Capítulo 1Jueves- Voy a matar a quien sea que esté golpeando el techo en la planta baja –Santana López murmuró, extendiéndose por el cuerpo desnudo de su amante para darle un vistazo al reloj de alarma -Son las cinco y cuarto. No sólo voy a matarlo, voy a desmembrarlo- Bebe, espera un minuto –Brittany Pierce atrajo a Santana hacia abajo contra su pecho y le acarició la espalda. Enredando sus dedos por el cabello moreno, rizado y despeinado de Santana, le dio un beso. Evitó el juguetón primer beso de buenos días-te quiero y fue directo al beso profundo y posesivo de tú me perteneces, que pudiera distraer a Santana de las actividades que tenían lugar en el centro de mando debajo de ellas.- Mmm –Santana se relajó encima de Britt y ajustó sus caderas sobre el hueco de la pelvis de Britt -No creas que no sé lo que estás haciendoBritt se rió y deslizó sus manos suavemente sobre la espalda de Santana hacia arriba y abajo, terminando en su firme trasero. Masajeó el trasero de Santana y la besó nuevamente. Cuando Santana gimió y echó la cabeza hacia atrás, Britt arrastró la punta de su lengua por el cuello de Santana hasta la base de su garganta -Si no lo sabes a estas alturas, entonces he estado haciendo algo mal durante casi un año- Sé que piensas que esto va a comprarle, a quien quiera que sea allá abajo, unos minutos más de seguridad- ¿Está funcionando?- ¿Qué crees? -Santana apoyó los brazos a ambos lados de los hombros de Britt y miró el rostro de Britt mientras lentamente se mecía entre sus piernas. A mediados de noviembre, el amanecer todavía estaba a una hora de distancia y solo contaba con el resplandor de las farolas que bordeaban Gramercy Park para poder ver, pero no importaba. Ella hubiese conocido el olor de Britt, su tacto, los ángulos tallados y planos de su rostro en la oscuridad total. Su corazón latía al ritmo del corazón de Britt y sabía con tranquila e impenitente certeza que si el corazón de Britt dejara de latir, el de ella también lo haría. El latido del corazón de Britt ahora era rápido, fuerte y completo, mientras Britt levantaba sus caderas para encontrarse con las de Santana. La mandíbula de Britt se apretó y sus ojos se oscurecieron centrándose con fiera intensidad sobre el rostro de Santana.- Creo que has comenzado algo que vas a tener que terminar -dijo Britt.Santana sonrió, su respiración se aceleró mientras sentía la juguetona anticipación que hacía girar la boca de su estómago -¿En serio?Britt extendió su mano entre ellas y acunó el pecho de Santana. Frotó la yema del pulgar sobre el pezón de Santana hasta que Santana capturó su labio inferior entre los dientes y gimió suavemente -Sí, en serio- Si sigues haciendo eso... -murmuró Santana e inclinándose para lamer el labio inferior de Britt -...voy a terminar primero -cerró sus ojos y presionó con más fuerza con cada empuje y balanceo, dejando que el placer que Britt estaba encendiendo en su pezón avivara la excitación entre sus piernas. Era tan fácil, tan fácil dejar que todo siguiera, perderse a sí misma por unos pocos minutos en Britt -Dios, eso se siente tan bienUn fuerte estruendo llenó la habitación y la cama vibró, sus piernas se sacudieron contra los tablones de madera pulida. Los ojos de Santana se abrieron -Pero que...- Ignóralos -Britt ordenó, cubriendo el otro pecho de Santana. Rápidamente, apretó y relajó sus pezones -No estabas a punto de...- Sí- Sí ¿qué?- Voy a venirme -susurró Santana, sus labios se abrieron por el placer.- Eso es lo que pensé -Britt disfrutó ante la visión de Santana temblando encima de ella, los músculos de su cuello destacándose al ponerse en relieve mientras llegaba al clímax.- Oh, así Britt. Estoy... -Santana gimió suavemente y se estremeció ante su orgasmo.Britt la sostuvo cuando se desplomó y acunó su rostro contra la curva de su cuello. Besó la frente de Santana mientras Santana se acurrucaba con ella y suspiraba con satisfacción -La alarma no se dispara hasta las seis. Vuelve a dormir- ¿Qué hay de ti? -dijo Santana adormilada.- Puedes unirte a mí en la duchaSantana murmuró algo que sonó como ¡yupi! y se quedó dormida.Britt acarició el cabello de Santana entre sus dedos y observó los patrones de luz que parpadeaban en el techo, mientras la luz del sol penetraba desde el cielo de otoño. El sonido de los martillazos y el chillido ocasional de la tracción de los clavos liberándose de la madera, se filtraban desde el piso de abajo. Las renovaciones en el centro de mando utilizado por los agentes del Servicio Secreto que custodiaban a Santana, deberían acabar en un día o dos. La misma mañana de los atentados terroristas contra el World Trade Center, cuatro hombres fuertemente armados habían invadido el penthouse del edificio de Santana que bordeaba el Gramercy Park en Manhattan y casi tuvieron éxito en matarla. El código con el que nombraron el penthouse de Santana era el Aerie, este había escapado en gran medida al daño durante el asalto, pero el centro de operaciones del servicio secreto, una planta más abajo, había sufrido un intenso ataque. Santana no había sido capaz de volver a Manhattan hasta hace unos días, cuando su personal de protección pudo reanudar la vigilancia en el lugar, así como coordinar la seguridad de sus actividades del día a día. Además de su protección personal, su equipo de seguridad de ocho personas, coordinaba un reconocimiento avanzado de sus muchas apariciones públicas y evaluaba los innumerables informes cumpliendo diariamente con el Programa Nacional de Inteligencia de los dieciséis o más organismos de inteligencia. Por desgracia, aunque el centro de mando era funcional, quedaban algunas obras por terminar y la tolerancia de Santana para el ruido y la perturbación se estaba agotando. La paciencia de todos, no sólo la de Santana, estaba siendo perfeccionada hasta el hueso. Las vidas de los hombres y mujeres que proporcionaban la seguridad vital para la primera hija, así como aquellos que habían sido asignados al equipo especial antiterrorismo OHS de Britt, se habían alterado irrevocablemente la mañana del 11 de septiembre. Para aquellos que habían dedicado su vida a la preservación de la seguridad de la nación y sus representantes más importantes, la búsqueda desesperada de respuestas y la elevada presión para evitar una mayor tragedia, era una presión constante. Britt consideró su nuevo equipo, lo mejor de lo mejor fue extraído de otras agencias de seguridad, cuando la Oficina de seguridad nacional fue organizada apresuradamente y ella fue nombrada subdirectora. Renée Savard, ex FBI, Felicia Davis, antiguo miembro del Servicio secreto, Ricky Sánchez, su nuevo recluta de la ATF y otro más, una hábil agente de la CIA que aún podía ser el objetivo de una célula de terrorismo local y aquellos en el poder que les estaban ayudando. Todos altamente capacitados, todos agentes experimentados. Ninguno de ellos estaba durmiendo bien. Todos ellos luchaban con la culpa por su incapacidad para prever o prevenir los terribles sucesos de aquel fatídico martes de septiembre. Y ahora vivían con el temor tácito de que podría suceder nuevamente a menos que hicieran algo. Dos meses después de los atentados, el país se mantenía en alerta roja y el estado de seguridad de Santana en prioridad número uno. Santana nunca estaba sin el equipo de seguridad, ni siquiera cuando estaba en casa. La única razón por la que no había un agente en su apartamento en este momento, era porque Britt había sido la jefa de seguridad de Santana la mayor parte del año anterior y podía volver a ser un agente cuando fuese necesario. Sin embargo, Santana se irritaba por las restricciones y por mucho que Britt entendiera y simpatizara con la renuencia de su amante a tener su libertad tan severamente restringido, comprendía incondicionalmente la necesidad de salvaguardar a la hija del presidente. Santana no sólo era la única hija del presidente, sino que era una importante figura en la vida pública por derecho propio. Ella representaba a menudo a la Casa Blanca en actos públicos y actuaba como diplomático internacional en lugar de su padre. Ella era un símbolo de los Estados Unidos y como tal, su seguridad era casi tan importante como la del presidente. Britt se movió con cuidado e intensificó su agarre sobre la mujer que dormía entre sus brazos. Santana ya había sido el objetivo de una bala de un francotirador y el objetivo de un asalto táctico magistralmente orquestado que casi había logrado asesinarla en su propia casa. Britt había estado a cargo del equipo de seguridad de Santana en ese entonces y nunca se perdonaría así misma por permitir la infiltración de un traidor a su equipo que casi logró dispararle a su amante. Había sido absuelta de cualquier negligencia en el cumplimiento de su deber, pero ningún informe de absolución de su responsabilidad en el asalto podría mitigar el conocimiento de que había fracasado. No podía permitirse el lujo de fracasar de nuevo. Ninguno de ellos podía.- No estás durmiendo -dijo Santana, deslizando la palma de su mano sobre el pecho de Britt -Y no estás relajada. Tu corazón está latiendo como si estuvieses corriendo en una maratón- Eso es lo que las repeticiones instantáneas de las buenas partes me hacen -Britt respondió a la ligera.- Brittany.Britt suspiró -Lo siento. No sé por qué no he entendido que puedes leer mi mente- No puedo leer tu mente. Pero sé lo que tu cuerpo me dice ¿Que te preocupa?- Nada -Britt besó a Santana antes de que pudiera protestar -Lo digo en serio. Sólo estaba pensandoSantana se apoyó en un codo y pasó un dedo por el borde de la mandíbula de Britt -No hagas que lo saque fuera de ti, Britt. Eso sólo va a enojarme- Estar de vuelta de aquí hace difícil no pensar en lo sucedidoSantana acarició el rostro de Britt -Supongo que sería una tontería de mi parte pensar que alguna vez podrías perdonarte a ti misma- No es sobre el perdón -dijo Britt -Necesito entender lo que salió mal, para que no vuelva a ocurrir- Entiendo esa parte -dijo Santana -Pero también sé que te culpas a ti mismaBritt se rió fuertemente -Tomando en cuenta que estaba a cargo, eso parece lo más apropiado- ¿Ves? Estás empezando a molestarme- Lo sé. Lo siento -Britt pasó las manos por el cabello de Santana y acunó su rostro entre sus manos. Trazó sus pulgares sobre el arco de los pómulos de Santana -Te amo. No me importa quién es tu padre o la demanda que tiene el mundo sobre ti. Eres la mujer que amo y eso significa que tengo que mantenerte a salvo- Oh, Britt -Santana le besó suavemente y luego sacudió la cabeza -Te amo por exactamente las mismas cosas que me vuelven locaBritt sonrió -Creo que eso funciona a mi favor- Creo que tienes razón- ¿Es hora de esa ducha?Santana mordió a Britt suavemente en la barbilla -¿Crees que si nublas mi cerebro con sexo olvidaré que estás castigándote por algo que no fue tu culpa?- Sé que no dejarás que me salga con la mía, manteniendo la sensación de culpabilidad por mucho tiempo -Britt abrazó a Santana y la volteó en la cama hasta que ella estuvo acostada sobre ella -Sé que me amas y quieres protegerme- Eso parece una tontería ¿no es así? -dijo Santana -Yo protegiéndote- No, en absoluto -Britt apoyó su frente contra la de Santana -Me hace sentir segura. El único lugar en el mundo en el que me siento segura es contigo- No me hagas llorar, Britt -la voz de Santana estaba ronca y su mano temblaba mientras pasaba sus dedos por el cabello grueso y rubio de Britt -Has sido herida, casi te han matado, más de una vez. No puedo dejar de ver cada moretón y cicatriz, incluso cuando cierro los ojos- Santana, bebé -dijo Britt con dulzura.- No. No me hables acerca de los hechos y las cifras y cómo sería cosa de un millón en uno para que pudieses ser herida nuevamente –Santana sonrió suavizando la aspereza de sus palabras -Entiendo los riesgos. Ahora es un mundo nuevo y sé que no hay vuelta atrás. Entiendo que todos tenemos que hacer lo que podamos para que sea un mundo más seguroBritt se mantuvo en silencio un largo rato -Estaba pensando que una de las primeras cosas que tenemos que hacer es casarnosSantana se rió, algo del peso en su corazón se aligeró -Bueno, estoy contenta de que esté en tu agenda, porque tenemos una cita para hacer precisamente eso en tan sólo diez días* * * * *Rachel Berry se sentó de golpe en el centro de la cama de matrimonio en su apartamento del Upper East Side con vista a Central Park. El espacio a su lado estaba vacío y con un suspiro, apartó las sábanas y sacó las piernas hacia el suelo. Estaba desnuda excepto por una camisola melocotón pálido y tembló aunque el apartamento estaba cálido. Agarró una bata de seda azul marina de la parte inferior de la cama y se la puso mientras se apresuraba por el pasillo oscuro. No se molestó en encender las luces. La claridad grisácea de la mañana que se filtraba a través de las puertas dobles de cristal del balcón, de la sala de estar, era suficiente para lo que necesitaba ver. Quinn. Con el corazón hundido, inspeccionó la sala de estar vacía antes de abrir el armario junto a la puerta principal. El abrigo de Quinn estaba allí, pero la última vez que Quinn había desaparecido en medio de la noche, no se había llevado nada con ella.- Rachel, estoy aquí- ¡Oh! -Rachel apretó su bata cerrándola aún más y se dio la vuelta. Quinn entró desde el balcón y cerró la puerta tras ella. Usaba una camisa de algodón de gran tamaño con unos pocos botones cerrados entre sus pechos. Sus piernas estaban desnudas -Dios, querida, debes estar helada- Estoy bien -dijo Quinn.Cuando ella agarró los hombros de Rachel con cuidado y le besó, sus manos estaban frías pero sus labios estaban deliciosamente cálidos -Parece que no puede dejar de asustarte. Lo siento- No me asustas -Rachel frotó los antebrazos de Quinn, deseando poder calentar el lugar frío en su interior. Nunca había estado más consciente de que el amor no siempre era suficiente y se alternaba entre sentirse enojada e impotente -¿No puedes dormir?Sólo estoy inquieta -Quinn forzó una sonrisa, a través de la cual esperaba Rachel pudiera ver. En las cuatro semanas desde que casi había sido asesinada por el mismo fanático patriota que había intentado asesinar a Santana, había estado obsesionada no por la experiencia cercana a la muerte, sino por los quince años de su vida que había dedicado, a ciegas, a una organización en la cual ya no podía confiar. Reclutada por la compañía al salir de la escuela, había asumido una identidad que había sido creada laboriosamente para ella y con los años había sido muchas personas. Así que muchas personas de las que no estaba segura, habían sido dejadas por completo. Cuando despertó en la noche, de su estado de nunca dormir tranquilamente, para encontrar a Rachel dormida inocentemente a su lado, estaba atormentada con la certeza absoluta de que no merecía la confianza o el amor de esta mujer. Brittany Pierce pudo haber orquestado tanto su muerte en una explosión en el Atlántico, así como su posterior renacimiento como una agente OHS, pero eso no significaba que la compañía no la hubiese convertido en objetivo para su eliminación. Incluso alguien tan poderoso como Brittany Pierce no podía protegerla de un tiro en la oscuridad en una calle desierta o un picahielo deslizándose entre sus costillas en un metro lleno de gente. En alguna parte de su mente, siempre había esperado que la muerte viniera de esa manera, con rapidez y de forma inesperada. No temía a su propia muerte, pero estaba aterrorizada de que su sola presencia en la vida de Rachel la colocara en un camino dañino.- Si me dices cuál es el problema, podría ayudarte -dijo Rachel en voz baja.Quinn acarició la mejilla de Rachel y la besó de nuevo -No estoy segura de que debería estar aquí. Tal vez sería mejor si me quedara en un hotel durante un tiempo- ¿Por qué?- Alguien podría estar buscándomeRachel tomó aire temblorosa -Alguien podría estar tratando de matarte- Rachel -Quinn dijo suavemente.- No hay ningún propósito en pretender lo contrario. Sé que todavía podrías estar en peligro -Rachel tomó la mano de Quinn -Vuelve a la cama- No puedo. Tengo que prepararme para la reunión- Siempre olvido lo ridículamente temprano que tu gente comienza su día -Rachel forzó una nota de ligereza en su voz -Entonces ven a la cocina conmigo mientras preparo caféQuinn le siguió y en un cómodo silencio molieron café, llenaron la cafetera y buscaron dos tazas mientras esperaban que el café se preparara. Nunca había compartido esos momentos domésticos sencillos con nadie en su vida. Nunca había vivido con nadie, nunca había tenido una relación a largo plazo, nunca se había enamorado. Había amado a otra mujer, una sola mujer y todavía la amaba, pero no con esta necesidad arrolladora que sentía por Rachel. Quinn se apoyó en el mostrador y Rachel puso sus brazos alrededor de su cintura.Me dijiste que Britt no había podido encontrar ninguna prueba de que la Compañía o ninguna otra persona te esté buscando -dijo Rachel -Dijiste que la cuartada de que habías muerto en la explosión del barco sería suficiente. Especialmente con tu adiestrador eliminado- Todo eso es probablemente cierto. Henry era el único vínculo entre a quien quiera que le estuviese informando en la compañía y yo y con él muerto y la cuartada que Britt elaboró de mi muerte, yo podría ser solo un artículo de línea en la hoja de registro de cualquieraQuinn sabía que la falla en el argumento sería que su adiestrador podría haber revelado su identidad, pero no iba a asustar a Rachel sobre cosas que no podía cambiar -Así que con todos los miembros de la comunidad de inteligencia centrados en encontrar quién está detrás de 11/9, probablemente no estoy en la lista de nadie de tareas pendientes- ¿Pero tú no lo crees?Quinn miró hacia otro lado.- Sé que es difícil que puedas confiar en mí- No -dijo Quinn inmediatamente -Confío en ti. Es solo que escúchate a ti misma. Estás de pie en tu cocina hablando acerca de adiestradores y objetivos y cuartadas -Frustrada y enfadada, odiando la debilidad que la mantenía en la vida de Rachel cuando sabía, sabía que estaba mal, Quinn hundió una mano a través de sus cortos y gruesos rizos rubios rojizos. Había cortado su cabello, había cambiado el color, llevaba lentes de contacto azules para cubrir sus ojos verdes, otra nueva identidad, otra nueva historia. Pero en su corazón, mantenía un código, incluso para sí misma -¿Es esto lo que realmente quieres en tu vida?- ¿Es eso una pregunta retórica? -dijo Rachel bruscamente -Porque estoy cansada de responder a ella -le dio una pequeña sacudida a Quinn y la obligó a mirarla a los ojos -Te amo -dijo con lentitud enfatizando cada palabra -¿Qué parte de eso no entiendes?- Nada de esto -Quinn cerró los ojos y atrajo a Rachel cerca de ella. Eran casi de la misma altura y apoyó la mejilla en la de Rachel. El aroma del perfume de Rachel siempre se mantenía a lo largo de la línea de su cabello. Había dormido tantas noches soñando con esa fragancia -No tengo idea de por qué me amas- Bueno, estoy cansada de decírtelo -Rachel besó a Quinn en la boca, luego se trasladó a su cuello -Así que voy a tener que trabajar más duro para demostrártelo. Vuelve a la cama. El café se mantendráQuinn rió suavemente y abandonó todo buen juicio, dejando que Rachel jugueteara con ella hasta llevarla a la rendición, por el momento.*****Un pelirrojo joven fornido bebía café en una taza grande de papel mientras permanecía en la ventana de su unidad alquilada vigilando el edificio de Santana López. Justo al otro lado del parque residencial que ocupaba toda una manzana, las luces se encendieron en el piso de Santana López. Las sombras parpadeaban detrás de las cortinas de lo que debía ser el dormitorio. Para un observador casual en la calle, las ventanas parecían ser como todas las demás en el edificio, pero él sabía que estaban hechas con vidrio a prueba de balas. El portero que se quedaba en el interior de las puertas dobles, usando un abrigo y uniforme, era un agente de seguridad privado. Un agente del Servicio Secreto estaba ubicado detrás del escritorio. El agente del servicio secreto Cynthia Parker había estado en ese puesto cuando sus hermanos armados irrumpieron a través de esas puertas, hacía un poco más de dos meses, disparando armas automáticas. De acuerdo con los informes de inteligencia, la agente del Servicio Secreto había matado a uno de sus compatriotas antes de ser abatida. Ellos habían esperado bajas en la entrada y una muerte había sido excelente. Lo que no habían previsto era que Brittany Pierce dispararía a uno de sus propios agentes sin dudarlo por un momento. Ellos siempre habían planeado que el agente del Servicio Secreto Foster moriría durante el asalto, pero no antes de que hubiese asesinado a Santana López. Habían subestimado a Brittany Pierce no una vez, sino dos veces. Eso no podría suceder de nuevo. Su teléfono celular sonó y sin dejar de mirar a la habitación de la primera hija, respondió.- ¿Sí, señor?- Buenos días, coronel -dijo el general Thomas Jefferson Matheson alegremente -¿Disfrutando de la vista?- Sí, señor, muchas gracias, señor- Estoy feliz de informarle que tendrá la tarde libreEl coronel Jonathan Perry frunció el ceño -No debería ser relevado hasta las 18:00 horas, señor- He sido informado de que nuestra ave volará esta tarde. La recogeremos cuando aterrice- Señor, yo preferiría seguirla...- Paciencia, Coronel... -dijo Matheson, su profunda voz de barítono extrañamente tranquilizadora -...nuestro tiempo está muy cerca. Tengo planeado algo especial para usted- Sí, señor, lo que usted diga, señor- Podría utilizar el tiempo libre para comprar un poco de ropa nueva de invierno. Hace frío en Colorado esta época del año- Sí, señor -dijo Perry con una sonrisa lenta -Lo haré
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Honor
Fanfictiones una historia que leí en otra pagina y me gusto muchísimo trata de una historia brittana, involucra amor, pasión y accion