Capitulo 26Jueves, 27 de septiembre.-No entiendo cómo has retenido la baza del triunfo hasta ahora -dijo Santana arrojando las cartas con fastidio-. Francamente, Paula, ¿crees que soy adivina?-Yo...pensé que tenía que esperar para conseguir más puntos -el rostro de Stark era la imagen de la desolación.-No, míos. Soy tu pareja -Santana se levantó bruscamente, tanto que a punto estuvo de volcar la silla. En la mesa todo el mundo se encogió-. ¿Qué diablos hacéis en la sala de entrenamiento cuando tenéis tiempo libre? Porque bien sabe Dios que sois todas nefastas jugando a las cartas.-Pasamos mucho tiempo limpiando las pistolas -dijo Stark sin alterar la compostura.Santana frunció el entrecejo mientras Rachel y Hara reprimían las carcajadas.-Podríais llegar a jefas de seguridad con el mínimo esfuerzo.-Tal vez nos venga bien practicar las señales con la mano o algo...-Da igual-dijo Santana entre dientes-. Me voy a pasear.-Santana, cariño, es medianoche -señaló Rachel-. Y está lloviendo.-Ya sé que está lloviendo. Lleva cuatro días lloviendo. Voy a dar una vuelta -Santana giró en redondo y abandonó el salón.Rachel se levantó, suspirando, y dijo a Stark: -La acompaño.-Nosotras también -informó Stark mientras Hara y ella se levantaban.Rachel alcanzó a Santana en el camino de la playa y se encogió a su lado, en medio del viento y la lluvia. Sostenía un inútil paraguas sobre las cabezas, que poco hacía por proteger los rostros del agua fría.-¡Dios, qué horror!-Pues vuelve, entonces -Santana se sacudió el agua de los ojos-. Maldita lluvia.-¿Qué te ha puesto tan nerviosa?-No estoy nerviosa.-Sí que lo estás, y la has tomado con la pobre Stark. Una de las espías más buenas que has tenido en tu vida. Todas lo hemos visto.-Yo no... -se calló cuando el paraguas se puso del revés y a punto estuvo de salir volando. Se lo arrebató a Rachel-. Dámelo antes de que se suelte y mate a una de las que vienen detrás.-Debes de estar cachonda.Santana cerró el paraguas y lo encajó debajo del brazo.-Rachel, eres mi mejor amiga. Pero, si no te callas, te ahogo. -Rachel se secó el agua de la cara con las dos manos.-Pues date prisa.-Por si no te habías fijado, Britt lleva casi tres días seguidos en el pabellón de invitados -Santana se acercó a la orilla del mar, y el agua fría como el hielo se coló en sus zapatillas de deporte. El cielo era de un negro casi sólido, con nubes de tormenta que oscurecían las estrellas. Se ciñó el cuerpo con los brazos y, cuando sintió que Rachel la abrazaba por la cintura desde atrás, agradeció el calor-. Cuando trabaja de esa forma, no duerme, no come y sobrevive a base de café. Le duele la cabeza, y cree que no me doy cuenta. Me está cabreando.-Ya salió el tema. Te comportas igual cuando estás preocupada y cachonda, y la solución es la misma. Necesitas acostarte con Britt.Santana se rió.-Estaría bien para empezar -dio la espalda al mar y al gélido viento y rodeó con un brazo la cintura de Rachel-. ¿Y tú? ¿También notas la falta de compañía? No pasas mucho tiempo en tu cama por las noches.-Quinn me llama cuando terminan y yo...la visito.-Pues te va mejor que a mí. Cuando Britt llega, cae de narices en la cama y se levanta tres horas después.-Aún no he tenido tiempo de acostumbrarme a Quinn, así que no la dejo dormir mucho.-Me da la impresión de que es algo mutuo -Santana siguió caminando por la oscura playa con la sombra de sus dos agentes de seguridad iluminada por las luces de la casa. Alzó la voz para hacerse oír por encima del ruido de las olas y la lluvia-. Volved a la casa. Vamos ahora mismo.-Te dejo aquí -dijo Rachel cuando llegaron donde el camino se desviaba hacia el pabellón-. Creo que esta noche la sorprenderé.