Capitulo 18

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- ¡Comandante!- Excomandante- precisó Britt con una sonrisa cansadaSam miró el reloj. Las cinco. Demasiado tarde para una visita social- ¿En qué puedo ayudarla, comandante?- Necesito verla, Sam- respondió Britt, con mucha más calma de la que sentía en realidad- Llevo horas dejando mensajes en su apartamentoSam ni siquiera consideró la posibilidad de ocultárselo- Ha ido al centro. Sabemos dónde se encuentra, pero es difícil establecer contacto en este momento- En un bar- Era una afirmación, no una pregunta. A Britt no le hacía falta un intérprete. Sabía cómo llenaba Santana sus horas de soledad. Lanzó un profundo suspiro y procuró ignorar la sensación de encogimiento de su estómago- ¿O ya se ha marchado a casa de alguna elegida?- No- se apresuró a aclarar Sam- No lo ha hecho. Sigue en el bar- Creyó que no le correspondía a él explicarle a la comandante que se trataba de la primera vez en varios meses que Santana iba a un club, ni que parecía haber renunciado a su inclinación por las relaciones de una sola noche- Agradecería que me dijese en cuál- dijo Britt sin alterarse- Sé que va contra las reglas, pero...- En el Hudson Arms- respondió Sam sin dudar, aludiendo a uno de los bares más sórdidos de Village- Ah, comandante, Stark está dentro"Lo cual significa que Stark me reconocerá si aparezco y que a Sam le preocupa mi reputación"- Gracias, Sam- dijo Britt, a quien no le importaba lo más mínimo lo que pensasen los demásTreinta y cinco minutos después Britt se encontraba en el bar y examinaba el lugar. Era viernes por la noche y en el club se congregaban mujeres de todas las edades, la mayoría de ellas con vaqueros y prendas de cuero. De entrada no divisó a Santana, pero sí a Stark. La agente también la vio a ella. Parecía encontrarse como pez en el agua, con sus pantalones de cuero y una camisa lo bastante abierta como para llamar la atención. En ningún momento dio señales de reconocer a Britt. Un ligero arqueo de cejas fue la única indicación de que la había visto"Lo está haciendo bien"Britt se olvidó de Stark, no rebuscó entre las caras y dejó que sus sentidos captasen el lugar. Cerró los ojos y sintió el calor húmedo de muchos cuerpos que rozaban su piel; olió la mezcla de alcohol, colonia y sexo en el ambiente, y oyó el murmullo de la caza que giraba a su alrededor.Reconoció a las verdaderas cazadoras igual que las presas reconocen al depredador. Luego abrió los ojos y vio a SantanaNunca había superado el rápido brinco de placer que acompañaba el momento de verla. Nadie se le podía comparar. Santana era de una belleza exquisita: con el cabello moreno, el cuerpo bronceado y terso, y la penetrante mirada, que, sistemáticamente, evaluaba y descartaba posibles acompañantes.Sin embargo, aquella noche Santana parecía ajena a la multitud expectante que la rodeaba. Permanecía sola, con una expresión distante, casi aburrida. Mientras Britt la miraba, una guerrera rubia y delgada, que vestía unos vaqueros azules ceñidos y una camiseta blanca sin mangas, se acercó a Santana, se inclinó hacia ella y le susurró algo al oído. A Britt no le hacía falta nada más. Sabía muy bien lo que vendría a continuación y lo rápido que se consumaría la captura"Esta vez no"Britt se movió ágilmente y llegó hasta donde se encontraba Santana en el momento en que la joven de pelo rubio levantaba la mano para acariciarle la mejilla- Lo siento- Britt agarró a la mujer por la muñeca, con firmeza pero sin violencia- No está libre- ¿A no?- La joven intentó una bravuconada, pero la expresión pétrea de Britt la dejó tiesa- ¿Desde cuándo?Britt no alzó la voz, pero el tono sonó férreo- Desde ahora mismoDebía de haber algo en su comportamiento que avisaba de un peligro inminente, porque la joven dudó unos segundos y, luego, se fundió con el gentío- Muchas gracias. Acabas de arruinarme la noche- dijo Santana a modo de saludo. En su fuero íntimo le sorprendía encontrar allí a Britt y la desorientaba totalmente su comportamiento. Por primera vez Britt interfería de forma abierta en las actividades privadas de Santana. Como si eso no bastase, había una tensión agazapada en el cuerpo de su exjefa de seguridad que no se podía ignorar. Si no la conociera tan bien, habría pensado que era sexual- No pretendía arruinarte la noche- repuso Britt, acercándose hasta que los muslos de ambas se tocaron. Dibujó la línea de la mandíbula de Santana con un dedo, mientras en sus ojos brillaba una mirada profunda y peligrosa- Nada más lejos de eso- ¿Oh?- Santana contuvo el aliento ante la caricia, de forma tan leve que apenas se notó. El tacto tuvo un efecto tan intenso que lo sintió en los huesos e, inmediatamente, se mojó. Decidida a mantener el control, preguntó con una voz de exagerada contención- ¿Qué pretendes, comandante?- Te lo enseñaré- Britt le cogió la mano y tiró de ella- Ven conmigoSantana dudó, incapaz de pensar con Britt tan cerca- No, espera, no podemos. Stark está al otro lado de la sala- No será la primera vez que te ve salir de un sitio con una mujer- Su tono sonaba rotundo, impaciente. Carecía de sentido fingir que ignoraba lo sucedido en el pasado. Y no podía esperar más. No quería esperar- Sí, pero será la primera vez que me ve salir contigo- No dejes que eso te preocupe- El gesto de Britt se enterneció cuando entrelazó los dedos con los de Santana, pero en su tono había urgencia- A mí no me preocupa. Por favor...Britt volvió a tirar de la mano de Santana y la arrastró entre la gente; Santana se sentía incapaz de resistirse, tal vez porque no deseaba hacerlo. La siguió, sin protestar, hasta el exterior oscuro. Cuando subieron al coche de Britt, se quedaron calladas, y el silencio persistió hasta que Santana se encontró en la habitación del hotel, mirando a su alrededor con incertidumbre. Se quitó el abrigo y vio cómo Britt lanzaba el suyo sobre el sofá. Britt estaba tan guapa con la camisa polo y los vaqueros que sintió otra oleada de flujo entre los muslos. "Dios. No puedo aguantar"- No comprendo qué hago aquí- dijo Santana, casi en todo de súplica. "Te deseo tanto"Britt se volvió. Los cuerpos de ambas se encontraban a pocos milímetros de distancia- ¿De veras?- No- susurró Santana con la garganta seca. Se quedó sin respiración ante la inconfundible mirada de deseo de Britt y la abandonaron sus habituales observaciones rápidas y sus respuestas cáusticas. Era una experiencia nueva. De pronto, se encontraba en medio de una escena que no había escrito ella, representando un papel que no conocía. Únicamente podía recurrir a sus instintos y a las innegables exigencias de sus propios deseos- Sólo puedo esperarBritt puso las manos sobre los hombros de Santana y acercó sus labios para susurrar:- ¿Sabes cuánto te he echado de menos?- Ha pasado mucho tiempo- murmuró Santana, con la visión borrosa- Nunca pensé...- Dios, ¿no lo sabes?- Britt tembló con el esfuerzo de contener sus alterados sentidos. Las palabras surgieron de las mandíbulas apretadas por la necesidad y hubo de luchar para no gritar a causa del deseo feroz que recorría su columna vertebral- ¿Tengo que decirte que te quiero?Santana gimió y se le nubló la vista mientras le bullía la sangre- Me mata ver que alguien te toca- Tras susurrar aquellas palabras, Britt puso las manos sobre las caderas de Santana y la acercó a ella. Cuando Santana se apastó contra su cuerpo, se apoderó de su boca con fuerza y la besó. Entre gemidos, le separó los labios con la lengua y buscó los suaves recovecos interiores, abandonándose a un calor abrasador.A Santana no la sorprendió. ¿Cuántas noches había pasado despierta, tratando de no pensar en lo mucho que quería a aquella esquiva mujer? ¿Cuántas veces había intentado satisfacer la necesidad consigo misma? Pero ni siquiera sus manos familiares y sus infalibles caricias podían calmar el deseo que sentía en lo más profundo de su pielAhora estaba ocurriendo y la realidad superaba a su imaginación, de tal modo que apenas podía asumirlo. Sus entrañas se derretían y, candentes y líquidas, circulaban por sus miembros. Agarró los hombros de Britt en busca de apoyo, sin saber cuánto aguantaría. Cuando Britt metió la lengua a fondo en su boca, Santana la mordió y le arrancó un quejido. Luego la chupó con fruición cuando Britt sacó su blusa de los vaqueros y posó las manos sobre sus costillas- Dios, sí- exclamó Santana. Sujetó las muñecas de Britt y puso sus propios