Capitulo 27.

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"Te amo flaqui..." sentenció el sincero y derrepente, sorprendiendo por completo a Candela. 

" Me dijo te amo chicaas! " dijo Candela gritando emocionada al entrar a cuarto de Mariana sorpresivamente. 

La: (con una mano en su pecho) Ay Cande me asustaste!
Eu: Quién te dijo te amo Cande? 
Ca: El verdulero Euge! Quién va a ser? Mi Vico!
La: (enamorada) Ayyy enserio? 
Ca: Siii, no es un amor?
Eu: (soñadora) Siii, y qué le dijiste?!
Ca: Nada! Salí corriéndo como una estú+pida! Me debe odiar ahora...
La: Ay Cande, cómo vas a salir corriendo! Pobre Vico!
Ca: Es que fue lo único que se me ocurrió...
Eu: Qué no lo amás?
Ca: Of course que lo amo gordi! Encima me llamó mil veces y no lo atendí
Eu: Ay Can, no es de mala, pero pobre Vico, lo espantaste! Sos la reina de las bol+udas!
Ca: Bueno otra cosa más para decirme gordi?
La: Please no grites Cande, se me parte la cabeza
Ca: Ay sorry Laluchis, pero diganme: qué hago?
Eu: Cuando te llame otra vez, decíle lo mismo que nos dijiste a nosotras. Conociéndo a Vico, estoy segura que te va a entender. 
Ca: (abrazándolas a las dos) Ay gracias negris, no sé que haría sin ustedes.

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Se sacó las zapatillas, junto con las medias. Se tiró en su cama, sin fuerzas. Cerró los ojos. Estaba completamente agotado. Se le partía la cabeza en mil pedasos. Lo único que quería hacer ahora, era descansar. Quería dormir lo que quedaba de la tarde del domingo. Podía escuchar los pájaros cantar, y gente riéndo y divertiéndose en las calles del country. Había mucha paz en el ambiente. Todo era perfecto para que se duerma una linda siesta. Pero todo se acabó cuando alguien entró a su habitación y se tiró encima de él. 

Pe: Cristóbal la pu+ta madre! QUIERO DORMIR! 
Cr: (irónico) Qué buen humor tenemos hoy, eh? Solo te quería saludar...Flor de borrachera tenías anoche!
Pe: Cómo sabés?
Cr: Te escuché llegar, y como para no escucharte, hisiste un lío abajo! Te tuve que ayudar a subir las escaleras, ni un paso podías dar. Y qué manera de hablar pavadas. Encima te reías todo el tiempo. Estabas insoportable!
Pe: (riéndose) Qué te dije?
Cr: (riéndose también) Primero empezaste a cantar, después tirabas cada oración sin sentido (los dos rieron y él añadió divertído) .....y lo mejor fue cuando te pregunté como te fue con Lali....y me dijiste que la habías besado....

La cara de Pedro se transformó en cuestión de un segundo. Ya no tenía la risa, por reirse de sus payasadas, sino que estaba serio y sorprendido. 

Pe: Dejá de inventar enano! 
Cr: Yo no invento nada! Eso fue lo que me dijiste vos y los borrachos no mienten...
Pe: Y eso no lo sabés porque nunca estuviste borracho, ni vas a estarlo por unos cuantos años más. Así que no mientas porque yo no besé a Lali!
Cr: (riéndose) Mirá lo nervioso que te pusiste! Bueno igual si no me lo admitís vos....voy y se lo pregunto a Lali. Mamá me dijo que voy venía....
Pe: (amenazándolo) NI SE TE OCURRA!
Cr: Entonces era verdad! La besaste! Te gusta!
Pe: No, no me gusta. Dejá de decir pavadas!
Cr: (tono burlón) Te gusta! Te gusta! Te gusta!
Pe: Me cansaste!

Al decir esto, Juan Pedro alzó a Cristóbal y se lo llevó a la fuerza, fuera de su cuarto. Cristóbal amagó entrar de nuevo, pero Juan Pedro pudo cerrar con llave la puerta de su habitación. Al encontrarse solo, se tiró nuevamente en su cama, para poder conciliar de una vez por todas el sueño.

No lograba dormirse, la imágen de ese beso lo perturbaba. Abrió sus ojos. Miró el techo. Al segundo, focalizó su vista en su mesa de luz. Allí estaba su celular.
Sin pensarlo dos veces, lo agarró.

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Entrada de la casa de los Suárez. Ramo de flores en mano. Dedo apretado en el timbre por cuarta vez. Un rubio pelilargo, ansioso de que le atiendan la puerta. Se pegaba un tiro si no había nadie en la casa. Justo que le había comprado flores, se había bañado - todo un logro- y se había perfumado a más no poder con el perfume que a ella le gustaba. Justo también, que había tomado el coraje para dar la cara, no había nadie en la casa? Qué iba a hacer ahora con ese ramo? