Capitulo 1
16 de agosto del 2001
La recepcionista de la pequeña pensione de la Rue Seguier apartó la vista del periódico cuando se abrió la puerta y entraron dos desconocidas. Pasaba de la medianoche, una hora poco habitual para la llegada de huéspedes, pero estaba acostumbrada a cosas poco habituales en St-Germain, el arrondissement de París famoso por sus artistas, filósofos, pioneros de la moda y, en tiempos más recientes, por los turistas. Las costumbres e inclinaciones de estos últimos eran inabarcables, y había aprendido a ocultar sus escasas reacciones de sorpresa o desánimo ante los hábitos de los huéspedes. No obstante, aquella noche sintió una repentina curiosidad. Dos mujeres con trajes de fiesta caminaron hacia ella sobre la gruesa alfombra. Distaban mucho de ser mujeres corrientes, incluso para los criterios de la Orilla Izquierda. Una era una morena de belleza espectacular con un vestido de noche negro azulado que dejaba los hombros al descubierto y un chal de lentejuelas a juego, muy haute couture. Llevaba los espesos cabellos negros recogidos en la nuca, y el maquillaje, sutil y aplicado con mano experta, se limitaba a realzar la belleza natural de los grandes y profundos ojos marrones y los elevados pómulos. Tenía labios generosos y exuberantes, hechos para besar o para reír a carcajadas. En aquel momento se estaba riendo, mientras con los dedos de la mano derecha sujetaba en ademán posesivo el brazo de su acompañante. La otra mujer también era fascinante, pero de un estilo completamente distinto. Un poco más alta que su compañera morena, llevaba una chaqueta ceñida y pantalones de esmoquin negros. Su rubia melena contrastaba con la melena oscura de la otra, no sólo en los colores, sino también en la innegable aura de intensidad que proyectaba. Sus cabellos rubios como el oro se rizaban sobre la nuca, mientras por delante una onda ingobernable que desafiaba cualquier tipo de arreglo acariciaba su frente. Sus ojos eran azules y penetrantes, incluso desde el otro extremo de la habitación. La morena se movía con la agilidad y gracia de una bailarina, pero aquella mujer, más enérgica y esbelta, avanzaba con la agilidad muscular de un depredador de la jungla. Cada una de ellas emitía un aire de vitalidad y fuerza animal, y juntas formaban una pareja asombrosamente atractiva. "Y no cabe duda de que son pareja. Se mueven al mismo ritmo, sus cuerpos apenas se rozan, pero se funden... Oh sí, están juntas."
-Bonsoir. ¿En qué puedo ayudarlas?-Queremos una habitación -dijo la agente del Servicio Secreto estadounidense Brittany Pierce en perfecto francés. Miró a su acompañante y sonrió-. Algo privado y con vistas.-Creo que tengo lo que buscan -respondió la recepcionista con un asomo de sonrisa. Se volvió y cogió una llave de los casilleros de madera que tenía detrás. El servicio de aquel hotelito, cuya decoración había conocido tiempos mejores, era personal y no había ordenadores. Reinaba cierto aire de intimidad en el pequeño vestíbulo, atestado de mobiliario de madera tallada y de lámparas de araña apagadas-. Desde su balcón se ve Notre Dame. Si llaman a recepción por la mañana, les subirán el desayuno.Britt miró a su amante con una ceja levantada mientras cogía su cartera.-¿Te parece bien?Santana López se movió y rozó con la cadera el muslo de Britt mientras le acariciaba la espalda. Aunque pasaban juntas casi todas las horas del día, apenas podían tocarse. Así que en aquel momento disfrutaban hasta del más mínimo contacto.-Perfecto.Nunca habían pasado la noche juntas y a solas, al menos no realmente a solas, sin que hubiese vigilancia ante la puerta o alguien de servicio controlando su localización. Hacía más de medio año que eran amantes y se habían despertado la una en brazos de la otra menos de media docena de veces. Aquella noche, en la minúscula pensión de la ciudad del amor, por primera vez podían ser simplemente amantes.-Aquí tienen. -La recepcionista entregó una llave a Britt, que cubrió la breve tarjeta informativa que la acompañaba-. Segundo piso.