Britt puso la taza de café de cartón sobre la mesa de trabajo y miró a Sam con una expresión interrogadora en las cejas
- ¿Sigue arriba?- Sí, desde hace tres horas- respondió Sam y sacudió la cabeza- ¿No hay reunión?- No. Sólo un mensaje en el que informa que no tiene planes- Britt no sabía muy bien que pensar, pero aquello no le gustaba. Desde que habían aterrizado en Triboro, Santana no era la misma. Anunció que iba a trabajar en su estudio y que no necesitaría mantener reuniones diarias con Britt, y ésta no protestó, pues le dio la impresión de que ello equivaldría a invadir la intimidad de Santana. No obstante, la atmósfera del centro de mando recordaba la calma antes de la tormenta. Todos esperaban que Santana rompiese su aislamiento en cualquier momento y los lanzase de nuevo a una caza enloquecida. Por su parte, Britt casi deseaba que lo hiciera. Había algo desconcertante en aquel repentino cambio de conducta de Santana- Prefiero al enemigo que conozco- murmuró Britt en una extraña manifestación de enfado. Tomó el café y se dirigió a su pequeña oficina acristalada. Sam la miró y pensó que Santana López no era la única que se comportaba de una forma rara.Cuando la semana avanzó sin cambios, la espera se convirtió en la nueva rutina. Cambiaban los turnos, entraban y salían agentes. Los que estaban de turno pasaban las horas leyendo, jugando a las cartas y preguntándose cuándo estallaría la bomba. Britt permanecía el menor tiempo posible en el centro de mando. Corría, hacia ejercicio y leía en su apartamento. Dio órdenes estrictas de que la llamasen en el momento en que Santana diese indicación de prepararse para salir del edificio y procuró no pensar en lo mucho que echaba de menos verla todos los días. Ocho días después del regreso de Colorado se produjo al fin la llama- El objetivo ha volado- informó Sam- ¿Qué? ¿Sola?- Sí, señora. Acaba de tomar un taxi para ir al centro- Maldita sea- exclamó Britt- ¿Cómo han permitido que sucediera?- No había ningún modo de detenerla físicamente- La incomodidad de Sam resultaba obvia, incluso por teléfono- Abandonó el edificio sin avisar, salió a la calle y paró un taxi. Por suerte, subimos al coche rápidamente y la hemos seguidoBritt suspiró, aliviada- ¿La han localizado?- Afirmativo. Espere un segundoBritt recorrió el salón sujetando el teléfono móvil con la mano. Aunque no se habían producido más contactos del individuo que había dejado la nota ante la puerta de Santana, temía que no fuera el único que vigilaba a la hija del Presidente. Santana iba sin escolta, y a Britt le preocupaba su seguridad- Acaba de entrar en un bar de Houston- informó Sam- ¿Nombre y dirección?- preguntó Britt lacónicamente- Rendezvous- respondió Sam y, a continuación, le dio la dirección- Que un equipo permanezca fuera con el coche. Iré hasta allíNo había pasado un cuarto de hora cuando Britt entró en el bar y escudriñó la atestada pista de baile y las mesas circundantes en busca de Santana. Al filo de la medianoche de un sábado el lugar estaba lleno. Las luces eran tenues y el humo impregnaba el aire, dificultando la visión. Britt se abrió camino entre los grupos de personas que ocupaban el perímetro del recinto, pues suponía que Santana habría buscado la penumbra. Tras asegurarse bien, la vio hablando con una joven que lucía unos tatuajes muy llamativos en los brazos.La mujer que acompañaba a Santana era, sin duda, una culturista concienzuda. La ceñida camiseta blanca sin mangas que llevaba pretendía exhibir su bien trabajado físico y los vaqueros de corte bajo y con botonadura dejaban ver los musculosos muslos a la menos oportunidad. En aquel momento, la mano de la mujer acariciaba el brazo desnudo de Santana y, poco a poco, se acercaba a su pecho. Britt apretó los dientes y trató de ignorar el proceso de seducción. Al observar como Santana se apretaba contra la otra mujer, se acordó del breve instante en que se había acercado a ella de la misma forma, rindiéndola fácilmente con un beso. El cuerpo de Britt se excitó enseguida al recordarlo y se le endureció el clítoris casi al momento"Dios, ¿qué diablos te pasa?"Britt se obligó a no prestar atención a la vibración que sentía entre los muslos. No obstante, tuvo que desviar la mirada cuando Santana tomó el rostro de la mujer con las manos y lamió lentamente el borde de su mandíbula antes de meter la lengua entre los labios separados. En aquel punto, Britt admitió al fin que no podía hacer lo que había ido a hacer allí. No resistía ver cómo Santana tocaba a otra mujer y, en ese caso, tampoco podría protegerla. La dominaba la ira cuando habló al micrófono de la muñeca con voz ronca- Quiero que el primer equipo entre ahora mismo a realizar la vigilancia- Volvió la espalda bruscamente cuando las dos mujeres empezaron a besarse con pasión, mientras sus manos se acariciaban con abandono. En cuanto vio que Stark y Grant entraban en el bar, se abrió paso entre la gente y salió a la calle. Se dirigió al segundo coche y llamó por la radio al cuartel general- Sam, sustitúyame durante las doce horas siguientes. Si hay una emergencia, avíseme. Si no, no estoy disponible- Sin esperar respuesta, golpeó con fuerza la mampara de cristal para llamar la atención de Taylor- Lléveme al aeropuertoMientras esperaba un vuelo en la terminal, marcó un número conocido de Washington y concertó una cita con la que constituía la única esperanza que tenía de arrancar a Santana de su pensamiento- Oh, Dios...No puedo- exclamó Britt con voz entrecortada- Lo siento...Quiero hacerlo, pero...no puedoLa rubia alzo la cabeza y contempló el torso de Britt- Tu cuerpo no me dice eso- Estoy cansada- suspiró Britt, con un agotamiento no sólo físico- Demasiado cansada- No hace falta que hagas nada- Kitty apoyó las mejillas en el muslo de Britt, mientras con una mano acariciaba el interior de sus piernas- Además, aún no he terminado- Creo que yo sí. No es culpa tuya- Britt acarició con los dedos el cabello que caía sobre la nuca de su visitante y la arrastró ligeramente- Tiéndete a mi ladoKitty se deslizó entre las piernas de Britt, se levantó y se apoyó contra su cuerpo. Su cabeza descansaba sobre el hombro de Britt. Puso una mano sobre el estómago de Britt y lo acarició en círculos. Casi nunca habían estado de aquella forma, tan cerca y durante tanto tiempo. Existía una intimidad nueva entre ellas, maravillosa y temible a la vez. Los límites entre el negocio y el afecto se habían borrado tiempo atrás, pero hasta entonces Britt había mantenido la relación bajo control. Algo había cambiado, y había sido la clienta de rubios cabellos. Había caído una barrera y la mujer cautelosa de antes había quedado al descubierto y resultaba aún más deseable, si cabía. Kitty apretó los labios contra el hombro de Britt- Déjame. Lo necesitas- No- Britt se apartó tras besar a Kitty en la frente y dijo- Déjame que te haga el amor- No se trata de eso- protestó Kitty amablemente, temerosa de la pena que sentirían a continuación las dos- No tienes por qué hacerlo- Necesito hacerlo- insistió Britt. Era la primera vez que lo sugería. Deseaba tocar a alguien, necesitaba saber si aún podía- Después de todo este tiempo, quiero devolverte algo- Pues abrázame- pidió Kitty, que entendía lo que Britt no había dicho. Sabía que Britt pretendía algo más que darle las gracias: iba a decirle adiós, lo supiese o no. A lo largo de los años había vivido muchas despedidas. Pero aquella resultaría la más dura- Abrázame. Es lo único que deseo- Puedo hacerlo- murmuró Britt, con los labios sobre la sien de Kitty. La meció, cerró los ojos y procuró dejar la mente en blanco. Intentó no pensar en la furia y la confusión que sentía cuando se imaginaba a Santana haciendo el amor con una desconocida. Trató de ignorar los celos, a sabiendas de que no tenía derecho a ellos. Procuró pasar por alto el simple hecho de que deseaba que fuese Santana la mujer a la que acariciaba y que estuviese a su lado por la noche. Suspiró y acarició el brazo de Kitty con las yemas de los dedos.Kitty oyó los firmes latidos bajo la mejilla mientras deslizaba los dedos sobre la piel encendida de Britt. Con suavidad, siguió el perfil de las costillas y las caderas, acarició la ligera curva de la parte inferior de sus pechos y puso la palma de la mano sobre los firmes músculos del estómago. No se apresuró. El amanecer marcaría el final.Britt se relajó lentamente bajo las generosas caricias. Luego, la conciencia de la respuesta de su cuerpo a la atención de Kitty eclipsó sus pensamientos. Sintió un cosquilleo en la piel, los músculos de sus piernas se tensaron y sus caderas se movieron con cada caricia sutil. El clítoris volvió a hincharse anticipadamente. En esta ocasión, la urgencia había desaparecido y se permitió el lujo de aceptar el placer. Un único punto de sensaciones barrió su mente, que se centró en la presión pulsátil entre sus piernas- Ahh...Genial.- SíEntre ligeros gemidos, levantó la pelvis apremiando a Kitty en silencio para que bajase la mano. Se le escapó un suspiro cuando dos dedos se cerraron sobre la punta de su clítoris y lo frotaron en toda su extensión. La humedad invadió el interior de los muslos de Britt y, cuando una suave caricia extendió el cálido flujo sobre el bulto de sus nervios en tensión, volvió a gemir- Dios, eso hace que quiera correrme- murmuró casi sin aliento- No te apures- susurró Kitty dulcemente. Deslizó los dedos dentro y, luego, hacia dentro y hacia fuera, con un ritmo firme que se acoplaba a los movimientos inconscientes de Britt. Sintió la creciente presión y notó que los delicados tejidos se hinchaban cada vez más entre sus dedos, hasta que parecía a punto de explotar- Quiero correrme- el tono era urgente- Sí, prontoEntre convulsiones, Britt agarró las sábanas con la mano izquierda, mientras su brazo derecho abrazaba a Kitty estrechamente. Hundió la cara en el dulce consuelo de la piel de Kitty y dejó que su cuerpo se rindiese a lo inevitable. Cuando se le encogió el estómago y de sus entrañas salió un grito ronco, el rostro de Santana López asomó en el interior de sus párpadosSantana se encontraba a quinientos kilómetros de distancia, en un estudio en el cuarto piso de un edificio del Greenwich Village que había conocido días mejores. Echó un vistazo a la ropa que colgaba en el perchero que había en un rincón, sin prestar atención a la mujer que la había llevado hasta allí.- Bonita colección de corbatas- comentó Santana, mientras palpaba las tiras de seda y algodón dobladas en un colgador, al final del perchero. Sin mirar a la otra mujer, añadió- A ver cómo podemos utilizarlas. ¿Por qué no te desnudas y te tiendes boca abajo en la cama?- ¿Qué?- La joven masculina la miró sorprendida. Evidentemente, el cabello moreno y largo de Santana, el maquillaje y los pechos sin sujetador bajo la ceñida camiseta blanco no equivalían a "mujer femenina"- Ya me has oído- ordenó Santana y se volvió con un puñado de corbatas de seda en la mano- Ahora, hazloAunque odiaba renunciar a su supuesta posición de dominio, la compañera de Santana estaba intrigada y, sobre todo, un poco excitada ante el tono autoritario de la voz de Santana. Procurando mantener la fachada de indiferencia, la culturista se quitó el cuero y los vaqueros, las bragas, las botas y los calcetines. Desnuda, con una intensa sensación de incertidumbre, se tendió boca abajo sobre la cama, agradecida de que la almohada le permitiese esconder el rostro- Mejor- Santana se acercó a ella y deslizó el lazo de una de las corbatas en torno a la muñeca derecha de la mujer. Apretó la tira de tejido contra el borde del sofá cama y el bastidor, y luego hizo lo mismo con la otra muñeca y los dos tobillos. Cuando la joven rubia estuvo totalmente inmovilizada, retiró la almohada- Quiero que puedas respirar. Pero mantén los ojos cerradosSantana retrocedió, encendió varias velas que había visto en el alféizar de la ventana y las colocó sobre la mesita del rincón. Observó el cuerpo de la mujer a la parpadeante luz de las velas. Resultaba hermosa: la piel era lisa y tersa, del color del cacao claro; los músculos se tensaban bajo la superficie cubierta de sudor; el cabello, espeso y brillante, se rizaba en la base del cuello, y su rostro de perfil se definía claramente y parecía arrogante incluso en reposo. En conjunto, era un buen ejemplar de sexualidad de mujer masculinaCon todo, Santana hubo de esforzarse para no comparar su figura con las líneas largas y esbeltas del cuerpo de Britt. No quería recordar la seductora madurez grabada en los elegantes rasgos de Britt, la ardiente sensualidad de sus ojos claros ni la ansiada suavidad de sus labios carnosos. Durante la última semana había utilizado todos los medios a su alcance para olvidar el viaje en avión y el abrazo de Britt: horas y horas de trabajo, aislada en el loft. Pero no había funcionado. Sólo se le ocurría una manera de apartarla de su cabeza: llenando sus sentidos con la vista, el sonido y el tacto de otra mujer- No te muevasSantana, completamente vestida, saltó sobre la cama y se extendió sobre la mujer dominada. Acarició con los dedos la superficie de los brazos atados, saboreó la sal de su nuca y le chupó el lóbulo de la oreja. Oyó un vago gemido cuando apretó la suave piel de la mandíbula entre los dientes y tiró de ella ligeramente, para borrar a continuación los puntitos de dolor con un beso- No- susurró Santana cuando su cautiva intentó volver la cara, buscando desesperadamente sus labios. Se incorporó un poco y le acarició los hombros, la espalda y los costados, y acabó en las nalgas, bien formadas. Santana descendió y frotó aquellos recios glúteos, los separó y dejó al descubierto la hendidura que se abría entre ellos. Acarició el arrugado músculo y, luego, lo apretó ligeramente- Oh, por favor- gimió la joven desconocida, con un matiz de miedo en la voz- Tranquila- dijo Santana con dulzura- No te haré dañoSe arrodilló entre aquellos muslos fuertes, que temblaban, y rodeó los tejidos sensibles con un dedo mojado. Un espasmo sacudió el tenso esfínter cuando Santana acarición el borde exterior- Oh, Dios- Ya no había miedo, sino necesidadSantana recorrió con la lengua los muslos abiertos de la mujer y saboreó por primera vez los flujos espesos y embriagadores del deseo de su joven amante. Lamió los pliegues hinchados, dibujó los surcos con la lengua y besó el clítoris crecido, moviéndose seductoramente de un lugar a otro- Si tú...Oh, vas a hacer que me corra- jadeó la joven- Pronto- murmuró Santana- Lo quiero ahora..., muchísimoSantana se perdió en las sensaciones: en el olor asfixiante, la increíble suavidad, el maravilloso calor. Era la mujer, una mujer, cualquier mujer. Cuando hundió más la cara y se sumergió, sintió cómo temblaba el inminente orgasmo de su amante en sus labios. Rápidamente, se extendió sobre la cama y rodeó la cintura de la mujer, acariciando frenéticamente los hinchados tejidos con los labios y la lengua. Cuando el cuerpo que tenía debajo se convulsionó entre sollozos, gritos y gemidos ahogados, Santana cerró los ojos con fuerza, deseando retener únicamente aquel increíble momento de intenso contacto. Pero incluso cuando la mujer alcanzó el clímax en su boca, no pudo evitar desear que fuera Brittany Pierce la que se rendía a su tacto.Britt dio la vuelta y buscó el teléfono en la mesilla. El reloj digital marcaba las cinco menos cuarto. Estaba desorientada; no sabía dónde se encontraba ni qué hora era exactamente. No había nadie con ella en la cama, pero percibió un calor que sugería que había sido ocupada no había mucho. Como el teléfono no dejaba de sonar, sus ojos se adaptaron a la oscuridad y reconoció su propia habitación en Washington. Al levantar el auricular, su mente registró el reciente vuelo desde Nueva York y sus frenéticos intentos de olvidar a Santana López en brazos de otra mujer- Pierce- gruño, procurando apartar aquellos incómodos pensamientos- Soy Sam, comandante. Siento molestarla, pero creo que querría saber...De pronto Britt se sentó en la cama, con la mente clara como el cristal y el corazón acelerado- ¿El objetivo? ¿Está bien?- Sí, señora- se apresuró a asegurar Sam- La hemos vigilado constantemente y conocemos su paradero. Pero acabamos de recibir otro mensaje del acosador- ¿De qué se trata?- pregunto Britt, mientras se levantaba de la cama y buscaba su ropa por la habitación. Se fijó en una hija de papel doblada que se encontraba sobre el tocador y la guardó en el bolsillo de los pantalones- Fotografías- respondió Sam con tristeza- Hay un primer plano muy bueno del objetivo saliendo del edificio anoche. Con infrarrojos, calidad pofesional- Hijo de puta. Eso significa que ha estado vigilando el edificio desde un lugar cercano ¿Cómo las han encontrado- Con el teléfono debajo de la barbilla, Britt se abotonó la camisa y pasó un estrecho cinturón de piel por las tiras del pantalón. Un momento después encontró un zapato y buscó el otro bajo la cama- Taylor se fijó en un sobre de papel Manila que se hallaba en el mostrador del vestíbulo, cuando entró para hacer el turno de anoche. Iba a nombre del sujetoDe pronto Britt se detuvo en el centro de la habitación, con un zapato en una mano y el teléfono móvil en la otra, y sintió un breve estremecimiento de júbilo- ¡Entonces lo tenemos! Hay cámaras de vídeo en el vestíbulo y en la entrada. Debe de existir una imagen de él. Quiero que lleven todas las cintas al centro de mando para visionarlas. Comprueben también las matrículas de los coches aparcados junto al parque ahora mismo. Luego pónganse en contacto con las compañías de taxis para investigar todos los desplazamientos en las últimas veinticuatro horas en un radio de diez bloques en torno a la casa del objetivo- Eso es mucho trabajo de campo, comandante- dijo Sam, en tono de duda- Procure que se haga- espetó Britt- ¡Sí, señora!- Tomaré el próximo vuelo regular. Reúna a todo el equipo, a los turno de día y de noche, a las siete en punto- Entendido- Sam- continuó Britt, con una voz más segura- que el objetivo regrese a su apartamentoSe hizo el silencio en la línea. Sam se aclaró la garganta y escogió las palabras con cuidado. No sabía muy bien por qué, pero le resultaba incómodo dar aquella información- Comandante, en este momento el objetivo ésta con una mujer no identificada, que casi con toda seguridad ignora su identidad. Si la despertamos, no podremos garantizar el silencio en lo relativo a su identidadBritt recordó a la joven que Santana había acariciado en el bar. Evidentemente, Santana se había ido a casa con ella. ¿Por qué no? La desconocida encajaba con el tipo de conquista que excitaba a Santana- Entonces quiero que la recoja un coche en cuanto ponga el pie en la acera. Y Sam, si alguien la pierde, se juega el trabajo- Le aseguro que regresará lo antes posible- Cuando colgó el teléfono, pidió con fervor que se cumpliera su promesa
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Honor
Fanfictiones una historia que leí en otra pagina y me gusto muchísimo trata de una historia brittana, involucra amor, pasión y accion