pechos en las manos de la otra mujer. Gimió y se arqueó cuando aquellos dedos fuertes pellizcaron sus pezones y tiraron de ellos hasta conseguir que se pusieran erectos. De pronto, el miedo se mezcló con el deseo. Hacía muchos años que nadie la tocaba de aquella forma. Nunca lo había permitido, no había querido que nadie la tocase así. Su autocontrol era su armadura y la aterrorizaba desprenderse de ella. Estaba a punto de perder el control por completo y la pequeña parte de su mente que seguía en funcionamiento se rebeló- No- jadeó Santana, apartando la bocaBritt no quería parar. La cegaba el deseo y la sangre hervía en su cabeza, barriendo el menor asomo de razón. Con la última pizca de voluntad que le quedaba, obligó a sus manos a calmarse. Bajo la cabeza, hundió la cara en el cuello de Santana y apretó la sueva piel de la garganta de la joven con los dientes. Tiró de ella, gruñó y metió el muslo entras las piernas de Santana- Brit...- Hace mucho que te quiero- declaró Britt. Sujetó el lóbulo de la oreja de Santana con los dientes y lo mordió con delicadeza, mientras la lengua giraba sobre las crestas sensibles- Por favor, te deseo tanto que me estoy muriendoSantana no podía pensar. Cada segundo que pasaba su cuerpo se acercaba más al límite. Su conciencia registró tenuemente el temblor de sus muslos mientras se frotaba contra los musculosos duros del muslo de Britt. Entre sus piernas crecía una presión tremenda, y gimoteó cuando los espasmos estallaron en una oleada- Oh, no- jadeó con una voz muy diferente, trémula- Voy a...correrme- No, no es cierto- advirtió Britt mientras la levantaba, obligándola a entrelazar las piernas en torno a su cintura para mantener el equilibrio. Britt sostuvo a la temblorosa mujer en los brazos mientras iban al dormitorio- Aún no he acabado contigo- Estoy a punto- dijo Santana, apretando la frente contra el hombro de Britt- Aguanta todo lo que puedas- A Britt se le había formado un nudo en la garganta y la cabeza le daba vueltas- Dios...Quiero saborearte antesSantana se debatió para centrarse en la cara de Britt cuando ésta la tendió sobre la cama. Parecía hambrienta, salvaje, feroz. Aquella expresión fue suficiente para lanzar otra descarga de electricidad entre sus muslos- Oh, por favor, deprisa...- Tranquila- susurró Britt. Le quitó el jersey y lo tiró, mientras Santana se arqueaba sobre la cama- Ahora el restoSe desnudaron frenéticamente, y Santana arrastró a Britt, la puso sobre ella y abrió las piernas en tijera en torno a su muslo. Luego, mordió con fuerza la piel y el músculo del hombro de Britt, mientras embestía, desesperada, contra su pierna- Espera- murmuró Britt, cuyo aliento caliente rozaba la oreja de Santana. Sus manos acariciaban de nuevo los pechos de la joven- No puedo, no puedo- jadeó Santana, clavándole los dedos en la espalda- Lo deseo tanto...Oh, oh...Necesito...Britt apoyó los brazos en la cama, se incorporó y, con un movimiento ligero, se deslizó entre las piernas de Santana. No pensaba: estaba demasiado hambrienta para hacerlo. Había pasado mucho tiempo, muchísimo. Colocó las palmas de las manos bajo las caderas de Santana, la levantó y las piernas de Santana rodearon su cuello. Luego la tomó entre los labios, chupó su calor, tragó su deseo y acarició su ansia. Sintió cómo se endurecía el clítoris de Santana y, cuando empezó a lamerla, supo que Santana iba a correrse. No paró, ni siquiera cuando los gritos de Santana se redujeron a suaves sollozos. Mantuvo el movimiento y la acarició con más fuerza y rapidez, hasta que sintió de nuevo que Santana se hinchaba y vibraba. La penetró sin descanso, sin importarle nada más que la propia necesidad salvaje de devorarla. A los pocos momentos, Santana temblaba sin control, con las manos enredadas en los cabellos de Brittany- Oh, Dios, es maravilloso- gimió Santana entre convulsionesBritt no se movió después de que Santana se tranquilizase. Con los ojos cerrados, apoyó la mejilla sobre la piel suave y lisa del muslo de Santana y se limitó a escuchar su respiración. Luego, su desbocado corazón se calmó y parpadeó rozando el límite del sueño, contenta y completamente satisfecha


HonorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora