Capítulo 2
—¿Está con usted?
—Sí, señora. —Stark se puso en pie de un salto, con el cuerpo rígido, casi en posición de firmes, mientras apretaba el teléfono contra la oreja—. Está aquí.
—¿Alguien más?
—No, señora. —Stark oyó una maldición amortiguada. Había violado la regla principal: el procedimiento estándar decía que como mínimo tres agentes debían acompañar a Egret siempre que saliese de su residencia. Desde el momento en que habían abandonado la casa, Stark sabía que la hija del presidente se hallaba peligrosamente desprotegida y que la culpa era suya por permitirlo.
“Se acabó. Con suerte, mañana estaré haciendo labores burocráticas y comprobando
antecedentes.”
Las salidas públicas de Egret exigían semanas de preparación. Se trataba fundamentalmente de trabajo de ordenador y llamadas telefónicas: informes para otras fuerzas de seguridad para coordinar las necesidades y despliegue del personal, programas de desplazamientos para todo el personal de apoyo, itinerarios de llegadas y salidas, y planificación de todas las posibles rutas durante todos los días de viaje. El procedimiento generaba una gran cantidad de papeleo. La misión era una especie de pena de muerte para cualquier agente ansioso de hacer trabajo de campo. Stark esperó que cayese el hacha.
—¿Se encuentra segura?
—Sí.
—Descríbame el terreno.
—Delante, el océano; elevación a la izquierda, creo que es Fort Mason; a la derecha, el embarcadero y los muelles, totalmente desiertos a esta hora de la noche; y la autopista, detrás de nosotras. Nadie en las cercanías. Mínimo contacto previo con civiles.
—Muy bien. Permanezca alerta, Stark.
—Entendido.
—Póngame con ella, por favor.
Stark se volvió y le ofreció el teléfono a Santana, que se levantó de la arena y lo cogió.
—¿Sí?
—No contestas al teléfono.
—Lo sé.
La voz de Britt al otro lado de la línea sonaba más cansada que furiosa. Santana se apartó un poco de Stark, aunque sabía que la agente haría todo lo posible por no escuchar. “Como si no sospechase. Como si todos no se lo preguntasen. Pero sospechar y saber no son lo mismo.”
—¿Por qué no? —preguntó Britt—. No llevas una radio ni un buscapersonas. Si tampoco utilizas el móvil, no podremos ayudarte de ninguna manera. No es seguro para…
—Lo he traído… por si acaso, pero no lo encendí. —Estaba muy oscuro; el agua parecía negra bajo un cielo aún más negro, moteado por los rayos del claro de luna y por pintas de estrellas. “Si hubiera problemas, podría llamar para pedir ayuda.”
—Gracias.
—¿Cómo supiste que estaba fuera?
Al otro lado del país, Britt se movió en el sofá mientras contemplaba el rítmico parpadeo de las luces de un avión que planeaba sobre Washington en dirección al aeropuerto nacional Reagan.
—No sabía dónde estabas. Como tu móvil no respondía, llamé al número de la casa y hablé con Davis. Fue al piso de arriba y descubrió que ni tú ni Stark estabais allí y tampoco en el dormitorio.
Santana se rió.
—No se te ocurriría pensar…
—No.

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Honor
Fanfictiones una historia que leí en otra pagina y me gusto muchísimo trata de una historia brittana, involucra amor, pasión y accion