-Gracias -dijeron Britt y Santana al mismo tiempo antes de alejarse cogidas de la mano.Renee Savard estaba dormida cuando llamaron a la puerta de su habitación de hotel. Dio la vuelta en la cama con cuidado, procurando no lastimar el hombro izquierdo herido, y miró el despertador: las 2.12 de la madrugada. La agente del FBI espabiló casi al momento, totalmente despierta tras años entrenándose para pasar del sueño más profundo a la acción inmediata; se levantó a toda prisa, cogió la bata que estaba sobre una silla y se la puso con precaución. La herida de bala del hombro izquierdo estaba en vías de curación, y aunque le habían aconsejado dar reposo a la articulación el mayor tiempo posible, aprovechaba la menor oportunidad para prescindir del apoyo restrictivo del inmovilizador. No sólo le costaba trabajo vestirse con él puesto, sino que se sentía indefensa y vulnerable con un solo brazo en funcionamiento. Valía la pena sufrir un poco de dolor a cambio de poder defenderse si hacía falta. Segundos después miró a través de la mirilla de seguridad y se apresuró a descorrer la cerradura y a abrir la puerta con una amplia sonrisa.-¿Qué haces aquí? Creí que esta noche estabas de servicio.Paula Stark se hallaba en el pasillo del hotel, levemente ruborizada, pero incapaz de disimular su alegría. Vestía la chaqueta y pantalones negros que había usado mientras estaba de servicio como agente principal del servicio secreto en el equipo de Santana López. Llevaba el arma en la funda de la cadera, prendida en el lado derecho del cinturón. Extendió la mano, encogiéndose de hombros, y ofreció a Renee un pequeño ramo de rosas rojas y gipsófilas blancas.-Casualmente pasaba por aquí.Renee, encantada, apoyó un hombro en el marco de la puerta y miró de arriba abajo a la joven agente morena y musculosa, deleitándose como siempre en su aspecto sincero e íntegro.-No esperaba verte durante una temporada. Al fin y al cabo, estoy de baja, pero tú tienes que trabajar.-¿Ocurre algo? Bueno... ya sé que es tarde...-Hum. No pasa nada- Renee extendió la mano para coger las flores y las acercó a la nariz, sonriendo de nuevo. Luego se hizo a un lado y señaló su habitación-. Entra.Stark entró en la habitación del hotel, con el corazón desbocado. El noviazgo era algo nuevo para ella, como cualquier tipo de relación, y una relación con una mujer ni siquiera se le pasaba por la imaginación un año antes. Pero todo cambió el día en que Renee Savard fue destinada temporalmente al equipo de seguridad de Santana López. Durante la persecución de un terrible acosador que había amenazado con matar a Santana y que casi había acabado con la comandante, Stark se dio cuenta de lo mucho que quería a aquella mujer. Habían estado a punto de consumar su relación una semana antes.Flashback-Me parece increíble que te hayas ofrecido voluntaria para trabajar otra noche. ¿Cuántas son... tres seguidas? -Renee tenía una expresión desafiante cuando cruzó el salón para encararse con Stark.-Dos... bueno, dos y media, supongo, pero no me ofrecí voluntaria para la última noche -se apresuró a decir Stark a modo de autodefensa.-Permanecer levantada dos noches seguidas podría herir profundamente mi ego, ¿sabes?-La situación es bastante complicada desde que la comandante y Egr... es decir, Santana... procuran que no se note demasiado que pasan tiempo juntas -explicó Stark, muy seria-. Resulta más fácil si yo...Paula, cierra el pico. -Renee ejecutó la orden, tapándole la boca a Stark.El gritito de sorpresa de Stark fue sustituido por un leve gemido cuando la lengua de Renee acarició sus labios y se introdujo en su boca. Rendida, Stark cerró los ojos y dejó que el calor y la ternura de las caricias la atravesasen hasta conmover la última célula. Cuando el beso acabó, Stark abrió los ojos, confundida porque no podía centrar la vista. La cabeza le daba vueltas.-Ha sido maravilloso -acertó a decir con voz temblorosa. De pronto, hacía mucho calor en el apartamento.Renee posó la mano sobre la mejilla de Stark y apartó suavemente el pelo de la sien de su amiga con dedos agitados.-Sí que lo ha sido. Y hay cosas mucho más maravillosas aún.-No existe cupo ni nada por el estilo, ¿verdad? -Stark deslizó los labios sobre los dedos que acariciaban su rostro.