6to libro

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Capítulo 27- Esta ella...ellos están...Oh, Dios -Rachel susurró.- ¡Tráeme una imagen de campo en tiempo real! -Paula ordenó.Ella tecleó su radio -Hara, mantente en espera. Cierra las carreteras. Que nadie entre o salga. Llama a las unidades de apoyo y colócalos en la orilla y el perímetro.Santana se dio cuenta de que todavía estaba agarrando los hombros de Paula y se obligó a dejarla ir. No podía mover sus ojos de la pantalla en frente de ella. Se quedó mirando el círculo oscuro, deseando que una imagen apareciera.- El bote de Britt... -Santana preguntó con voz ronca -...el bote de Britt todavía estaba allí ¿no? ¿Paula?Por primera vez en su vida, Paula ignoró a la primera hija. Renée estaba en el barco que de repente había desaparecido. El pensamiento le atravesó como una oleada momentánea de pánico por todo su cuerpo y se quedó completamente en blanco. Entonces, como si hubiese cambiado de canal en su mente, imagen tras imagen encajó ante sus ojos y se volvió a enfocar bruscamente. Beirut, el Cole, el World Trade Center, el Pentágono. Un campo en Pennsylvania. No una vida. No cientos de vidas. Miles y más por venir, lo sabía. El papel que desempeñaba estaba aquí, en la actualidad y nunca volvería a ser sobre una vida de nuevo. Ni siquiera la vida de la mujer que amaba.- Ellas está allí, en alguna parte y vamos a encontrarlas -dijo Paula firmemente, porque tenía que creerlo. -Sam, sácame una foto de lo que pasa allá afuera y dame una línea abierta con Renée Savard.- Sí señora -dijo Sam, con la voz áspera por la tensión. -Voy a hacerlo.*- Allá están los escombros en el agua -gritó Savard por encima del rugido del motor.Britt se inclinó sobre la barandilla, entrecerrando los ojos para protegerse del rocío helado y contemplando el negro brillante en la superficie del agua -¿Quién tiene el volante?- Donaldson. Tengo que estar aquí -Savard levantó la radio acunada en su mano. -Voy a dirigirlo.Britt no discutió. Dudaba que pudiera lograr que Savard volviera a entrar y no tenía el tiempo o las ganas de persuadirla. Un centenar de metros delante de ellas un géiser de fuego brotaba en el aire, los del combustible del motor del bote de Quinn y de Henry, los botes estaban ardiendo. Tendría que haber esperado algo así. Matheson sería un tonto si dejaba vivo un eslabón tan débil como Henry y Matheson no era ningún tonto. Henry le había subestimado y ella también. No dejaría que Quinn pagara por su error de cálculo. Se quitó sus zapatos, se quitó la funda, sacó su funda de su cinturón y empujó todo en un armario de banco.- No puede entrar en el agua, está a 40 grados Comandante.- Dile a Donaldson que se dirija hacia las llamas y que enfoque todas las luces en la proa. Que avance lentamente. Cristo, no queremos golpearla.- Comandante...- Está en el agua, maldición Renée y voy a sacarla.Savard grito las órdenes en el radio de dos vías. A medida que el barco corregía el rumbo, Britt echó la cabeza hacia atrás, furiosamente tratando de aclarar su visión. El humo aceitoso que se desprendía de los cascos en llamas, oscurecían la superficie del agua. Los barcos ya no estaban atados entre sí y enormes secciones se revolcaban en las olas. Fragmentos ardientes del tamaño de refrigeradores flotaban mientras se hundían lentamente.- ¡Allá! -Savard señaló hacia su derecha -¡Una balsa!Britt se volvió bruscamente y siguió el brazo de Savard. Una balsa de goma se balanceaba, volcada sobre el agua.- La explosión probablemente lo volcó -Savard maldijo.Britt se acercó a la barandilla y se zambulló en el agua.*- Estoy obteniendo algo, jefa -dijo Sam con urgencia mientras continuaba escribiendo rápidamente -Me tomará unos segundos redirigir el foco del satélite.- Ponme lo más fuerte que puedas -Paula se volvió al oír un ruido a sus espaldas. Hara estaba en la puerta. -¿Todo despejado?- Sí señora. Todo está tranquilo. -Miró hacia los monitores, pero no dijo nada.- Corre status, comprueba cada cinco con los jefes de equipo -le indicó Paula.- Sí señora. Tomaré el punto de la costa.