en un tono suave y certero que significaba que hablaba completamente en serio- No me obligue a valerme de la autoridad. Busque una forma de hacerlo que le resulte soportable. Cinco días. Luego espero noticias suyasBritt no respondió. No confiaba en que no le temblase la vozMientras conducía por el túnel de Lincoln hacia Manhattan, Britt se recordó a sí misma que se encontraba en Nueva York con el único propósito de asistir a la inauguración de la exposición de su madre. Se trataba de la primera exposición de Marcea en la costa este desde hacía bastantes años, y Britt sabía que a su madre le gustaría que acudiese. No entraba en sus planes visitar el centro de mando y, por supuesto, tampoco ver a Santana López. Se recordaba las circunstancias a cada instante, cuando su mente se desviaba hacia las imágenes, que ella suponía definitivamente erradicadas: imágenes de Santana en un bar lleno de humo, con el pelo suelto y el ansia desatada; Santana, elegante y exquisita en el estrado del desfile; Santana, vulnerable y agotada en el hospital tras el accidente de esquí. Todos los recuerdos de ella desencadenaban un caleidoscopio de añoranza nostálgica y un deseo explosivo"Maldición" Se esforzó en concentrarse en el tráfico congestionado de la ciudad, agradecida de que algo, cualquier cosa, la distrajese de la dolorosa necesidad que nunca había abandonado la superficie de su concienciaDejó que el guarda del Plaza aparcase su coche y le entregó el equipaje al mozo para que lo llevase a la suite del ático. No viajaba por motivos de trabajo y, por tanto, no debía dar cuenta de sus gastos. De hecho, no se sentía responsable ante nadie por primera vez desde que tenía memoria adulta. Se encontraba entre dos misiones y, a pesar de la orden de William Shuester, no pensaba rendir ningún deber a los Estados Unidos de América durante los cinco días siguientes.Se registró y, en cuanto se encontró a solas en su suite, se duchó para quitarse el polvo y la suciedad del viaje. Faltaba una hora y media para la inauguración de la exposición de su madre. Permaneció desnuda ante el espejo del cuarto de baño, tratando de dominar sus indisciplinados impulsos, y contempló su imagen de forma desapasionada. A pesar de la larga convalecencia, mantenía la masa muscular y la fuerza gracias a la vigorosa terapia física y a los incesantes ejercicios. Se veía nervuda y tersa. La única diferencia palpable estribaba en las cicatrices que la herida de bala, las incisiones de la cirugía y los múltiples tubos necesarios para reanimar sus pulmones habían dejado en su torso. Se miró fríamente y, por un momento, se preguntó qué le parecería a otra persona, aunque esquivó la idea enseguida: una cuestión discutible, al fin y al caboSe vistió sin prestar gran atención. No volvió a contemplar su reflejo, pues sabía que la chaqueta y los pantalones de seda negra le quedaban perfectamente, que los zapatos brillaban de forma impecable y que los puños franceses de la camisa blanca almidonada medían la longitud exacta. Cuando el conductor la dejó en la dirección que le había dado, comprobó que llegaba a tiempo. En su vida todo era como debía: predecible, ordenado y bajo controlLa sala ya estaba llena cuando entró Britt, como había supuesto. La multitud rebosaba en el primer piso de la galería y ocupaba ya el segundo: una masa de críticos murmuradores, artistas y gente de la prensa. Britt aceptó una cosa de vino que le ofreció un camarero y empezó a recorrer la zona despacio, deteniéndose para contemplar los nuevos lienzos. Hacía mucho tiempo que no veía tantas obras de su madre en un solo lugar y tampoco conocía sus creaciones más recientes. Las características distintivas del estilo de su madre eran evidentes, pero a Britt le sorprendió observar que las pinturas parecían más serenas en lo esencial, con menos dolor del que habían reflejado durante los años posteriores a la muerte de su padre. "Tal vez el tiempo cure. Espero que sí, por el bien de ella"Por fin Britt oyó la voz inconfundible de su madre y se dirigió hacia ella. Marcea, tan alta como ella, resultaba visible a pesar del gentío que la rodeaba. Se mostraba tranquila, aunque había una luz en sus ojos, incluso a cierta distancia, que indicaba euforia. "Está hablando de lo que ama"Luego Britt oyó otra voz que la hizo detenerse en seco. Santana estaba con su madre. Con el corazón desbocado, Britt sintió como si alguien le hubiese golpeado tan fuerte que se le cortó la respiración. Durante unos segundos su mente se quedó en blanco, pero enseguida afloraron todas las sensaciones relacionadas con Santana López que había intentado erradicar. Se le aceleró el pulso, le hervía la sangre y comenzaron a temblarle las manosSantana alzó la vista y los ojos de ambas tropezaron. Los labios de Santana se abrieron en un gesto de sorpresa, sus ojos oscuros se desorbitaron y un ligero rubor cubrió sus mejillas. Avanzó un paso de forma involuntaria, como si quisiera correr hacia Britt, y luego se detuvo, insegura. Siguieron mirándose mientras transcurría el tiempoSorprendentemente, Santana recuperó la compostura primero. Se abrió paso entre la multitud que las separaba hasta situarse frente a Britt. Inclinó la cabeza y sonrió con melancolía- ¿Cómo está, comandante?Britt encontró al fin la voz y respondió con todo el control que pudo reunir- Muy bien, señorita LópezSantana la observó de cerca. Físicamente, parecía encontrarse bien y estaba tan atractiva como siempre. Pero había una apatía extraña en su mirada y un vacío en la voz, como si hubiera perdido algo vital. Santana le acarició el brazo de forma instintiva y la impresionó sentir cómo temblaba. Sus fuentes le habían dicho que Britt se había recuperado totalmente, pero no lo veía tan claro. Antes nunca la había visto vacilar- ¿Estás segura, Britt?Britt asintió, procurando disimular su agitación. Sólo notaba el punto en el que Santana había puesto la mano. Había intentado olvidarla con todas sus fuerzas y con un solo roce había vuelto todo el deseo. Por fin consiguió hablar en un tono imperturbable- Me encuentro en desventaja. No la esperaba. No he divisado a ninguno de los nuestros fuera ni entre la gente- Siempre atenta, comandante. Están en un coche aparcado al otro lado de la calle- Cuando notó que Britt torcía el esto, esbozó una leve sonrisa y añadió- Toda esa gente ha sido registrada. Seguro- Perdóneme- Britt sonrió al fin e intentó relajarse- No me corresponde discutir esas cosas. Voy a hablar con mi madre- Se volvió, dispuesta a marcharse; necesitaba huir de la penetrante mirada oscura y del abrasador contacto sobre su brazo- Me alegro de volver a verla, señorita López- Espera, Britt- dijo Santana de forma impulsiva. Cuando Britt la miró con gesto interrogativo, continuó- Quería decir..., gracias. Está fuera de lugar, pero...graciasBritt habló sin pensar- Santana, no tienes que darme las gracias. Dios..., no lo hubiera soportado si te hubiese ocurrido algo- ¿Por qué crees que para mí sería diferente?- preguntó Santana, nerviosa, con las palabras agarrotadas en la garganta. Había luchado durante mucho tiempo con la preocupación, el miedo y la culpa. Santana le cogió la mano y los dedos de ambas se entrelazaron instintivamente- Estaba muy asustada. No podía soportar que murieses por mi culpa. Por mí. Nunca quise que a nadie le pasara algo así, y menos a una persona que...me importa- Por favor, Santana- murmuró Britt, reteniendo un reguero de lágrimas en las pestañas- No. Tú no eres responsable- ¿No?- Santana sacudió la cabeza; su voz se había convertido en un susurro- No estoy segura- Debo irme- dijo Britt en un tono desesperado. Dios, deseaba abrazarla y no podía seguir negándolo. Hallarse tan cerca de ella y tocarla iba a derrumbar las barricadas que había levantado con tanto esmero. Cuando se separasen, se convencería a sí misma de que no la quería, de que no la necesitaba. Porque era imposible: imposible por muchas razones, y entre ellas había que contar con que Santana no la quería, obviamente. Pero se había mentido a sí misma. Y se arriesgaba a decir o a hacer algo que después lamentaría- Por favor, discúlpameCuando dio la vuelta, Santana la retuvo con una mano en su brazo- No, debo irme yo. Has venido a ver a tu madre. La destrozarás si te marchas ahora- Santana intentó, sin éxito, ocultar su amarga decepción. Había estado a punto de decir cosas que se resistía a reconocer, incluso ante sí misma. Debería haber comprendido que las separaban demasiadas circunstancias y que habría sido una tontería. Creyó que no soportaría estar en el mismo lugar que Britt, no cuando las separaba una distancia tan grande y un anhelo tan agudo que le dolían las entrañas. Durante un brevísimo instante, Santana posó los dedos en el pecho de Britt- Me ha gustado volver a verte, comandante. Por favor, quiero que sepas que nunca te olvidaréY tras decir eso, desapareció- ¡Qué sorpresa!- Marcea besó a su hija en las mejillas, le tomó las manos, se inclinó hacia tras y la miro con afecto- Estoy muy contenta de que hayas venido, Brittany. Sé que estos acontecimientos no te gustan demasiadoBritt trató de sonreír, pues aún seguía conmocionada por su encuentro con Santana- Siento que haya transcurrido tanto tiempo. Me alegro por ti- Tienes buen aspecto- Estoy bien, gracias- Britt no pudo evitar mirar hacia la puerta, pero no vio a nadie. "Se ha ido. Dios, ¡cómo duele!"Marcea percibió la agitación en los ojos de su hija y echó un breve vistazo a la sala. No encontró a Santana. Dudó un instante y, luego, preguntó dulcemente:- ¿Has visto a Santana?- Sí- Britt tragó saliva y añadió- Acabamos de hablar- Una mujer interesante- Marcea se dio cuenta de que su hija se esforzaba por mantener la compostura- Una artista de talento- Ella...-Britt titubeó- es extraordinariaMarcea se guió por el instinto y continuó- Estoy segura de que nadie te lo ha contado, Brittany, pero Santana permaneció a tu lado casi cuarenta y ocho horas después de que te hirieses. Se negó a marcharse hasta que tu gente la obligóBritt se quedó boquiabierta y cerró los ojos un momento- Era ella- Sí- se limitó a decir su madre"Santana. Era la voz de Santana la que oí. La mano de Santana la que me sostuvo"Y, de repente, ya no importaba nada más. Britt miró a su madre y sintió un leve cosquilleo en el corazón. Sonrió y en sus ojos brilló una luz que llevaba meses ausente- Gracias por contármelo. GraciasMarcea no acertó a responder antes de que Britt se volviese para abrirse camino entre la gente y dirigirse hacia la puerta


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