5to libro

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Capitulo 21Rachel llamó a la puerta del baño, la abrió y le dio a Quinn una blusa de seda brillante, bragas de seda blanca y unas medias nuevas.-Creo que te servirán.-Gracias -Quinn, recién salida de la ducha, estaba ante el tocador envuelta en una toalla. Tenía el pelo rubio, que llegaba a la altura de los hombros, mojado, y la piel marfileña enrojecida y húmeda debido al vapor.La toalla apenas la cubría, y Rachel notó una instantánea punzada de excitación. Pero no tenían tiempo. Lo sabía, y aun así tuvo que recurrir a toda su fuerza de voluntad para no arrojar la toalla al suelo y poner las manos sobre los pechos de Quinn. Le encantaba oír a Quinn cuando estaba excitada y se moría de ganas por contemplar de nuevo un orgasmo suyo. Por tocarla hasta lo más íntimo, por dominarla completamente. Nunca había deseado poseer a una mujer de aquella forma.-Me temo que mi sujetador no te servirá -dijo esforzándose por hablar con ligereza a pesar de que tenía la garganta seca de deseo.-Me arreglaré durante unas horas –Quinn sonrió mientras ponía la ropa prestada sobre el tocador. El traje que llevaba el día anterior estaba colgado en un toallero. Apoyó la cadera en el tocador y bebió el café que Rachel le había preparado mientras ella se estaba duchando-. Te agradezco que recojas mis cosas en el hotel. Apenas tengo tiempo de ir en taxi al aeropuerto y tomar el avión.-¿Siempre vives así? ¿Te llaman y te dicen que te presentes inmediatamente?-No suelo moverme tanto. Los últimos meses han sido frenéticos, y después de lo ocurrido esta semana... -Quinn se encogió de hombros. Su identidad había estado a punto de descubrirse cuando una investigación clandestina había seguido al servicio de acompañantes que ella utilizaba como tapadera en Washington. Esperaba permanecer en la Costa Oeste hasta que le adjudicasen una nueva identidad, pero le habían ordenado ir a Manhattan casi de inmediato para la inauguración de la galería-. Casi nunca nos dan explicaciones. Tengo que hacer un trabajo y lo hago.-Ya sé que no puedes contarme esas cosas y no te las voy a preguntar -Rachel tiró del borde de la toalla hasta que la hizo caer al suelo; las pupilas de Quinn aletearon y brincaron. Sorpresa y deseo. Prevención y gratitud.-Rachel -murmuró Quinn dejando el café sin fijarse dónde.Rachel se apretó contra ella, desatando el cinturón de su bata para que los cuerpos de ambas se tocasen, piel contra piel.-Me basta con que me digas que vas a volver -deslizó los dedos entre los bucles enmarañados en la nuca de Quinn y la besó con ternura-. Dime que no ha sido solo una noche.-¿Una noche? Oh, no -Quinn ladeó las caderas y puso a Rachel contra el tocador acariciándole los pechos mientras se restregaba contra ella-. No. Es mucho más que eso.-¡Dios, cómo te deseo! -Rachel se arqueó bajo las manos de Quinn mientras su lengua dibujaba círculos sobre sus labios, saboreando su ardor-. Quiero creerte.-Créeme -Quinn bajó la cabeza e introdujo un pezón hinchado en su boca. Lo lamió, lo mordió y pegó la mejilla al desbocado corazón de Rachel-. ¡Dios, tengo que irme! No puedo seguir con esto. Lo siento.Rachel, jadeando, apartó la boca de Quinn de su piel.-Quiero que te vayas -ante la desolación que se dibujó en el rostro de Quinn, se apresuró a sacudir la cabeza-. No, cariño. Solo de momento -soltó una risita-. No me atrevo a imaginar qué te harán si no te presentas donde quiera que te hayan llamado.Quinn siguió la curva del labio inferior de Rachel con los dedos.-No es tan malo como crees. Pero tengo que hacerlo.-De acuerdo -Rachel la besó con ternura y, luego, la apartó suavemente-. Te estaré esperando.Miércoles, 19 de septiembre.Stark movió los hombros y puso la cabeza de Savard sobre su pecho.-Lo siento -farfulló Savard-. Me dormí.Cuando Savard hizo ademán de apartarse, Stark la retuvo con un brazo.-No. Vuelve a dormir -aunque el sueño de su amante no parecía muy tranquilo, como daban a entender los sobresaltos y gemidos que lo salpicaban. Stark pensaba que si la comandante les había ordenado descansar a las dos era porque lo creía necesario. Y ella misma admitía que la expresión alucinada de Savard y sus negras ojeras resultaban preocupantes.-¿Dónde estamos? -preguntó Savard cerrando los ojos y metiendo la cabeza bajo la barbilla de Stark. A mayores, la abrazó por la cintura pues quería fundirse con ella. La horrible separación del hospital había quebrado sus últimos restos de control.-A una hora del aeropuerto de Jacksonville -Stark apoyó la mejilla sobre la cabeza de Savard.-Te has puesto la medicación, ¿verdad?-Sí, las tres inyecciones -respondió Stark. Savard no dejaba de preocuparse por ella desde que habían abandonado el hospital por la mañana. Aunque Stark ya no estaba en período de observación obligatoria, Savard seguía agitada, controlándolo todo, como si temiese que Stark pudiese enfermar de repente, o algo peor, si bajaba la guardia un momento-. No voy a caer enferma, cariño.-Ya lo sé -se apresuró a decir Savard-. Sí, lo sé.-¿Te parece oportuno meterme de buenas a primeras en tu familia?Savard, con los ojos cerrados, reconfortada por los latidos regulares del corazón de Stark, sonrió y asintió, medio dormida.-Te adorarán porque enseguida se darán cuenta de que yo te adoro.-¿Y si se dan cuenta de que yo también te adoro? -Stark besó a Savard en la coronilla-. Da la casualidad de que no puedo mirarte sin que se me note.Savard cerró los ojos para reprimir las lágrimas. "No me dejes, por favor. Te necesito muchísimo."-¿Cariño? -Stark acarició la espalda de Savard. Como no obtuvo respuesta, susurró-: Perfecto. Te has dormido.Savard fingió que estaba dormida mientras se sumergía en el olor y el tacto del cuerpo de su amante. En lo más profundo, un pequeño resquicio del vacío que amenazaba con consumirla se llenó con la certeza del amor. Después, cuando el dolor y el miedo de sus sueños en vela remitieron un poco, se durmió al fin. -Ahí está Tanner -dijo Santana, emocionada, inclinándose sobre Britt para mirar por la ventanilla del vehículo.Britt frotó la columna de Santana con la mano sin acabar de creer que pudiese tocarla. Tras salir del hospital, habían volado directamente a Boston, donde Felicia y Quinn las esperaban en un coche de la sección local del FBI. Conducía Hara, y Wozinski se ocupaba de la protección. Felicia y Quinn se sentaron frente a ellas. Britt agachó la cabeza para ver qué miraba Santana y la besó, de paso, en la oreja.-Cuidado -murmuró Santana acariciando la rodilla de Britt-. Tenemos compañía.-Te echaba de menos -susurró Britt, pero entró en razón y pospuso el siguiente beso hasta que estuviesen solas. Aunque parte de su mente estaba inmersa en las sensaciones que creaba el cuerpo de Santana junto al suyo y en el rastro de olor a miel de su champú, observó las grandes casas retiradas de la estrecha carretera y situadas dentro de amplias parcelas con cercas de madera, valorando la seguridad de su nueva base de operaciones-. Buena elección.-La última casa de una calle sin salida -comentó Santana-. En un alto y con el océano detrás. Los puntos de aproximación son limitados, y tenemos una vista de trescientos sesenta grados.-Muy bien. Sería usted una agente perfecta, señorita López -Santana soltó un bufido, y Britt se rió y le cogió la mano-. Y, según el plano que Tanner nos envió por fax, la casa de invitados donde se alojarán Felicia y Quinn está entre la casa principal y la playa. Vigilaremos el perímetro con el complemento habitual de agentes.-Me alegro de que lo apruebe, comandante -Santana dio un rápido beso a Britt en la mejilla y salió del coche casi sin dar tiempo a que el vehículo frenase.Britt soltó un taco por el fallo de seguridad y salió detrás de Santana, seguida por Felicia y Quinn. Cuando alcanzaron a su protegida, formando un triángulo en torno a Santana, la joven rodeaba con los brazos el cuello de una mujer morena y musculosa, vestida con camiseta blanca y pantalones de estilo militar, y daba vueltas a su alrededor como una peonza. La mirada de Britt se cruzó con los ojos negros y alegres de Tanner Whitley cuando Santana puso al fin los pies en el suelo. Tanner, heredera de una dinastía empresarial y propietaria de Whitley Point, abrazó a Santana por los hombros y sonrió.-Me dio la impresión de que este era el lugar que necesitabais. Las casas restantes son residencias de vacaciones y en esta época del año están vacías. Tendréis este rincón de la isla solo para vosotras.-Te lo agradezco -dijo Britt. Si no fuese por la alianza de oro que Tanner lucía en la mano izquierda, su aspecto sensual y su actitud confiada harían pensar que seguía siendo la rompecorazones de siempre. Sin embargo, Britt conocía a su compañera, la capitana de navío Adrienne Pierce, y sabía que eso se había acabado. Mientras ellas hablaban, los otros agentes aparcaron el coche en el garaje abierto situado en el lateral de la casa de la playa de dos plantas, construida en madera de cedro, y se adentraron en la maleza para supervisar las dunas circundantes.-Si queréis, os enviaré a mi equipo -dijo Tanner refiriéndose a la empresa de seguridad privada que ella utilizaba. Los hombres y mujeres de su equipo personal llevaban años con ella, y todos habían superado un riguroso examen de antecedentes.-A lo mejor te tomo la palabra. Pero de momento me basta con que sobrevuelen la zona cuatro o cinco veces al día y me informen de cualquier cosa rara que vean.-De acuerdo.Santana aferró la cintura de Tanner con cariño.-Gracias por todo esto. No esperaba volver a colarme en tu casa tan pronto -apenas una semana antes, Santana se había refugiado del caos de Manhattan en Whitley Point, en la seguridad de la isla privada de su antigua compañera de colegio. Permaneció allí menos de veinticuatro horas, hasta que llegó un contingente de militares en helicóptero para conducirla directamente a la Casa Blanca.-No hay problema -dijo Tanner seria-. Siempre me alegro de verte. Y Adrienne estará encantada de hablar contigo también en esta ocasión -sus rasgos angulosos se arrugaron-. Si las cosas se arreglan en la base de una vez por todas. Siguen en situación de alerta máxima.No para mucho en casa.-Esta vez nos quedaremos una temporada -afirmó Santana con una triste sonrisa. Ya no tenía casa. Tanner era de esas amigas que nunca hacen preguntas. Rachel y ella habían sido las confidentes más próximas a Santana en la escuela preparatoria y desde entonces le habían ofrecido apoyo incondicional. Cuando Santana llamó a Tanner y le explicó qué tipo de lugar necesitaba para alojarse, Tanner se limitó a decir que ya se ocuparía ella. Y lo había hecho-. No sabes lo mucho que significa para mí.-Aprovecharé cualquier excusa para venir a verte. -Tanner dio un fugaz beso en la mejilla a Santana-. Vamos, te enseñaré la casa.Britt vio a las dos mujeres subir las escaleras del brazo y desaparecer en el interior de la casa después de que Tanner abriese la puerta. Quinn se reunió con Britt en el camino de losas que conducía a la casa mientras Felicia descargaba el equipaje del coche.-Parece un buen lugar -observó Quinn.-En efecto.-Santana tiene buen aspecto; tal vez un poco delgada.-Hasta el momento las pruebas han sido normales -Britt suspiró-. Aunque Fazio tiene lesiones cutáneas.-Sí, ya lo sé -Quinn había leído los detalles esa mañana en el informe central de Inteligencia (un resumen de todos los datos de Inteligencia pertinentes recopilados por la CIA, el FBI, la Agencia de Seguridad Nacional y otras entidades en las veinticuatro horas previas). Naturalmente, no podía saber qué datos ofrecían de buena fe o cuáles retenían los diferentes organismos, pero cualquier detalle era mejor que nada-. Fue el más expuesto, ¿no?-Sí, y cortes en el afeitado pudieron facilitar la propagación de la infección. La capitana Andrews cree que seguramente se recuperará. Hemos tenido suerte.-Pero sigues preocupada por Santana.Britt no dijo nada.-Es una mujer muy capaz, Brittany. Por lo que sé, antes de que tú llegases, convirtió el dar esquinazo a la fuerzas de seguridad en un arte. Y nunca le pasó nada.-Alguien estuvo a punto de dispararle la semana pasada -dijo Britt con los ojos clavados en la puerta tras la que había desaparecido Santana.-Pero no le dispararon, y otros atentados también han fracasado. Tienes un buen equipo, y no permitiremos que le ocurra nada.Britt apartó la vista de la casa y miró a Quinn a los ojos.-¿Por eso estás aquí? ¿Para colaborar en la protección de Santana?Quinn sonrió.-No, pero ya que estoy, ayudaré.-¿Has venido directamente desde Virginia?-Sí, ¿por qué? -preguntó a su vez Quinn con cautela.-Pensaba que tal vez hubieses pasado por Manhattan.-Me temo que la agenda no me deja espacio para desvíos y, en todo caso, eso sería personal -en la voz de Quinn había un claro tono de advertencia.-Lo siento, ha sido una impertinencia -Britt resopló-. Todo el mundo está un poco nervioso, y yo también. Rachel es la mejor amiga de Santana, y...-Brittany, no quiero hablar de Rachel Berry.Britt observó a Quinn con atención, sorprendida por el leve temblor de su voz, aunque su hermoso rostro no expresaba nada.-De acuerdo. Como dije, ha sido una impertinencia. Disculpa.-Disculpa aceptada.-En cuanto Santana se instale, Felicia, tú y yo tenemos que hablar. Me reuniré con vosotras en cuanto pueda.-Tenemos que montar mucho equipo. Seguro que no nos queda ni un minuto libre –Quinn se dirigió al estrecho camino que rodeaba el lateral de la casa para ir al pabellón de invitados.-Quinn.Quinn miró por encima del hombro con expresión interrogante.-Gracias por ayudar en la seguridad de Santana.-De nada -Quinn sonrió y se marchó.Britt la observó hasta que desapareció, subió las amplias escaleras de madera que conducían a la casa y entró.-¿Santana? -se dirigió a la cocina. Hara estaba en la terraza de atrás-. ¿Todo en orden?-Limpio y despejado -respondió Hara-. Es un buen sitio, fácil de proteger.-Estupendo. Que Wozinski se sitúe delante, y que el segundo equipo os releve a las ocho.-Hecho, comandante.-Sé que no estoy al mando oficialmente, pero...Hara sacudió la cabeza.-Sabemos quién es usted, comandante. Todo el mundo lo sabe. Estamos encantados de obedecer sus órdenes.A Britt no se le ocultaba que Hara se refería a la bala, destinada a Santana, que había recibido ella, el acto de mayor sacrificio de un agente del Servicio Secreto. Algunos la consideraban una heroína. Para ella, en cambio, era una gran suerte que no hubiesen herido a Santana.-Gracias. Estaré con la señorita López.-Sí, señora.Cuando subía las escaleras, Britt se cruzó con Tanner, que bajaba.-Gracias de nuevo.Tanner sonrió.-De nada. Oh, Santana me ha dicho que muevas el culo y subas.-Vale, mensaje recibido -respondió Britt subiendo las escaleras de dos en dos. Mientras buscaba a su amante, oyó que se cerraba la puerta principal. Abrió la única puerta cerrada en el lado de la casa que daba al mar y entró en una espaciosa habitación. Escudriñó la estancia por pura rutina fijándose en la ubicación de las ventanas y las puertas. Había una gran cama de matrimonio, a juego con el tocador y las mesillas de roble estilo Misión, un sillón y una lámpara. A través de los ventanales de cristal deslizante se veía una amplia terraza de cedro. Britt se volvió hacia la cama. Santana estaba recostada en los almohadones, con una inmaculada sábana blanca sobre la cintura. A Britt le pareció que estaba desnuda.-Deduzco que me estabas buscando.-Y yo deduzco que eres una agente del Servicio Secreto.Britt estiró el brazo y cerró el pestillo de la puerta. Sin apartar los ojos de Santana, se quitó la chaqueta mientras caminaba lentamente hacia la cama.-Perfecto -dijo Britt.-¿Y qué significa exactamente la palabra servicio?-Bueno -susurró Britt dejando el arma en la mesilla al tiempo que se descalzaba-, eso es secreto, ¿no?-No se lo diré a nadie -Santana apartó la sábana y se acercó al borde de la cama, extendió la mano y agarró el cinturón de Britt-. No te muevas.Britt bajó la vista, observando a través de los párpados entrecerrados cómo Santana desabrochaba el cinturón hábilmente y se lo quitaba con un rápido movimiento. Tomó aliento cuando los dedos de Santana se deslizaron bajo la cinturilla del pantalón, soltaron el botón y bajaron la cremallera. Luego, Santana aflojó la camisa de Britt y se inclinó para besar el estómago de su amante, que echó la cabeza hacia atrás y soltó un gemido. Con los ojos cerrados, Britt hundió los dedos en los cabellos de Santana.-Cariño, ¡cuánto te he echado de menos!-Quítate la camisa -murmuró Santana sin despegarse de Britt, lamiéndola-. Y los pantalones.Britt se apresuró a obedecer, con manos temblorosas, tropezando cuando Santana describió círculos con la lengua alrededor de su ombligo. Puso la mano en la nuca de Santana para detener las peligrosas exploraciones.-Por Dios, espera un momento, ¿no puedes?-Oh, creo que no. Llevo días esperando -en cuanto Britt se desnudó, Santana la abrazó por las caderas y la arrastró hacia sí. Mordisqueó el cuello de Britt mientras restregaba la pantorrilla contra los muslos de Britt-. Me voy a correr ahora mismo.Britt, entre gemidos, la besó en la garganta, la mandíbula y la boca. Saborearla después de tantos días de miedo y preocupación era como encontrar un estanque de agua cristalina en medio del desierto. Bebió y se deleitó explorando con las manos el cuerpo de Santana, acariciando las cimas de sus pechos y deslizándose sobre el abdomen para bailar en el interior de sus muslos. Se demoró en la boca de la joven, absorbiéndola, llenando con su luz los rincones oscuros del interior. A continuación, se incorporó para ver los ojos de Santana.-Te amo.-Estos días...creí que me volvería loca si no me tocabas -los ojos de Santana parecían velados bajo los temblorosos párpados-. No dejes que me corra ya.-Entonces me levanto -murmuró Britt apartándose.-Nooooo -protestó Santana aferrando con ambas manos las caderas de Britt y apretando el sexo contra el rígido muslo de Britt. La presión sobre su clítoris duro y excitado la hizo gritar.-Te vas a correr si sigues haciendo eso -advirtió Britt sin convencimiento. Quería que Santana se corriese. Acarició con dos dedos un pezón erecto y lo apretó.Santana se estremeció y buscó a ciegas la mano de Britt, arrastrándola hacia abajo e introduciéndola entre sus muslos.-Fóllame. Oh Dios, Britt, fóllame.Britt rodeó con un brazo los hombros de Santana y la apretó contra su cuerpo mientras la penetraba, consciente de lo que ocurriría a continuación. Santana galopó en el círculo de los brazos de Britt, echando la cabeza hacia atrás al sentir el orgasmo.-¡Oh Dios, Dios, Dios! -gimió Santana.-Así, cariño. Así -Britt se regodeó con la reacción de Santana, adorando la belleza pura y limpia de su pasión. La penetró, se retiró y la penetró de nuevo, ansiando sentirla viva y vital, gritando de placer en la seguridad de sus brazos. La arrastró a otro orgasmo y comenzó otra vez.Santana sujetó la muñeca de Britt. -No puedo...correrme...otra vez.Britt se detuvo al instante, manteniendo la mano dentro de Santana mientras apoyaba el rostro en la cabeza de la joven. Intentó ocultar las lágrimas que bañaban sus mejillas, pero Santana se dio cuenta. Siempre se daba cuenta.-No llores, cariño. No llores -Santana puso la cabeza de Britt sobre su pecho y la acunó.-Solo necesito un momento para recuperarme -murmuró Brit enterrando la cara en el cuello de Santana-. Dios, ¡qué miedo he pasado!A Santana se le encogió el corazón y abrazó a Britt con fuerza.-Me tendrás todo el tiempo que quieras. No voy a dejarte nunca. Nunca



Capitulo 22Cuando Britt abrió los ojos, la habitación estaba a oscuras. Yacía boca arriba, con la cabeza de Santana sobre el hombro y los miembros de ambas entrelazados. Sentía el cálido aliento de Santana en el pecho y los firmes y fuertes latidos de su corazón. Tardó unos segundos en darse cuenta de que el nudo de ansiedad en la boca del estómago, que la había acompañado durante cinco días, había desaparecido. Acarició la llanura del omóplato de Santana, la curva del hombro y el musculoso brazo. Cuando llegó a la mano, perfiló cada dedo, imaginándolos con un pincel, pintando un lienzo con toques rápidos y seguros, y sintiéndolos en su cuerpo, cuando la arrastraban al orgasmo con la misma facilidad.-Te amo -susurró.Santana se apretó contra ella y llenó con un beso el hueco bajo el cuello de Britt.-¿Estás bien?-Sí -Britt posó la mano en la nuca de Santana y enredó los dedos en el cabello de la joven, jugueteando con los mechones-. No sé cómo me he dormido.-Creo que la culpa es mía -dijo Santana riéndose.-Oh -exclamó Britt-. Ya recuerdo. Fuiste tú, ¿no?Santana mordió a Britt en el hombro con tal ansia que Britt parpadeó.-Me encantaría ser la única capaz de hacer que te corras tanto como para rendirte y que te duermas a media tarde.Britt besó a Santana en la frente.-Eres la única siempre y en cualquier lugar.-Eso también me encanta -Santana lamió la marca roja que sus dientes habían dejado en la piel de Britt-. Nunca hemos hablado de ello.-¿De la monogamia? -Britt sintió una leve inquietud, pero la ignoró. "Escucha primero y, luego, reacciona." En los asuntos cotidianos no era difícil, pero en lo referente a Santana su corazón se imponía casi siempre sobre la cabeza-. ¿Deberíamos hacerlo?-¿Qué?-Hablar de eso.-De acuerdo -Santana se apoyó en un codo y miró fijamente a Britt-. Si me entero de que te acuestas con otra, te mando a China de una patada en el culo.-¿Tanto? -preguntó Britt mientras Santana se acurrucaba en la curva de su cuerpo.-Tanto.-Vale. Pero siempre que eso sirva para las dos.-Vale.Britt siguió acariciando el pelo de Santana.-¿Es un compromiso?-Dos personas solo se comprometen cuando piensan casarse.-Ya lo sé -Britt reparó en que Santana permanecía muy quieta-. Estaremos aquí unas semanas, hasta que sepamos con total claridad lo que ocurrió en el Nido. Cabe la posibilidad de que el FBI o alguna otra agencia lo estropee, pero parto de la suposición de que sus recursos están muy dispersos mientras que los nuestros están centrados.-Lo cual significa que ya tienes algunas respuestas.-Sí.-No me importa estar aquí, ya que de momento no tengo ningún hogar.-Cuando llegue la hora de marchar -dijo Britt-, me gustaría que buscásemos un lugar para vivir las dos juntas.-¿Te parece bien Manhattan? -Santana acarició los pechos de Britt inconscientemente, buscando la intimidad física mientras ambas se sumergían en aguas emocionales desconocidas para ellas-. Me gusta estar cerca de Rachel, y me conviene por mi trabajo.-Claro. Cualquier lugar me parece bien.-¿Se está usted declarando, comandante?-Sí -Britt cogió la mano de Santana y la besó-. ¿Aceptas?Santana se puso encima de Britt, apoyándose en los brazos para mirar a su amante a los ojos.