-En absoluto -respondió Renee con voz ronca y grave-. De hecho, creo que las reservas son inagotables.-Me parece muy bien, porque voy a querer muchísimo. ¿Ahora mismo?-¿Y tu hermana? -Stark apoyó las manos en la cintura de Renee y se acercó hasta que los muslos de ambas se rozaron. Le agradó comprobar que también Renee estaba un poco nerviosa.-Es poli de siete a siete. Y no nos molestará si estamos...dormidas cuando llegue.-Sí, pues entonces ahora sería genial. -A Stark le preocupaba que no le respondiesen las piernas si esperaban mucho más, porque estaba empezando a temblar de arriba abajo.-¿Estás segura? -No había el menor rastro de ironía en el tono de Renee, sólo una amable pregunta, llena de paciencia, ternura y dulce deseo.-Tengo muchísimas ganas de hacer el amor contigo –confesó Stark, cuyo cuerpo vibraba de ganas-. He querido tocarte desde siempre.Renee soltó un brusco suspiro.-No puedo esperar más.Stark la abrazó por la cintura, y antes de besarla susurró:-Pues no esperemos.En el dormitorio, Renee se inclinó para soltar la correa que sujetaba el arma contra su pecho. Le temblaba la mano.-¿Te ayudo? -Stark tenía seca la garganta y la voz ronca.Renee asintió, sonriendo tímidamente.-Sería mejor.Stark se acercó y comenzó a quitar con mucho cuidado el arnés de restricción.-¿Esto es seguro?-¿Qué parte?Había un matiz en el tono de Renee que obligó a Stark a alzar la cabeza bruscamente y a rebuscar en las profundidades de los ojos marrones de Renee.-¿Ocurre algo?-Estoy nerviosa -confesó Renee-. Eh... no sé por qué.-¿Has cambiado de idea? -Stark trató de hablar con voz normal—. ¿Nerviosa? Más bien aterrorizada.-Eres especial -susurró Renee, cuyos dedos aletearon sobre el rostro de Stark-. Quiero... Oh, Dios... te parecerá estúpido. Casi prefiero esperar hasta que sepamos adónde nos llevará esto.-¿Te refieres a algo más, aparte de la cama?Renee asintió de nuevo sin decir nada.-No me parece estúpido. -Conmovida y, en cierto modo, aliviada, Stark agarró a Renee por la cintura. Su cuerpo estaba a punto y creía que su corazón también. Pero sólo habría una primera vez para ella-. Suena... precioso. -Tomó aliento con dificultad-. No me importa esperar.-¿De verdad?Stark esbozó una débil sonrisa.-Bueno, sí... me importa... pero no importa. Ya me entiendes.-Hum. -Renee le dio un prolongado beso-. Sí, te entiendo.Aunque ambas se habían vuelto atrás, Stark temía que Renee también cambiase de idea acerca de estar con ella. Sin embargo, quería que su relación amorosa fuese algo más que el mero placer físico. Había experimentado el salvaje estremecimiento durante unas horas de frenesí una noche con Santana López, y aunque había sido algo maravilloso y memorable, ansiaba mucho más de Renee Savard. No sabía muy bien qué señal esperaba, pero le parecía que esperar era lo correcto. Y para Paula Stark hacer lo correcto resultaba fundamental. Por tanto, se lo tomaría con calma aunque nunca pasasen de la etapa de los besos. "Y me muera por falta de oxígeno y se me hinchen horriblemente todas las partes del cuerpo."Fin del flashback-Aún no me has explicado qué haces aquí -dijo Renee, cogiendo uno de los vasos de plástico y dirigiéndose al cuarto de baño para llenarlo de agua.-La comandante nos dio libre el resto del turno –respondió Stark, yendo a la habitación contigua-. Ya sé que es tarde, pero fuera está todo precioso y me pareció... que tal vez te gustase salir a pasear.-¿Pasear? -Renee se volvió, con la cabeza ladeada y una expresión de desconcierto en el rostro-. ¿Te presentas en plena noche y me preguntas si me apetece salir a pasear?Stark, un tanto dudosa, pero decidida a insistir, asintió con gran seriedad.-Supongo que debería haber llamado...Renee se apresuró a salvar la distancia que las separaba y abrazó a Stark por el cuello, acallando las palabras que iba a decir con un beso. Después de disfrutar de la ternura de la boca de Stark y de calmar un poco el hambre que siempre la asaltaba cuando imaginaba cómo sería sentir el poderoso cuerpo de Stark sobre el suyo, apartó la boca y se rió.-Me parece maravilloso. Voy a vestirme.