- Bien -Paula se inclinó hacia delante, mirando a la pantalla, como si eso hiciera que las imágenes borrosas se volvieran más claras. Sin previo aviso, la pantalla se aclaró y una imagen nítida, en blanco y negro, de un barco ardiendo apareció a la vista.Santana se quedó sin aliento, momentáneamente desorientada por la extraña sensación de que estaba viendo imágenes en secuencias, el tipo de imágenes que se encontraban en todas partes y de alguna manera le paralizaba la mente. Pero se sentía de muchas maneras menos paralizada. Sus terminaciones nerviosas le quemaban y sentía como si todo su cuerpo se retorcía. Una neblina roja de furia y pánico amenazó con nublar su visión y tuvo que parpadear para enfocarse.- ¿Pueden saber que barco es? -preguntó ella.- Todavía no -respondió Sam -Bueno, tenemos un campo ligeramente más ancho justo allí, hay otra nave -Su voz se fue apagando progresivamente, cuando la visión de un bote medio hundido y ardiendo apareció a la vista. -Tenemos al menos dos botes afectados. -Se tocó la oreja y frunció el ceño. -Tanner están solicitando permiso para iniciar la búsqueda y rescate.Stark sacudió la cabeza -No. No sabemos si quien envió el primer misil, tenga otro listo para atacar. El barco de la comandante está disponible en alguna parte. Hasta que noscomuniquemos con ella, mantendremos esto bloqueado. Dile a Tanner que mantenga su posición. Ella no va a perseguir cualquier nave desconocida.Sam transmitió la orden.- Podrían necesitar ayuda, Paula -Santana instó. -¿Qué pasa con la Guardia Costera?- No. Se trata de una operación de Seguridad Nacional. No involucraremos a nadie más.- ¿Qué pasa si el barco de Britt fue alcanzado también?- Si confirmamos eso -dijo Paula. -Enviaré un equipo desde aquí.- ¿Cuánto tiempo pueden permanecer allá afuera en el agua, sin ayuda? -preguntó Rachel.Paula no respondió. En cambio dijo: -Encuéntralas por mí, Sam.*Britt pensaba que nunca había estado tan fría. Era el tipo de frío que calaba tan profundo que se volvía doloroso dentro de ella. No pensaba en el dolor, sólo nadaba brazada tras brazada en la dirección donde había visto la balsa. Quinn había estado en él, sabía que había estado allí. Henry estaba muerto. Ella ordenó que le dispararan. Quinn era la única que podía haber lanzado la balsa. Sus ropas eran como placas de hielo arrastrándola hacia abajo. Sus brazos y piernas, estaban pesadas. Era difícil moverse. Tanto humo. Humo negro de acre que quemaba su ya hinchada garganta y nublaba sus ojos con lágrimas y sal. Frío. Su mano golpeó un objeto y trató de agarrarlo, pero se alejó flotando. Se frotó el rostro contra su manga congelada. La balsa. Una ola se estrelló contra su cabeza y se fue bajo. Era un alivio estar fuera del humo. Su garganta se sentía momentáneamente aliviada hasta que instintivamente tomó aire y el agua inundó sus pulmones. Tuvo arcadas, vomitó y luego arañó su camino hacia la superficie. Se abrió paso y aspiró una bocanada de aire contaminado. Tosió, intentó nadar pero sólo logró mantener la cabeza fuera del agua. Entonces la vio otra vez. La balsa. Desde algún lugar muy dentro de ella, encontró otra onza de energía. Quinn estaba allí, sabía que estaba allí. Quinn había lanzado el bote. Britt se empujó hacia él. Había enviado a Quinn aquí sola. No iba a dejar que se muriera sola. Encontró la cuerda de nylon que rodeaba la balsa y trató de aferrarse a ella con los dedos congelados. Cuando la cuerda se alejó de ella, se dio por vencida y lentamente rodeó la balsa, sus músculos lentamente tomaron el control.Por un instante, pensó que había imaginado la forma blanca flotando al lado de la balsa.Cuando se acercó, sus dedos estaban demasiado rígidos para agarrar la figura fantasmal.Más cerca, pudo distinguir la muñeca de Quinn encajada debajo del cable que rodeaba la balsa de goma. Se había atado a sí misma de alguna manera.- Quinn -gimió Britt. Obtuvo un trago de agua y escupió con furia. -¡Quinn!Britt luchó por liberar la muñeca de Quinn de las líneas torcidas. El brazo de Quinn al instante se deslizó libre y empezó a hundirse debajo de la superficie. Britt no podía agarrar su ropa, pero se las arregló para rodear su cintura con un brazo y la atrajo hacia sí contra su cuerpo.- Quinn, soy Britt. Nada. Tienes que nadar.Britt no podía decir si estaba respirando o no y por una fracción de segundo se sintió como cuando Santana había sido expuesta a una toxina potencialmente mortal. Las compuertas que había mantenido firmemente cerradas frente a la pérdida y la desesperación se abrieron y el dolor fue tan agobiante que se paralizó momentáneamente. Se hundieron juntas, Quinn fuertemente agarrada entre los brazos de Britt.*- Comando uno, ¿recibes? -la voz de Felicia llenó la habitación.- Felicia -gritó Sam.- Status. Informe sobre la situación. ¿Están participando en la búsqueda y rescate? ¿Cualquier señal de entrada?"- Negativo -Sam cambió los canales de conmutación y la vista del ángulo inicial entró en foco. -Aconsejamos evacuar el área lo más pronto posible.- Entendido, tan pronto como el rescate se haya completado. ¿Tiene visual?Sam se volvió hacia Paula que estaba mirando los altavoces, como si estuviera tratando de ver a través de ellos a Felicia y a los otros.- Felicia, soy Stark. Tenemos restos de dos botes hundidos sin sobrevivientes identificados.- ¿Escaneos térmicos? -Felicia preguntó bruscamente.- Nada... -dijo Sam -...pero si Quinn está en el agua, probablemente ya está demasiado fría.- Tenemos a dos en el agua. ¿Lo lees? Dos.- ¿Quién? -Paula preguntó con urgencia.Santana no tuvo que oír la respuesta. Ella ya lo sabía.*Britt no tenía la energía para luchar. El frío en sus huesos se había disipado y por lo tanto el dolor. Su cuerpo estaba extrañamente pesado, sin embargo, sin peso al mismo tiempo. No podía ver, pero el aguijón afilado del humo en el aire se había ido. No estaba en el aire. Estaba bajo el agua. Ella estaba bajo el agua y Quinn estaba con ella. Quinn no se movía. ¿Qué le había dicho Santana? Ella le había prometido algo. Britt estaba, tan cansada que se le hacía muy difícil pensar. Prométeme. Prométeme que no te sacrificaras por ella. Eso era correcto. Le había prometido a Santana. Le había prometido no morir por Quinn. Una oleada de adrenalina atravesó a Britt, electrizándola. Ella le había prometido no morir por Quinn, pero no le había prometió dejarla morir ¿Qué había dicho? Nadie va a morir. Ella apretó su agarre en Quinn y pateó. La superficie parecía muy lejana. Y entonces sintió que Quinn estaba pateando también. Ninguna de ellas iba a renunciar sin luchar.*- Sam tengo un patrón corporal térmico en el agua -anunció Felicia, corriendo desde la cabina para unirse con Savard en cubierta.Renée se esforzó por ver a través del humo, dirigiendo los focos de ida y vuelta. -Por allá, hay dos en el agua, veinte yardas a la derecha. Ayúdame a bajar la balsa salvavidas.- Estoy contigo. Donaldson puede manejar el bote.Renée asintió con la cabeza y entre las dos desataron la balsa salvavidas de sus amarras en la cubierta, desengancharon el cerrojo de la polea y sacaron la pequeña embarcación hacia el agua. Felicia alcanzó el interruptor del motor y mientras la balsa inflable bajaba automáticamente, agarró dos chalecos salvavidas de un armario cercano. Arrojó uno a Renée y se colocó uno.- Hay dos más atados en el interior de la balsa para ellas -Felicia pasó la pierna hacia arriba y sobre la barandilla. -Vamos a sacarlas de esa maldita agua.- Gran idea -Renée gritó y la siguió por el costado y abajo por la escalera.Felicia puso en marcha el motor y la embarcación se propulsó hacia la zona de la última observación. -¿Las tienes?- ¡No! -Renée se apoyó sobre la parte delantera de la balsa todo lo que se atrevió, agarrándose de los asideros -Dirígete más hacia tu derecha. No espera... ¡Sí! ¡Allí!- Ten cuidado. -Felicia gritó cuando Renée apoyó las piernas contra el lateral de la balsa, liberando los asideros y se inclinó sobre la borda. Felicia ajustó el motor a inactivo y trepó hacia adelante, uniéndose a Renée. Juntas agarraron a Britt, cuya cabeza y hombros eran apenas visibles sobre el agua al lado de la balsa. Incluso a la luz roja parpadeante del fuego que seguía ardiendo disperso entre los escombros, su cara parecía mortalmente pálida.- Comandante -gritó Renée cuando se agachó con ambos brazos. -¿Puede agarrarse de mí?- No -Britt se quedó sin aliento. Empujó a Quinn hacia adelante. -Tómala primero.Felicia y Renée agarraron el cuerpo inerte de Quinn por los brazos y la tiraron a la balsa. Ella no se movía y parecía que no respondía. Cuando Renée miró hacia atrás en el agua vio que Britt se hundía. Se zambulló, agarrando a Britt por la cintura y la atrajo de nuevo a la superficie. Sacudió el agua de sus ojos y vio a Felicia inclinándose hacia abajo y tomando a Britt por sus brazos. Luego buscó a tientas la cuerda alrededor del borde de la balsa y finalmente, logró aferrarse a él. Juntas, ella y Felicia empujaron y subieron a Britt hacia la balsa. Por último, Felicia agarró el brazo de Renée y Renée logró subirse a sí misma y cayó en el suelo de la balsa salvavidas.- Comandante. -Renée se quedó sin aliento. Britt estaba, acurrucada en el lado opuesto de la balsa. Quinn estaba tendida entre ellas.- La comandante está consciente, pero no creo que Quinn esté respirando -gritó Felicia, arrancando nuevamente el motor. -Tenemos que llegar al barco.Renée apenas se dio cuenta que la pequeña balsa llena de gente se sacudía y giraba sobre las olas regresando nuevamente. Arrodillándose junto a Quinn, abrió su blusa y apretó el oído sobre el pecho de Quinn. Oyó un latido lejano, pero no podía detectar ningún movimiento del pecho. Elevando el mentón de Quinn, inclinó la cabeza hacia atrás, le cubrió la nariz con la mano opuesta y cubrió con su boca la de Quinn. Mientras soplaba en sus pulmones, lo único que podía pensar era que Quinn estaba fría. Fría como el hielo. Fría como la muerte.- Vamos, Quinn. Vamos -Renée sopló otra respiración. -Respira. Maldita sea. RespiraSintió un mínimo parpadeo en el pecho de Quinn que subió bajo su mano y se apresuró en apretar la mejilla contra el pecho de Quinn nuevamente. Esta vez el latido del corazón era lento y aún más débil que antes. Mucho más lento de lo que debería estar. Desesperada, gritó por encima del hombro -Está respirando, pero no estoy segura por cuánto tiempo. ¡Date prisa o vamos a perderla!*- Este es el sargento Donaldson reportando -la voz de Donaldson anunció por los altavoces.Paula se enderezó bruscamente. -¿Dónde está todo el mundo?- Las agentes están comprometidas con esfuerzos de reanimación, señora. Tengo el control, y estamos regresando a la base.- ¿Estado? -expresó Paula.- Dos víctimas.- Dirija la embarcación hasta la playa debajo de nuestra ubicación. ¿Me escucha?- Alto y claro.Paula señaló a Sam mientras hablaba y él asintió con la cabeza, murmurando instrucciones por la radio.- ¿Donaldson ETA?- Diez minutos.- ¿Qué tan mal se encuentran? -dijo Santana de pie tan cerca de Stark que podía oír su respiración agitada. -¿Están quemadas? -Detrás de ella oyó gemir a Rachel suavemente.- ¿Cuál es su condición? -preguntó Paula.- Hipotermia grave. Eso es todo lo que puedo decirle, señora- Entendido. Tráelas a casa, Donaldson.- Sí señora. Estaré contento de hacerlo.Mientras Paula instruía a Sam para que llamara a la marina con equipo de reanimación adicional, Santana tomó el brazo de Rachel y la arrastró hacia la puerta. -Vamos. Tenemos que encender las chimeneas en los dormitorios y llenar las bañeras. Tenemos que lograr que se calienten.- ¿No deberíamos llamar a una ambulancia o algo así? -preguntó Rachel, corriendo al lado de Santana.- No hay tiempo -dijo Santana subiendo las escaleras hasta el segundo piso a toda prisa. -Lo más importante para una víctima expuesta es hacerle entrar en calor lo más rápidamente posible. -Santana se detuvo frente al dormitorio de Rachel. - ¿Estás bien?Rachel la miró como si estuviera, loca. -Esto es una pesadilla y sigo rezando para poder despertar. Pero hasta que ocurra, haré todo lo que tenga que hacer. No voy a dejarla morir.- No te preocupes -dijo Santana con seriedad. -Nadie va a morir esta noche.

HonorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora