Capitulo 82.

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Xx2: Flaco, me parece que sobras acá...¿por qué no te vas, dale? 
Pe: Dale, pero antes quiero hacer algo.. 

Instantáneamente el delgado la suelta al recibir un gran golpe en su mejilla por parte del castaño. No entendía porque Juan Pedro hacía esto por ella, si ella no se lo merecía. Encima con lo que había pasado hoy le daba tanta vergüenza que él fuera el que estuviera allí. 

Pe: Me parece que no escuchaste bien cuando te dije que la soltaras.. 

El herido ni le respondió, y al segundo le devolvió el golpe, provocando que sangrara la nariz de Pedro. Mariana se sintió como si el golpe hubiera sido para ella. Encima ahora él salía no solo lastimado interiormente sino que ahora físicamente. El rostro de Mariana no paraba de seguir derramando lágrimas. "Papu buscate otra, nosotros la vimos primero.." le dijo el otro al agarrarla. 

Pe: (furioso) Querés quedar como él?! Soltala flaco! 

El herido le hace una seña al otro para que la suelte y ambos se marchan, dejándolos solos. No supo porque pero ni bien la soltó, fue a abrazarlo a Pedro. Lo hizo sin dudarlo, quizás porque con él sentía una protección y un inigualable alivio. Ni bien lo abrazó el miedo, la angustia y el llanto se fueron. Él le brindaba tanta paz y tranquilidad que era imposible no sentirse bien y a salvo con él. 
Le hubiese gustado que él también la rodee con sus brazos, aceptando el abrazo. Parecía como si estuviese abrazando a una piedra, a alguien sin vida, que ni se mutaba al recibir un abrazo. 
Él la desprendió de su cuerpo de una manera fría como si rechazara el abrazo. Sintió una terrible vergüenza y sus mejillas se tornaron algo coloradas ¿Cómo pudo abrazarlo después de todo lo que le había hecho? 

La: (tímida) Gracias.. 

Se lo dijo en un susurro, sus palabras por primera vez en mucho tiempo eran sinceras ya que realmente estaba agradecida, mientras lo miraba a los ojos para poder adivinar que era lo que expresaban. No podía saberlo ya que expresaban tantas cosas a la misma vez, era como enojo con frialdad, dolor, angustia y amor. Él no le respondió. 

La: ¿Estás bien? 

Le preguntó al verlo tocarse la nariz lastimada y ensangrentada. Él la miró y luego esquivó su mirada. 

Pe: (cortante) Te acompaño a tu casa.. 

No le respondió a su pregunta. Es que era obvia la respuesta. ¿Qué le iba a decir Juan Pedro? Si ella sabía perfectamente que en su interior y físicamente estaba mal. Juan Pedro al decir esas palabras se dio vuelta para encaminarse hacia lo de Mariana, ella lo siguió. El silencio, su frialdad, sus palabras cortantes, su tristeza, su abrazo no correspondido, le causaba cierto vacío interior. Al llegar a la entrada del barrio cerrado, le metió como excusa que quería que la acompañe hasta su casa ya que tenía miedo, pero no solo era eso sino que quería pasar un rato más con él. El camino seguía en ese incómodo silencio, hasta que finalmente llegaron a la entrada de la casa de los Espósito. "Que duermas bien.."le susurró Juan Pedro despidiéndose y luego se dio vuelta para marcharse. Lo veía irse con la cabeza gacha y sus manos guardadas en sus bolsillos del pantalón. No quería que se vaya. 

La: Peter! 

¿Peter? ¿Cuándo fue la última vez que lo llamó así? Se lo gritó decidida, provocando que él se diera vuelta para mirarla y ver lo que ella quería. 

La: ¿No querés pasar? Digo..emm..tu vieja se va a poner loca si te ve con la nariz así... Sé como Emi se pone en esas situaciones.. 

Él la miró con cara rara y de confundido. Trataba de imponer excusas para que no se fuera, para que se quede con ella otro rato más, no podía dejarlo ir. Él lo dudó por un segundo, y quiso saber lo que pensaba por un instante. Pensó que con esa estúpida excusa la rechazaría y se iría, pero todo lo contrario, milagrosamente se encaminó hacia ella aceptando la propuesta. Ambos entraron a la casa silenciosamente. Se encontraba con todas las luces apagadas ya que el resto de la familia dormía. Subieron las escaleras tratando de no hacer ni el más mínimo ruido para que nadie se despierte. "Voy a buscar hielo y todo eso para que te cures..." le dijo Mariana cuando llegaron a la puerta de su cuarto y luego se marchó. Juan Pedro algo incómodo entró al cuarto de Mariana. Todo estaba a oscuras, no se atrevió a prender la luz. Solo entraba la luz que venía de las cortinas. Todo estaba tan cambiado cuando fue la última vez. El oso que le había regalado seguía ahí en la cama. Se sentó en la cama mientras esperaba que Mariana regresara así se podía ir de una vez por todas a su casa. 

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