2do Libro

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Capitulo 17

Sam estaba en el sofá, con aspecto agotado, cuando Savard volvió a la habitación.

–¿Se encuentra bien?

–Más o menos. –Savard se hundió en el sillón, junto a Sam, y lanzó un suspiro–. Le va a doler muchísimo, pero se le curará.

Se miraron con cautela, tratando de calibrar sus respectivos esquemas mentales. Estaban en equipos opuestos, por decirlo de alguna forma, y sólo llevaban unos días trabajando juntos; unos pocos días que parecían un siglo. Como ambos habían presenciado el incidente, Sam preguntó:

–¿Tiene alguna idea de qué hay detrás de todo esto?

Savard escogió las palabras con cuidado. Se daba perfecta cuenta de que se encontraba allí en calidad de préstamo temporal al Servicio Secreto y que, en última instancia, tenía que sobrevivir dentro de la jerarquía del FBI. Por otro lado, nunca defendería a alguien como Patrick Doyle, aunque pusiera en peligro su carrera.

–El agente especial Doyle no se confía a mí, agente Evans – explicó–. Sin embargo, hablando como mera observadora, diría que la comandante se la pone dura.

Sam parpadeó, y luego esbozó una ancha sonrisa.

–En ese caso, va a tener que esperar mucho para aliviarse.

–Yo diría lo mismo. –Savard le devolvió la sonrisa.

Poniéndose serio, Sam preguntó:

–¿Alguna idea del porqué?

Savard se encogió de hombros.

–No sé qué le pasa. Al principio, pensé que se trataba sólo de política del FBI. Ya sabe cómo son esas cosas: dos jefes juntos en el mismo caso son como dos pitbulls dentro de un pequeño redil. Pero parece que hay algo más y no lo entiendo bien para hacer especulaciones.

–No teníamos bastante ya con tener que preocuparnos por Egret –Sam apoyó los pies en la mesita de café, dándose cuenta de repente de lo cansado que estaba–, para que ahora tengamos que preocuparnos también de Doyle y de la comandante.

–No creo que tenga que preocuparse de la comandante –repuso Savard–. Está un poco abatida ahora mismo, pero, cuando se recobre, seguro que podrá lidiar con él. No ha llegado hasta donde ha llegado dejando que la empujasen hombres celosos de su competencia o de su puesto. Creo que deberíamos concentrarnos todos en capturar a Loverboy y dejar que la comandante se las arregle con Doyle.

Sam suspiró, mostrándose de acuerdo.

–Me suena a plan.

–¿Ha visto a Stark? –preguntó Savard.

–La última vez que la vi estaba hablando con Lindsey Ryan en la cocina.

Savard enarcó una ceja y se levantó.

–¿Estará allí ahora?

Sam vio cómo se alejaba y se preguntó por qué se sentía como si nunca supiera realmente qué sucedía a su alrededor.

Pasaba de la una cuando Britt salió al pasillo a oscuras. Cerró la puerta sin hacer ruido, se volvió y se encontró con los ojos de Renée Savard, que hacía la guardia nocturna en la ventana más próxima. El pasillo estaba envuelto en sombras, pero la luz de las lámparas del salón iluminaba los rostros de ambas. Se observaron en silencio. Luego, con un gesto ostensible, Savard le dio la espalda a Britt y miró por la ventana hacia la noche. Britt atravesó los escasos metros que la separaban del lado opuesto del pasillo y abrió la puerta del dormitorio de Santana. Entró y se detuvo para que sus ojos se acostumbrasen.

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