Capitulo 3
Britt, con los ojos cerrados, estaba llena de sensaciones: de la maravillosa maraña de los cabellos de Santana resbalando entre sus dedos, del calor de la boca de Santana quemando su abrasada piel, y de la ternura de los labios de Santana arrastrándola al borde de la rendición. El primer anuncio del orgasmo surgió de lo más recóndito de su ser, se enroscó en la boca de su estómago y se deslizó como zarcillos de fuego por su columna vertebral. Se le puso piel de gallina, los músculos de sus muslos se estremecieron y sus caderas se elevaron en silenciosa súplica, reclamando más a su amante.-¡Qué maravilla! -susurró Britt, hechizada.Santana, sin dejar de gemir, acarició el estómago de Britt, sintiendo cómo se tensaban los músculos de su amante antes del impulso final de la plenitud. En ese momento, cuando la belleza pura y simple estaba a punto de brotar entre sus manos y florecer junto a sus labios, siempre se le agolpaba la respiración en el pecho y la sangre tronaba en sus oídos. Sonó el teléfono móvil de Britt. Britt gimió; el placer dejó paso a la angustia. Santana apartó la boca.-No contestes.Pero Britt dio la vuelta en la cama y cogió el teléfono que estaba en la mesilla. Haciendo un denodado esfuerzo por contener la urgencia que clamaba por escapar de sus entrañas como algo salvaje, aclaró las ideas y dijo con voz ronca:-Pierce.Santana se apartó, respirando con dificultad, se dejó caer de espaldas y miró el techo. Cogió la sábana y cubrió con ella los cuerpos de ambas. "¡Sólo queríamos unas horas para nosotras!" Se había permitido olvidarse de todo, excepto de Britt, durante aquellas horas, y el idilio había terminado de pronto. Se mesó los cabellos, procurando contener la rabia. "No es culpa de nadie. De Britt no. Ni del que está al otro lado del teléfono. De nadie. Simplemente es así." En otra época, en otro lugar, ya se habría levantado y vestido. Si no le hubiese importado nada la mujer a la que había estado a punto de llevar a la cumbre del placer, habría descargado su rabia sobre el primero que encontrase: ella misma, su amante eventual o, a veces, sus amigas. Pero en aquel momento estaba sola con la mujer que amaba, y no podía desahogar la ira, tenía que tragársela. Si se desahogaba, destruiría hasta el recuerdo de las escasas horas de paz que había disfrutado en brazos de Britt. Britt apagó el teléfono, lo cerró y se volvió hacia Santana.-Lo siento...-No -se apresuró a decir Santana, mirando a su amante-. No pasa nada. -Atrajo a Britt hacia sí poniéndole una mano en la nuca, acercó la boca a la de Britt y la besó tiernamente mientras deslizaba la otra mano entre los muslos de Britt. Sonrió sobre los labios de su amante mientras oía sus profundos gemidos-. Aún estás temblando.-Estoy lista... Dios, no pares... -A Britt se le empañó la visión mientras Santana la acariciaba.-Jamás -susurró Santana, fijándose en los ojos vidriosos de Britt. Cuando Britt echó la cabeza hacia atrás, con el cuello arqueado y el cuerpo sacudido por los temblores, Santana la puso de espaldas y la penetró con largas y profundas caricias, arrastrándola, poseyéndola-. No pararé nunca... nunca, nunca...-Ah... Dios -suspiró Britt cuando recobró el aliento. Rodeó con los brazos desmadejados los hombros de Santana y rozó con los labios la sien húmeda de su amante-. Estupenda sincronización-¿La mía o la del teléfono? -preguntó Santana, perezosamente.-¿Qué teléfono?Santana bajó la cabeza y besó el nacimiento del cuello de Britt.-Te amo, pero ¿qué ha sido de la comandante?Britt acarició la espalda de Santana, suspirando.-Era Sam.-Lo suponía. Es el único que tiene huevos para llamarnos cuando estamos aisladas. -Santana se preparó mentalmente-. ¿Qué ocurre?-Eric Mitchell no nos ha dado las dos semanas que nos prometió.-Ha publicado la historia. -La voz de Santana sonó hueca.Hacía casi una semana que Britt y ella se habían reunido con el periodista, pero recordaba hasta la última palabra de la entrevista de media hora.[b style="mso-bidi-font-weight:normal"]Flasback[/b]Britt respondió al interfono, escuchó unos momentos y dijo:-Que pase. -Colgó el teléfono y se dirigió a Santana: -¿Preparada?Santana asintió. Extendió la mano en silencio y se sintió segura cuando los dedos de Britt enlazaron los suyos. Se inclinó hacia delante y dio un fugaz beso a Britt.