-¿Qué tal tu brazo? -preguntó Stark cuando recuperó el aliento. Los besos de Renee siempre la cogían desprevenida, igual que cuando la tocaba en cualquier parte. Pasaba muchas horas del día imaginando que tocaba a Renee y que Renee la tocaba a ella.-Mejor.-¿Te ayudo? -se ofreció Stark con dobles intenciones.Renee alzó una ceja.-¿Puedo confiar en ti?-Ah... -Stark se encogió de hombros y sonrió-. En los días buenos. Más o menos.-¿Te encuentras bien? -preguntó Renee dulcemente, fijándose en la expresión reservada de Paula. Deslizó los dedos sobre las amplias mejillas hasta la potente mandíbula, y luego en torno al exuberante labio inferior-. Eres preciosa.Stark se puso colorada y bajó la cabeza.-No -repuso con voz ronca-. Tú eres preciosa. Yo sólo soy...útil.-¿Útil? Hum -Renee se rió, posando la mano en medio del pecho de Stark, sin reprimir la necesidad de tocarla-. Eso habrá que verlo, ¿no crees?Stark miró a Renee a los ojos y vio en ellos el mismo deseo que sabía que transmitían los suyos.-Sí, supongo que sí, algún día.Renee retrocedió, porque si hacía algo más no podría parar. Había conocido a otras mujeres, pero sin mantener ninguna relación seria desde tiempos ya lejanos, y las aventuras recientes no habían pasado de ser diversiones mutuas. Primero la Academia del FBI y luego las exigencias de abrirse camino en el mundo competitivo y varonil de la Agencia habían consumido no sólo todo su tiempo, sino también toda su energía. No se había dado cuenta de cuánto echaba de menos una relación humana que fuese más allá del contacto físico hasta que apareció Paula con su pura sinceridad y su tierna compasión. En aquel momento, aunque deseaba con todas sus fuerzas tener a Paula entre sus brazos, en su cama, prefería esperar hasta cerciorarse de que era algo más que otro momentáneo desahogo en medio de la soledad. La espera resultaba a veces muy sacrificada, pero por otro lado disfrutaba con la dulce ilusión.-Siéntate -dijo Renee en tono amable-. Estaré lista en cinco minutos.Stark, obediente, retiró una de las sillitas que estaban junto a la minúscula mesa situada delante de la ventana.-Así que Egret está bien abrigadita esta noche, ¿verdad? -preguntó Renee en tono informal mientras sacaba los vaqueros y una camisa limpia del armario. Egret era el nombre en clave de Santana López, el que solían utilizar los agentes para referirse a ella.-Yo... esto... -dudó Stark, resistiéndose a hablar de su protegida incluso con la mujer que formaba parte del equipo igual que los agentes del servicio secreto que cuidaban a Santana diariamente. Renee había estado a punto de morir al frustrar un plan para matar a la hija del presidente. El silencio de Stark no se debía a la desconfianza, sino a una arraigada costumbre.-¿Paula? -Renee alzó los ojos mientras introducía con mucho cuidado el brazo herido en una manga-. ¿Ocurre algo?Stark desvió la vista de la piel que quedó al descubierto cuando Renee se inclinó para ponerse los vaqueros. Renee no se abrochó la camisa, que apenas tapaba sus pechos. Su piel era suave y tersa, invitaba a la caricia.-Yo...-¿Algún problema? -repitió Renee con la cabeza inclinada y un matiz de curiosidad en la voz.-No, ningún problema. -Stark despejó las ideas y continuó-: La comadante está con ella. Ellas... se han tomado un tiempo para asuntos personales.Renee se abrochó la camisa y se enfundó los vaqueros, protegiendo siempre el brazo izquierdo.-¿En serio? Eso es una violación del protocolo, ¿no?Stark se encogió de hombros, incómoda.-Sí y no. Las acompañamos durante gran parte del trayecto, y la comandante está con ella.-Me parece como si estuviesen haciendo novillos. –Renee se calzó los mocasines-. Y me alegro por ellas. Han vivido un verdadero infierno los últimos seis meses y merecen un tiempo a solas, para disfrutar la una de la otra.Cruzó la habitación, se acercó a Paula y le tendió la mano.-Como nosotras. Vamos, salgamos a pasear por esta preciosa ciudad.Con un ágil movimiento Stark se levantó y deslizó un brazo en torno a la cintura de Renee. Se inclinó y la besó con ternura. El beso no acabó hasta que recorrió el interior de los labios de Renee, no una vez, sino varias. Stark se apartó y asintió, casi sin aliento.