-Los medios montarán un escándalo.-Eso no es nuevo.-Seguramente a Lucinda le dará un infarto.Britt sonrió.-Eso tampoco es nuevo.-Quiero una boda fastuosa con montones de autoridades y dignatarios de Washington.-¡Vaya! De acuerdo.A pesar de la penumbra, Santana reparó en la palidez de Britt y no pudo reprimir una carcajada.-Lo siento. Irán solo algunas amigas, mi padre, Lucinda, Marcea y quien tú quieras, por supuesto.-¿Alianzas?Santana resopló.-Quién iba a pensar que acabaría cediendo a los convencionalismos.-No buscabas algo así cuando aparecí yo.-Oh, sí que lo buscaba –Santana le dio un beso profundo y prolongado; luego se apartó, satisfecha-. ¿Por qué...ahora?-Esta semana...ha sido dura -dijo Britt-. Nunca dudé de mi amor por ti; creo que surgió en cuanto te vi. Pero ahora sé lo que sentiría sin ti, lo sé de verdad. Y no quiero que ocurra -rozó la cara de Santana con los dedos; le temblaba la mano-. Es lo mejor.-Oh -murmuró Santana antes de besar de nuevo a Britt.Volcó su pasión sobre el cuerpo de Britt, con la boca, la lengua, las manos que recorrieron cada milímetro de piel y acabaron penetrándola. Santana no paró hasta que Britt se arqueó debajo de ella y tembló, sacudida por su intensa dedicación. La joven mantenía la cabeza alta, los ojos abiertos, mirando a través de una nube de deseo cómo Britt derribaba todas las defensas, sorprendida de su propia confianza. Cuando Britt se corrió, Santana susurró-: Te amo. Siempre.Britt trató de recuperar el aliento; yacía con el cuerpo derrengado sobre el colchón y la cabeza dando vueltas. Tragó saliva y logró articular unas palabras.-¿Dirás que sí?-Hummm -murmuró Santana incorporándose; se puso a horcajadas sobre los hombros de Britt y se agachó sobre su boca-. Sí.-¿Qué le vas a decir a tu padre? -preguntó Britt mientras rebuscaba en la maleta una camisa limpia.Santana se peinó el pelo mojado y se apoyó en el cabecero de la cama, disfrutando ante la visión de Britt, aún desnuda después de la ducha.-Que estoy locamente enamorada de ti y que quiero pasar el resto de mi vida contigo.Britt se enderezó, con una camisa azul claro en el forro de plástico de la tintorería.-¿Así de simple?-Pues sí. ¿Y tú qué le dirás a Marcea?-Que eres la única mujer que existe para mí y que quiero que todo el mundo lo sepa.Santana estiró un brazo cuando Britt hizo ademán de acercarse a ella.-No te me acerques.Britt enarcó una ceja, con gesto inquisitivo.-Bueno, puedes hacerlo si tienes intención de meterte en la cama de nuevo. De lo contrario, mantén las distancias porque estoy en actitud de necesitarte hasta el último segundo.-Supongo que será por los cinco días de encierro.Santana adoptó una expresión seria.-Fue horrible. Menos mal que Stark estaba conmigo, y que tú podías visitarme los últimos días.-Sí, creo que incluso estaba empezando a gustarte el pinacle -Britt se puso la camisa, se dirigió a Santana mientras la abotonaba y la besó en la mejilla-. Siento tener que dejarte esta noche.-No vas a ninguna parte, ¿verdad? -se apresuró a preguntar Santana reteniendo la mano deBritt.-No -Britt miró a Santana con preocupación-. Eh, solo voy abajo a organizar las cosas con Felicia y Quinn. ¿Te encuentras bien?Santana soltó una risita temblorosa.-Odio sentirme dependiente casi tanto como estar encerrada. Pero...necesito que estés conmigo en este momento.Britt enmarcó el rostro de Santana con las manos y la besó tiernamente en la boca.-No voy a ningún lado -la besó de nuevo-. Y, por si te interesa, yo también necesito que estés conmigo en este momento.-Ojalá pudiese creer que mi vida regresará al menos a la normalidad.-Dedico mucho tiempo a coordinar esta investigación desde el centro de mando que hemos montado en el pabellón de invitados -Britt se puso los pantalones-. Será muy absorbente.-Lo sé. Ya lo suponía. Por suerte, podré pintar.-Y Tanner estará cerca para hacerte compañía.Santana asintió.-Adoro a Tanner. También a Adrienne. Pero me preguntaba...-¿Qué? -quiso saber Britt cogiendo el arma.-¿Puedes hacer una cosa por mí antes de irte esta noche? -Santana se agachó, cogió el cinturón de Britt del suelo y se lo dio.-Gracias. Dime qué es.Santana se lo dijo, y Britt asintió. Habría complicaciones.-Claro. Si es lo que quieres, yo me ocuparé.***-¿Qué tal está Sam? -preguntó Quinn cuando Felicia apagó el móvil.Las dos mujeres estaban sentadas una frente a otra ante una mesa de cristal y cromo en una improvisada oficina que habían montado a toda prisa en el comedor del amplio pabellón de invitados, que constaba de dos dormitorios. A través de las puertas del patio, se veía la costa a cien metros de distancia. Un sinuoso sendero conducía desde la terraza de atrás entre las dunas hasta la playa. En otras circunstancias, sería un lugar idílico.-Le dan de comer, cosa que le hace feliz -Felicia sonrió con ternura-. Se ha levantado de la cama aunque le queda mucho. Tardará en recuperar su fortaleza, pero es joven y está en buena forma.-Tu equipo recibió una paliza.Felicia se apartó de la mesa, se levantó y caminó hasta el otro extremo del comedor. Abrió las puertas del patio y en la estancia se coló la fresca brisa nocturna. Eran más de las diez de la noche.-¿Te molesta?-No -Quinn siguió sentada sin descifrar del todo la expresión de Felicia, pero adivinando varias de las preguntas que abrumaban a la otra mujer-. Sé que no es fácil trabajar con alguien nuevo, sobre todo después de lo ocurrido -no le pareció necesario hablar de la traición de uno de los miembros del equipo-. Pero quiero ayudar a atrapar a esa gente.Felicia miró por encima del hombro, analizando a la mujer fría, contenida y de una belleza casi hiriente que, apenas un mes antes, había sido objeto de una investigación.-Lo único que sé de ti es que dices que eres de la CIA.-¿Lo dudas?-Cuesta trabajo creer que la CIA, a pesar de todo, pusiese a una agente en semejante situación -respondió Felicia volviendo a contemplar la noche.-La Agencia tiene sus propias reglas -Quinn esbozó una débil sonrisa al comprender que el equipo de Brittany conocía el carácter de su anterior ocupación.Felicia repuso:-Oh, eso ya lo sabemos. Solo que me cuesta creer que ninguno de nosotros se lo oliese.-Las operaciones encubiertas son nuestro trabajo. Habría sido difícil.-Pero has descubierto tu tapadera para esta operación.Quinn sonrió.-Obedezco órdenes también en eso.-Y no creo que pienses contarme por qué estás aquí, ¿verdad?"Lo que tú averigües lo sabrán mis superiores inmediatamente. Porque hay quien cree que tus colegas y tú podéis hacer más que un equipo con miembros de diferentes agencias, demasiado ocupados en acumular méritos como para descubrir algo interesante." Quinn miró a Felicia a los ojos.-Estoy aquí para echar una mano. Tengo entendido que Britta...el equipo de la agente Pierce dispone de acceso ilimitado a datos de Inteligencia de todos los departamentos. Mi papel es servir de vínculo desde la Agencia para facilitar las cosas.-Una mensajera con pretensiones, ¿no?-En efecto.Felicia sacudió la cabeza sabiendo que estaban jugando a algo que ambas hacían demasiado bien como para perder. Quinn no iba a desvelar sus verdaderas órdenes por mucho que la azuzara. Y tenían que trabajar.-La comandante confía en ti.Era una afirmación que no esperaba respuesta.-Por tanto, yo también -Felicia regresó a la mesa y se sentó-. Repasemos lo que tenemos.Desde la puerta, Britt dijo:-Voy a por una taza de café y enseguida me reúno con vosotras.Quinn se levantó y le dijo a Felicia.-Esta vez lo haré yo. Tú te encargarás de la siguiente cafetera.-Claro -dijo Felicia sin apartar los ojos de Quinn, que siguió a la comandante a la cocina. Se preguntó qué había entre ellas y, a pesar de que sospechaba de las motivaciones de Quinn, sintió compasión. Felicia se inclinó con los codos sobre la mesa y apoyó la cara en las manos. Había sido estupendo escuchar la voz de Sam. Más que estupendo. Sam había estado a punto de morir, y la posibilidad de perderlo fue un toque de realidad para ella. Era hora de reconsiderar si las barreras que había levantado en torno a su corazón la mantenían a salvo o simplemente sola.-De acuerdo -dijo Britt dejando a un lado la taza de café vacía. Miró a Felicia y a Quinn y se centró en Felicia-. Has dicho que tenemos los cuerpos de cuatro hombres a los que se les ha practicado la autopsia en Quantico.-Sí, señora -Felicia deslizó cuatro carpetas sobre la mesa, en dirección a Britt, que las puso a su izquierda. -y lo más granado del FBI no ha encontrado ni el menor detalle que los identifique.-Ninguna de las pruebas forenses habituales -dijo Felicia en tono neutro. Estaba frustrada, como todos, y necesitaba aclarar las ideas para solucionar el problema-. Evidentemente, hemos investigado sus huellas digitales, sin resultado. Analizamos el ADN...ídem. No hay coincidencias. El patólogo tomó las impresiones dentales, pero, sin una zona geográfica en que centrarnos, es imposible dar con los archivos para compararlas.-O sea, que podríamos cotejar las radiografías de los ortodoncistas, dentistas, cirujanos maxilofaciales y similares si averiguamos de dónde eran esos tipos, ¿no?Felicia asintió.-Significaría corroborar las pruebas después del hecho, pero ahora ya no nos lleva a ningún lado.-¿Y los escáneres de retina?Quinn sacudió la cabeza.-Los únicos escáneres de retina a los que tendríamos acceso son de fuentes internas, como el Pentágono, el Departamento de Defensa, la Agencia de Seguridad Nacional y entes similares.-FBI, CIA -añadió Felicia.-Correcto -confirmó Quinn-. Será difícil conseguirlos, y las imágenes retinianas de los cadáveres son muy poco fiables. El vítreo se coagula poco después de la muerte y, debido a lo ocurrido en Manhattan el día de los ataques, pasaron dieciocho horas antes de que se retirasen esos cuerpos.-¿No hay imágenes aprovechables entonces? -insistió Britt.-No que sepamos -precisó Felicia.-Averiguadlo.Quinn y Felicia tomaron notas simultáneamente.-¿Algo más sobre los cuerpos? Antiguas heridas, cicatrices quirúrgicas...algo que podamos rastrear en archivos hospitalarios.-Nada, salvo que todos tienen tatuajes similares en el brazo derecho -explicó Felicia y puso una imagen de ordenador sobre la mesa. Mostraba un pálido trozo de piel con un tatuaje de dos rifles de asalto cruzados sobre una pequeña bandera de Estados Unidos.Britt estudió la imagen y frunció el entrecejo.-¿Una división de las Fuerzas Armadas?-Savard lo ha descartado tras comprobarlo -respondió Quinn señalando un montón de papeles que tenía delante-. No es una insignia de ninguna división del ejército o de la Marina.-En fin -dijo Britt-, supongo que la bandera de Estados Unidos excluye cualquier otra nacionalidad -arrastró el papel con un dedo y lo movió sobre la mesa sin apartar la vista de las líneas borrosas-. ¿Podría ser un grupo patriótico?-Tal vez -admitió Quinn-. Savard está buscando en los archivos del FBI y la CIA todo lo que hay sobre grupos paramilitares aquí y en el extranjero. Por desgracia, no existe una base de datos central que contenga este tipo de cosas y, por tanto, de momento no tenemos nada. Va a ser difícil reunir toda la información disponible.-Esos tipos tenían cierto entrenamiento militar y, si no aparecen en las bases de datos de las Fuerzas Armadas, se trata de un entrenamiento bien organizado, no oficial -Britt miró a Quinn-. Seguramente vosotros tenéis expedientes de grupos mercenarios en los que militan muchos estadounidenses. Ha habido operaciones en América Central y del Sur y también en África en las que pudieron participar.-Lo tenemos en la lista de comprobaciones.-De acuerdo. Que sea lo primero de la lista: grupos mercenarios y paramilitares -Britt se pellizcó el caballete de la nariz procurando olvidar el dolor de cabeza que empezaba a asomar entre sus ojos-. Y hay que buscar una conexión entre esos mismos grupos y Al Qaeda -miró a Felicia y Quinn recordando la conversación que había mantenido con el asesor de seguridad del Presidente aquella mañana-. Parece que la reivindicación de Osama de maquinar el ataque contra el World Trade Centre es cierta.-¡Dios! -exclamó Felicia-. ¿Cómo se nos ha pasado algo así?-Probablemente eso mismo intenta averiguar todo Washington en este momento –dijo Britt levantándose-. y por eso nosotras seremos las únicas encargadas de esa parte de la investigación. Nuestro foco de interés pasará de la identificación de los hombres muertos a la recopilación de todos los datos que existan sobre las mencionadas organizaciones y a lo que se sepa acerca de Foster. Él es nuestro único eslabón sólido en este tema.-De momento, está limpio. Un chico típicamente americano. Escuelas preparatorias, universidades de élite e ingreso directo al servicio del Gobierno. Entró en el Departamento del Tesoro tras licenciarse en Económicas en la Universidad de Virginia.-Averiguad adónde ha viajado, sobre todo en el extranjero, y con quién.-Estamos en ello.-Bien. Tiene que haber algo; solo nos falta encontrarlo. Haced una lista de los miembros de su familia, novias, novios, compañeros de piso, todas las personas que conoció. Estos tipos... -señaló las fotos de la autopsia- o los que los entrenan tienen que estar en algún lado.-Los buscaremos, comandante -afirmó Felicia-. Pero el rastreo de archivos lleva tiempo.-Me garantizaron que tendríamos acceso directo a todo lo que necesitásemos. Si chocáis con dificultades, decídmelo. Les daré un toque.-Gracias.-Davis, necesito que hagas unas gestiones de transporte mañana por la mañana.Felicia alcanzó a Britt cuando estaba a punto de salir de la habitación.-¿Vamos a algún sitio, comandante?-No, viene alguien.

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