-Estoy bien.Mientras Britt abría la puerta al visitante, Santana se acercó a los amplios ventanales del salón de Britt y contempló Washington. Habían preferido reunirse con el periodista en el apartamento de Britt y no en la Casa Blanca. No se trataba de un encuentro oficial, sino muy personal. Poco antes en los periódicos de todo el país había aparecido una fotografía clandestina de Britt y de ella. La imagen era borrosa y no se identificaba a Britt, pero el hecho de que las hubiesen sorprendido en un momento de intimidad hablaba por sí solo. Los medios se lanzaron a todo tipo de especulaciones sobre los detalles de la "aventura amorosa" de Santana y varias "fuentes confidenciales" la situaron en brazos de cerebros de la mafia, estrellas cinematográficas e incluso miembros del gabinete de su padre. En condiciones normales, no habría hecho caso y esperaría a que los rumores muriesen, eclipsados por la siguiente catástrofe natural o emergencia nacional. Pero su relación con Britt no iba a terminar; de hecho, deseaba que se convirtiese en lo más importante de su vida. En tal caso no podían seguir viviendo en secreto. En un intento por acallar los rumores y controlar la propagación de falsedades decidió, con la aprobación de su padre, revelar su identidad sexual y su relación amorosa con Britt. Para ello eligió a un periodista casado con una antigua compañera de la universidad, confiando en que la vieja amistad redundase en cierto grado de discreción. Al oír la voz profunda de Britt en la puerta, Santana se volvió, decidida y preparada.-Señorita López -saludó Eric Mitchell, un hombre alto, delgado, con una incipiente calvicie, de treinta y tantos años, extendiendo la mano-. Es un honor serle de ayuda.Santana le estrechó la mano, serenándose ante la firme mirada azul pálida del hombre. Señaló una silla cercana, cogió a Britt de la mano y se sentó con ella en un sofá.-Quiero hacer una declaración -afirmó Santana, muy tranquila-. Me parece bien que incluya mis comentarios en su artículo, pero le ruego que hable del momento oportuno para publicarlo con la jefa de gabinete de la Casa Blanca, Lucinda Washburn, y con el secretario de prensa para que puedan preparar la respuesta.Mitchell sacó un fino cuaderno y un bolígrafo del bolsillo interior de la chaqueta. Abrió el cuaderno y buscó una página en blanco. Alzó los ojos y miró a la primera hija.-No necesito el permiso de la Casa Blanca para entregar un artículo, señorita López.Britt emitió un ruidito similar a un gruñido. Santana apretó la mano de su amante y esbozó una fría sonrisa.-Lo sé muy bien, señor Mitchell. Sólo se lo sugiero como un rasgo de cortesía, dadas las circunstancias.-Lo entiendo, y haré todo lo que pueda.-La señorita López tiene previsto acudir a una serie de actos oficiales, entre ellos una reunión con el presidente de Francia y los ministros de sanidad de varios países europeos en París la semana que viene -observó Britt, oportunamente-. Mientras esté fuera del país, es esencial que no tengamos que afrontar la acuciante atención de los medios que, sin duda, generará esta historia.-Me hago cargo del peso que supone el escrutinio público, señorita López. -Mitchell asintió de nuevo, mirando con gesto expectante tanto a Britt como a Santana. -Procuraré acordar con mis editores y con la Casa Blanca una fecha de publicación aceptable para todos.-Gracias -respondió Santana, que creía en la sinceridad de Mitchell, pero se daba cuenta de lo dificilísimo que era controlar cualquier cosa bajo los deslumbradores focos de los reflectores de Washington. Miró a Britt, que le devolvió la mirada con una sonrisa y un apretón de mano. Le bastaba con la firme confianza de los ojos de Britt y el sólido consuelo del hombro de su amante junto al suyo. Centró de nuevo la atención en el periodista, que esperaba en silencio, y dijo con voz clara y serena: -Deseo hacer una declaración pública sobre mi vida privada. Debido a las singulares circunstancias de la visibilidad de mi familia, considero importante aclarar determinados asuntos suscitados por la reciente foto en la que estoy con mi amante, que casualmente es una mujer.La expresión del periodista no cambió. Sostuvo la mirada de Santana sin inmutarse.-Lo sabe su padre?-Sí.-¿Y lo aprueba?La expresión de Santana era glacial, pero sin perder la compostura.-Esa es una pregunta que debe responder mi padre, aunque creo que hay asuntos de mucha mayor importancia para usted y el resto de los medios de comunicación.-Sin duda, pero se trata de una pregunta cuya respuesta querrá conocer todo el mundo.Santana dudó, sin saber muy bien dónde trazar la línea que separaba lo personal de lo público, sobre todo en lo referente a su padre.