-Sí, salgamos.Como si lo hubieran planeado, Britt y Santana se detuvieron ante la puerta de la habitación 213 y se miraron. Britt alzó una mano y acarició la mejilla de Santana con el dorso de los dedos.-Te amo.Santana inclinó la cabeza y dio un prolongado beso a Britt antes de apretar con fuerza la mano de su amante.-Yo también te amo.Britt abrió la puerta, y ambas atravesaron el umbral. Santana se volvió y corrió la cadena de seguridad, luego se adentró en la habitación iluminada por la luna y rodeó con los brazos el cuello de su amante, apoyando la mejilla en el pecho de Britt. Con una voz impregnada de asombro, murmuró:-Me parece increíble que estemos aquí. Ojalá supieras cuántas veces he soñado con esto.-Lo sé. -Britt enlazó los brazos sobre la cintura de Santana, la atrajo hacía sí y posó la mejilla sobre la cabeza de la joven-. Yo también.-Me gustaría... -suspiró Santana, sabiendo que el deseo sólo producía decepción. Era quien era, y eso la condicionaría durante toda su vida. Era la única hija del presidente de los Estados Unidos. Cuando su padre dejase el cargo, el peso y el privilegio de esa responsabilidad seguiría existiendo. Sabía que su notoriedad acabaría por difuminarse, pero tardaría mucho tiempo. Su padre estaba en el primer mandato y probablemente habría un segundo. Estaría expuesta ante la opinión pública (o ante la fuerza de un huracán) durante los próximos años-. Lo siento. Me prometí a mí misma no arremeter contra los molinos.-No me digas. -En la voz de Britt había una mezcla de incredulidad y sarcasmo.-Cállate. -Santana dio un manotazo fingido al pecho de Britt, y luego posó la cabeza en el hombro de su amante-. Desde que hablamos con mi padre, y él asimiló tan bien nuestra relación, me pareció que lo mínimo que podía hacer era dejar de enfadarme continuamente con él por algo que no está en sus manos evitar.-Me alegro. -Si Santana no se tomaba tan a pecho las restricciones que exigía su vida en las altas esferas, el trabajo de Britt como jefa de su equipo de seguridad sería mucho más fácil. Aunque lo fundamental era, sin duda, que Santana tuviese una vida más feliz y mucho más segura. En esencia, eso era lo que más importaba a Britt-. ¿Significa que dejarás de poner a prueba por sistema a tu equipo de seguridad?-Nunca quise perderte -murmuró Santana mientras rozaba con los labios la parte inferior de la mandíbula de Britt. Meneó con aire sugerente las caderas contra el esbelto cuerpo de su amante mientras su boca buscaba la de Britt-. Sólo que jamás pensé que conseguiría tenerte para mí sola.-Pues ahora me tienes -susurró Britt, besando a Santana en la frente. Estiró una mano para abrir el broche tras la nuca de Santana y guardó en el bolsillo la joya de oro macizo. Deslizó la misma mano bajo los cabellos de Santana y hundió los dedos entre los espesos e ingobernables mechones, adorando el suave peso del pelo sobre su palma. Le encantaba percibir a Santana-. Te amo.Santana pensaba que jamás se cansaría de oír aquellas palabras. No lo había previsto ni deseado conscientemente. Había pasado la mayor parte de su vida adulta evitando compromisos y complicaciones, decantándose por conservar el anonimato en la única esfera que controlaba: su vida privada. Lo había logrado despistando sistemáticamente a su equipo de seguridad y escabulléndose para sumirse en relaciones anónimas que no le afectaban emocionalmente. Aunque no había pretendido ponerse en peligro de forma consciente, sus actos la habían colocado al borde del mismo más de una vez. No obstante, se consideraba independiente y afortunada, aunque no demasiado feliz. Todo aquello cambió el día en que la comandante Brittany Pierce entró en su ático y la informó de las nuevas reglas del juego: las reglas de Britt.-Me sigue pareciendo mentira lo que has hecho conmigo-. "Me has hecho desearte muchísimo, necesitarte muchísimo. Jamás pensé que llegaría a sentir algo así." Santana cabeceó, se apoyó en el círculo que describían los brazos de su amante y contempló los ojos azules que no se apartaban de los suyos-. No sé cómo ha conseguido colocarme en una situación tan desfavorable, comandante.