-A ver si me mandas a la mía antes del amanecer -se quejó Santana caminando hacia la casa principal. -Espero que no te moleste-dijo Rachel cuando Quinn entró en la habitación a oscuras-. Me colé por la puerta de atrás.Quinn se acercó a la cama ajustando la visión a la falta de luz. Se inclinó hacia delante palpando la figura fantasmal bajo las sábanas blancas hasta encontrar una piel más fina que el suave algodón. Hundió los dedos en los sedosos mechones y acarició con el pulgar la mejilla de Rachel. Encontró la boca de su amante sin esfuerzo, como si la guiase una fuerza invisible. Labios tiernos, de una calidez inenarrable, tentadores y complacientes. Le temblaron los dedos cuando Rachel los besó-. Oh, no, no me molesta en absoluto.Rachel se sentó en la cama deslizando las manos sobre los hombros y el tórax de Quinn, y rodeando sus pechos antes de desabotonarle la blusa.-Deja que te ayude.Quinn se quitó los pantalones mientras Rachel la libraba del resto de la ropa. Se metió bajo las sábanas y se estiró frente a Rachel apoyando la cabeza en la mano de su amante. Rastreó con delicadeza la leve protuberancia del cuello de Rachel hasta el hueco que formaba la base de su garganta, donde depositó un tierno beso.-Me alegro de que estés aquí.-Habéis estado trabajando muchísimo. Todas vosotras.-Hay mucho que hacer, y cada día que pasa parece una oportunidad perdida –suspiró cuando Rachel encajó una pierna entre las suyas hasta unir los cuerpos de ambas. Besó a Rachel acariciando el centro de la espalda de su amante y remontando luego sus nalgas-. Hummm, me encanta tocarte. Tienes una piel muy suave -separó los labios y los acercó a un pezón de Rachel, rozándolo con la lengua y los dientes-. Y me encanta ese lunar tan sexy que tienes en el pecho.Rachel arqueó la espalda disfrutando del empuje de la boca de Quinn contra su carne. Se rió cuando Quinn lamió la pequeña marca de nacimiento.-Lo odiaba cuando era una cría. Recuerdo que todo mi empeño era convencer a Santana y a Tanner para que se hiciesen tatuajes a juego, y así disimular.-Habría sido una pena -murmuró Quinn deslizando el cuerpo hacia abajo. Chupó el turgente dedal de tejido antes de seguir descendiendo, al tiempo que frotaba la mejilla contra el estómago de Rachel.-Adoro tu boca. ¡Qué cosas hace! -Rachel agarró los cabellos de Quinn y tiró de ellos mientras Quinn jugueteaba con su ombligo. En tono adormilado dijo-: Las dos eran muy decididas, hummm, ¡qué agradable!... -Agitó las piernas, inquieta, cuando Quinn descendió aún más-. Pero...se achicaron.-Me alegro -Quinn rozó con los dedos los muslos de Rachel y enredó la lengua entre el sedoso vello que nacía entre ellos-. No soportaría verte con un corazón...o una mariposa...tatuada en el pecho.-Oh, no íbamos a hacer una cosa tan vulgar. Habíamos pensado...en la mascota del colegio un puma...-Rachel se quedó sin su sensual arrebato cuando Quinn se incorporó bruscamente--. ¿Cariño? ¿Qué ocurre? ¿Sucede algo?-¿Qué? Oh...nada -Quinn buscó la mano de Rachel, la acercó a los labios y besó los nudillos-. Lo siento. Perdóname. Tengo que levantarme.Rachel se incorporó en la cama apoyándose en los codos.-¿Ahora?-Debo comprobar una cosa -Quinn ya se había puesto los pantalones-. Lo siento. ¡Dios, cómo lo siento!-Dime que al menos esto te hace sufrir un poco. Porque si solo yo estoy excitada...-No, por Dios -Quinn se sentó al borde de la cama y puso una mano en la nuca de Rachel atrayéndola hacia ella. La besó en la boca; su lengua buscó acceso y, cuando lo encontró, se demoró dentro-. Créeme, casi me muero. Te he deseado toda la noche.-Pues entonces vete y haz lo que tengas que hacer. Porque, cuando hagas el amor conmigo, no pienso compartirte con nada más -Rachel la empujó con delicadeza-. ¿Te importa que me quede aquí?-Tal vez tarde en regresar -Quinn la besó de nuevo-. Pero me gustaría que esperases. A lo mejor no es nada.-Te estaré esperando.-Volveré en cuanto pueda -Quinn cogió el rostro de Rachel entre las manos y la besó en la frente.-Cuidado, no vaya a ser que te lo haga pagar.-Hazlo.Quinn se marchó, y Rachel se acurrucó en el cálido punto que había ocupado su cuerpo. Cerró los ojos contentándose con disfrutar del olor del pelo de Quinn sobre la almohada. Santana se despertó por culpa del insistente sonido del teléfono móvil. Se sentó en la cama y se inclinó sobre su amante dormida, tanteando la mesilla para localizar el teléfono entre el busca, la pistola y la radio.-Maldita sea -exclamó encontrando por fin el pequeño objeto cuando Britt se incorporó.-Estoy despierta -murmuró Britt, atontada, extendiendo la mano.-No, no lo estás y, sea lo que sea, puede esperar hasta mañana -dijo Santana con irritación mientras abría el teléfono-. Que vuelvan a llamar -cerró el teléfono de golpe y lo puso en el suelo, en su lado de la cama.-Santana, ¿quién era? -preguntó Britt totalmente despierta.Santana abrazó a Britt por los hombros y la atrajo hacia sí.-Nadie. Sigue durmiendo.-¿Te das cuenta de que era mi teléfono?-Tranquilízate, Brittany, y duerme.-Podría haber sido Lucinda o el Presidente.-Como si fuese el Papa. Necesitas dormir.Britt besó la mejilla de Santana, se incorporó y se puso encima de la joven. Estiró un brazo y palpó el suelo hasta que encontró el teléfono; luego, se tumbó en la cama, lo abrió y pulsó la tecla de rellamada.-No te das por vencida, ¿verdad? -dijo Santana.-Pierce -respondió Britt cuando recibió respuesta-. No, lo desconecté sin darme cuenta. ¿Qué ocurre?-¿Lo desconectaste? Un cuerno -murmuró Santana-. Yo sí que te voy a desconectar.Britt dobló el cuerpo sobre el teléfono instintivamente temiendo que Santana se lo arrebatase y lo arrojase al otro lado de la habitación.-Lo siento. Repite eso -mientras escuchaba, Britt sacó las piernas de la cama y se levantó. Fue hacia el sillón donde había dejado la ropa y cogió los pantalones con una mano poniéndoselos torpemente mientras sujetaba el teléfono entre la oreja y el hombro-. Ahora voy.Santana saltó de la cama, desnuda, y se acercó a Britt.-Son las cuatro y media de la mañana. Te acostaste a las dos. ¿Qué es eso tan importante?-Quinn tiene una pista ·-Britt le dio un beso fugaz-.¿Te importa buscarme una camisa limpia mientras me aseo?-¿Cómo va tu dolor de cabeza?-¿Qué?-El dolor de cabeza, Britt.-Bien.Santana encontró una camisa limpia en el primer cajón del tocador, retiró el plástico protector y la estiró mientras se dirigía al baño. Se la dio a Britt con una mano y abrió el botiquín con la otra para coger un frasco de aspirinas.-Toma dos antes de volver al trabajo. Y prométeme que dormirás algo más tarde.Britt se puso la camisa, tragó las aspirinas sin agua y besó otra vez a Santana.-Prometido. Te amo.-Sí, ya -Santana descolgó el albornoz de la puerta del baño, se lo puso y recorrió la casa pues sabía que no podría conciliar el sueño. Pensó en despertar a Rachel para que le hiciese compañía, pero se dio cuenta de que también ella estaba en el pabellón de invitados. Sintiéndose abandonada y mal, barajó la posibilidad de salir a pasear. Reinaba la oscuridad total, y seguía la tormenta. Se contentó con hacer café y, mientras esperaba que la cafetera hirviese, oyó pasos a su espalda. Se volvió y vio a Stark en la puerta.-¿Tienes el turno de noche o tampoco puedes dormir?-Turno de noche.-Estupendo. Vamos a jugar a las cartas. Te voy a enseñar a jugar al pinacle.***Britt entró en el comedor, iluminado por tres flexos y las pantallas de los ordenadores. La lámpara del techo proyectaba una luz muy suave. Felicia y Quinn estaban sentadas ante sendos teclados.-¿Qué ocurre?Quinn señaló la impresora, de la que salía una hoja en ese momento.-Coge eso, Brittany. A ver qué te parece.-¿Dónde está Savard? -preguntó Britt cogiendo la página.-Durmiendo en la casa principal. Podemos llamarla si surge algo -dijo Felicia-. Pensé...-Sí, tienes razón. Alguien debe dormir -Britt frunció el entrecejo ante la imagen en color de la impresora láser. Parecía un trozo de tela de un uniforme militar, pero no reconoció la insignia. La resolución de la imagen no era buena, y las rayas se confundían. Pero se distinguían claramente dos rifles cruzados sobre la bandera de Estados Unidos en la parte superior del escudo-. ¿Qué es esto?-Un trozo de hombrera -respondió Quinn-. La sacamos de una página web y la ampliamos. Es el tatuaje que los cuatro individuos llevaban en el brazo, ¿no crees?-Sí, se parece mucho -Britt cogió una silla y se sentó colocando la hoja sobre la mesa-. ¿De dónde ha salido?Quinn se apartó del ordenador y señaló la pantalla.-De la Academia Militar de Carolina del Norte. David Foster estudió allí desde los nueve a los diecisiete años.-¿Ahí encontrasteis la imagen?-Sí, en la página web de la escuela -respondió Felicia-. El director aparece vestido de uniforme, y recortamos su foto.Britt permaneció callada un rato; luego, se levantó, se acercó al ordenador y estudió las imágenes.-Tenemos que averiguar todo lo que se sabe sobre ese lugar. ¿Cuánto tiempo lleva ese tipo de director?-Lo estoy mirando -murmuró Felicia-. Veintisiete años.-Nos interesa todo lo que haya sobre él. Empezando por su nombre.-General Thomas Matheson.-¿Un general de verdad? -preguntó Britt-. Porque a veces esos tipos presumen de unos galones que no les ha concedido ningún cuerpo de las fuerzas armadas.-Aún no lo sabemos -respondió Quinn-. Estábamos empezando a hacer búsquedas en las bases de datos.-Hay que despertar a Savard. Es su especialidad -afirmó Britt-. Prepararé café. Tenemos que conseguir los expedientes de todos los estudiantes con los que coincidió Foster. A ver si encontramos caras que correspondan con las de los tipos muertos.-Habría que...extraer...esa información de sus bases internas -observó Felicia con cautela.-Vale. Pues piratéalas, Davis. Y que no se enteren.-Sí, señora -se apresuró a decir Felicia con una sonrisa de emoción que suavizó sus remotos y elegantes rasgos.Los dedos de Felicia volaron sobre el teclado, y Britt indicó a Quinn que la acompañase a la cocina.-Buen trabajo. ¿Cómo se te ocurrió?Quinn recordó la sensación de la piel de Rachel bajo los labios, su olor, y se le aceleró el corazón.-Cuestión de suerte. Alguien me habló de un tatuaje con la mascota de su colegio, y pensé en los emblemas escolares -abrió la puerta de la alacena y le dio el bote de café a Britt. Se cruzó de brazos al darse cuenta de que había olvidado ponerse el sujetador con las prisas.Britt siguió sus movimientos y se apresuró a desviar la mirada.-Es la primera pista que tenemos y parece sólida.-¿Crees que Foster conoció a esos tipos, al menos a alguno de ellos, en la escuela y que posteriormente reanudaron la amistad?-Es muy posible.-¡Dios! -exclamó Quinn-. ¿Por qué?-Eso es algo que tal vez no logremos comprender. Me contento con saber cómo.-Si se confirma -dijo Quinn-, será una pesadilla mediática. No podemos dejar que esto trascienda.-Supongo que por eso estás aquí, ¿no? -Britt habló sin rencor con los ojos fijos en Quinn-. Para controlar el flujo de información.-Ni siquiera la CIA puede hacer algo así, Brittany, y lo sabes.-Pero a la CIA se le da muy bien ocultar situaciones incómodas.Quinn no dijo nada. No podía refutar algo que ambas sabían que era verdad.

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Honor
ספרות חובביםes una historia que leí en otra pagina y me gusto muchísimo trata de una historia brittana, involucra amor, pasión y accion