-Mi padre conoce mi orientación sexual y me apoya totalmente.-¿La mujer de la fotografía es su amante actual?-Sí.Britt se inclinó hacia delante.-Yo soy la otra persona de la fotografía.Mitchell perdió la compostura por primera vez y alzó las cejas, sorprendido.-Es usted la jefa del equipo de seguridad de la señorita López, ¿verdad, agente Pierce?-En efecto. –Britt lo miró sin pestañear. -Pero hoy estoy aquí como amante de la señorita López.-¿Sus superiores conocen su relación? -Escribía furiosamente sin apartar los ojos de Britt.-Aún no. Pero se lo comunicaré en las próximas veinticuatro horas.-¿Cree que la despedirán?Santana se puso tensa.-No lo sé -respondió Britt tranquilamente.Mitchell se dirigió de nuevo a Blair.-¿Su padre conoce a la agente Pierce?-Sí.-¿Desde cuándo?-Eso no viene al caso -repuso Britt, en tono terminante. Su voz transmitía crispación.-¿Piensan continuar con su relación después de esta declaración pública, teniendo en cuenta su peculiar vínculo profesional?-Sí -afirmaron ambas sin titubear.A partir de entonces la entrevista prosiguió como Santana había previsto, con las preguntas habituales sobre el momento en que se había dado cuenta de su orientación sexual, detalles de relaciones anteriores, y suposiciones sobre las consecuencias de la declaración en la campaña de su padre a la reelección. Santana se negó a responder a la mayoría de las preguntas porque nadie tenía derecho a saber determinadas cosas. También se negó a especular sobre la postura de la Casa Blanca. No había sido una conversación agradable, pero tampoco había resultado tan difícil como sin duda habría sido si Britt no hubiese estado con ella. Tras muchas discusiones y golpes de pecho en el Ala Oeste los días posteriores a la entrevista, se llegó a un acuerdo sobre la fecha de publicación de la historia. Mitchell y sus editores arguyeron que había grandes probabilidades de que se produjese una filtración desde el Capitolio y de que otro periódico reventase la historia. Querían publicarla inmediatamente. Lucinda Washburn afirmó que eso pondría en grave peligro a Santana mientras estuviese en el extranjero. Por fin, todas las partes se comprometieron a esperar dos semanas, lo cual daría tiempo a Santana y a su equipo de seguridad de regresar a Estados Unidos antes de que saltase la noticia.[b style="mso-bidi-font-weight:normal"]Fin del flasback[/b]-Dios -suspiró Santana. Le había costado mucho tomar la decisión de hacer público algo tan personal; de hecho, llevaba toda su vida adulta evitándola. Si no se hubiera enamorado de Britt, tal vez nunca hubiese divulgado la información voluntariamente-. No es una buena noticia.-Lo siento, cariño. -Britt se incorporó en la cama y apoyó la espalda en el cabecero, sin dejar de abrazar a Santana-. Tenemos que regresar a la base para que Sam me ponga al tanto. Creo que sé de dónde sale esto.-No tendremos que acortar el viaje, ¿verdad?Britt no dijo nada.-¡Maldita sea, Britt! No permitiré que la opinión pública dirija mi vida. -Santana se levantó y caminó como un gato enjaulado por la pequeña habitación, sin importarle su desnudez.-Santana -dijo Britt con dulzura. Como su amante no dio señales de oírla, la llamó de nuevo, alzando un poco la voz-. Santana.Santana se detuvo a los pies de la cama, lanzó una mirada fulminante a Britt y reanudó el recorrido de los tres metros que había entre la puerta y la ventana.-No me preocupa la opinión pública -dijo Britt en tono ecuánime. No se había movido, sino que permanecía recostada sobre las almohadas, con la sábana en torno a la cintura-. No tenemos gente suficiente entre los nuestros para controlar multitudes, pero puedo pedir seguridad extra a los franceses si hace falta.-Conozco ese tono de voz, Pierce -repuso Santana, cortante, deteniéndose bruscamente y encarándose con Britt, con las manos en las caderas y lanzando chispas por los ojos-. Es la voz de mando, lo cual significa que mi amante ha desaparecido. Odio que hagas eso.-Ya lo sé. -Britt apartó las sábanas, suspirando, y se levantó de la cama buscando los pantalones por segunda vez esa mañana. Se los puso y hundió las manos en los bolsillos mientras arrimaba la cadera a la mesilla para dejar a Santana más sitio en su incesante paseo-. En Europa ha habido un resurgimiento de la disidencia de derechas en los últimos cinco años, y Francia es uno de los centros de actividad.-¿Crees que alguien intentará matarme porque soy lesbiana?Britt vivía, minuto a minuto, con la seguridad de que alguien, en algún lugar, trataría de hacer daño a la mujer que ella amaba por razones incompresibles para cualquiera en su sano juicio. Pero los asesinos no estaban en su sano juicio, y los fanáticos necesitaban motivos muy poco racionales para perpetrar actos terroristas.-Debo considerar esa posibilidad, sí. Lo cual significa que tengo que repasar tu vulnerabilidad tras este último acontecimiento. Forma parte de mi trabajo.Santana fue hasta la mesilla y cogió el móvil de Britt. Britt la miró, totalmente confundida.-Tengo que llamar a Felicia.-¿Por algún motivo especial?-Necesito ropa. –Santana marcó el número del centro de mando y ordenó-: Que Davis me llame a este número. -Se sentó al borde de la cama y dejó el teléfono a su lado.Britt pregunto con curiosidad:-¿Por qué Felicia? Stark es tu agente principal.Santana cabeceó, sonriendo a su pesar.-Es cosa de chicas. No lo entenderías.-Seguramente no. -Britt se sentó a su lado, con una sonrisa, y le cogió la mano. Con la otra mano arrastró la sábana y envolvió con ella el cuerpo de Santana-. La vista es espectacular, pero te vas a resfriar.-No mientras esté tan cabreada -murmuró Santana, aunque dejó que Britt la cubriese.-¿Comprendes mis preocupaciones?-Sí. -Santana entrelazó los dedos con los de Britt-. Pero no me gustan. Está previsto que visite el centro de cáncer de mama del Instituto Gustave Roussy esta tarde. Esperaba tener unas horas para mí por la mañana para dibujar en los jardines de las Tullerías.-Y aún lo puedes hacer. Sólo debo ponerme al día sobre posibles células activas en el entorno de París y echar un vistazo a los teletipos. -Britt se llevó la mano de Santana a los labios y le besó los dedos-. Dame una hora, más o menos, para reunirme con el equipo y luego hablaremos del programa del día.Santana volvió la cabeza y examinó la cara de su amante. La mirada de Britt era tierna y cálida.-Antes no solías pedir.-Ya lo sé. -Britt deslizó los dedos de Santana sobre su propia mejilla, ansiosa de contacto-. Pero eso era antes de enamorarme de ti.-¿Crees que, cuanto más tiempo estemos juntas, conseguiré mayor libertad?-No, no creo -murmuró Britt, con ojos brillantes-. Me parece que ya has conseguido todo lo que estoy dispuesta a ceder.Santana se acercó más a Britt, la cogió por la cintura y apoyó la cabeza en el hombro de su amante.-Soy muy convincente.Britt envolvió a Santana en un abrazo y la besó en la frente.-Humm. Créeme, lo sé.En ese momento sonó el teléfono, y Santana lo cogió.-Santana López... ¿Felicia?... Necesito un kit de maquillaje de emergencia y algo que ponerme. Sí... unos pantalones flojos y una blusa irán muy bien. ¿Puedes ir a mi habitación y coger las cosas?... Claro, media hora me parece genial. -Santana ignoró a propósito el gesto de curiosidad de Britt-. Te doy la dirección en la que estamos. -Tras dar las indicaciones a Felicia, Santana apagó el teléfono y lo dejó a un lado. Miró a su amante con gesto muy serio y preguntó-: ¿Pedimos el desayuno o hacemos alguna otra cosa en esta media hora?Britt enmarcó el rostro de Santana entre las manos y se inclinó para besarla largamente, disfrutando de la delicadeza de sus labios y del calor que despedían sus manos. Cuando apartó la boca, habló con voz ronca:-Siempre hay algo que me gusta hacer con usted, señorita López. Pero dadas las circunstancias, creo que el desayuno es lo menos arriesgado.Santana deslizó los dedos por el centro del pecho desnudo de Cam.-Sé que eres de las que evitan los riesgos.-Sin duda has puesto a prueba mis límites. -Britt se rió, cogió la mano de Santana y detuvo sus incitantes iniciativas-. Por tanto, tendré que declinar la oferta de más placeres de momento.-¡No me digas! -Santana plantó las dos manos sobre el pecho de Britt, la empujó sobre la cama y se puso a horcajadas sobre ella. Se inclinó con los brazos apoyados en los hombros de Britt y bajó la cabeza lentamente, sin apartar los ojos de los de su amante. Eso ya lo veremos, comandante.06.35. 16 agosto 2001-Al habla el jefe de equipo: ¿Me recibe?-Jefe de equipo: Entendido, Perro Rojo-Objetivo localizado. Esperando luz verde-Jefe de equipo: Estén preparados-Entendido. Que el equipo ataque
![](https://img.wattpad.com/cover/52991335-288-k28796.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Honor
Fanfictiones una historia que leí en otra pagina y me gusto muchísimo trata de una historia brittana, involucra amor, pasión y accion