-¿Oh? -Britt bajó la cremallera de la espalda del vestido de Santana e introdujo la mano bajo la tela para acariciar la suave y cálida carne. Sus dedos se demoraron sobre el hueco de la base de la columna de Santana y luego descendieron hacia la suave protuberancia de firme musculatura. Se le agarrotó el estómago, como siempre que tocaba a Santana. La excitación seguía al hechizo y la necesidad se retorcía en sus entrañas-. Dios, te deseo.-Britt -murmuró Santana, abriendo los broches de la camisa de fiesta de Britt y depositando cuidadosamente cada perlita engastada en plata en el bolsillo de Britt. Liberó la camisa blanca almidonada de la cinturilla de los pantalones de seda y separó la tela para dejar la piel al descubierto. Con un suspiro puso la palma de la mano en medio del pecho de su amante y deslizó las uñas hasta la mitad de su cuerpo, sonriendo con satisfacción al sentir la respuesta de Britt-. Me encanta hacer que me desees.-No tienes que hacer nada para eso. -El ansia impregnaba la voz de Britt. Con manos temblorosas desprendió el vestido de los esculturales hombros de Santana y lo soltó, dejándolo caer en pliegues de color azul noche a sus pies. Los pechos de Santana estaban desnudos; sólo llevaba un tanga de satén negro y el fino liguero de encaje que sujetaba sus medias de seda. La cabeza de Britt dio vueltas cuando la sangre se agolpó en la boca de su estómago y bajó hasta sus muslos. Gimiendo, deslizó las manos sobre la espalda de Santana para abarcar sus nalgas y apretarla contra sí-. Te he echado de menos.-Tres días sonriendo a desconocidos y dándoles conversación, cuando lo único que quería era estar a solas contigo... -Santana metió las manos bajo la camisa de Britt y buscó sus pechos, piel ardiente contra piel ardiente-. Por poco me muero.-¿Y cómo crees que me sentía yo? -Britt respiraba con dificultad mientras sus pezones se erizaban entre los dedos juguetones de Santana. Con manos temblorosas soltó el liguero y deslizó la seda sobre la delicada piel-. Viendo cómo te miraba todo el mundo, todos los hombres y unas cuantas mujeres.Y mientras las manos acariciaban la carne encendida, sus labios se encontraron por primera vez desde que habían entrado en la habitación. Sin dejar de explorarse y de reclamarse mutuamente con besos hambrientos, desabrocharon botones, bajaron cremalleras y arrojaron las últimas barreras de ropa al suelo, descalzándose hasta quedar desnudas, fundidas la una con la otra.-Llévame a la cama -pidió Santana sin dejar de mover las caderas.-Sí, sí. -La habitación era pequeña, y la cama estaba a pocos metros. Sin pensarlo siquiera, Britt puso el brazo tras las piernas de Santana, la alzó y la llevó a la cama. Acto seguido se colocó sobre el cuerpo de Santana, gimiendo ante el primer contacto completo-. Oh, sí... ¡cuánto te he echado de menos!Santana se arqueó para recibir el peso de su amante, y las piernas de ambas se entrelazaron, fundiendo calor con calor.-¡Oh, Dios!-¡Qué bien estás!-¡Cuánto te deseo!-Te amo.Mientras el claro de luna las envolvía y el mundo se difuminaba, se entretuvieron, jugaron, se solicitaron y tomaron hasta llegar al borde del abandono.-Britt -suspiró Santana cuando la pasión surgió de sus entrañas, apoderándose de su alma y borrando la razón-. Oh, Britt.-Te amo -susurró Britt al notar que el orgasmo sacudía a su amante, sintió la oleada de sangre y los músculos que se tensaban bajo sus dedos, y notó la frenética sacudida de los dos corazones al fundirse. Cerró los ojos y acarició lentamente a su amante, con paulatina intensidad, recorriendo hasta el último resquicio del deseo de Santana. Mientras Santana gritaba y luego gemía en sus brazos, Britt se abandonó a su propio placer con un suspiro de gratitud y asombro. Por primera vez, durante unas cuantas horas robadas, disfrutaron de la libertad de ser sólo dos mujeres enamoradas.

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Honor
Fanfictiones una historia que leí en otra pagina y me gusto muchísimo trata de una historia brittana, involucra amor, pasión y accion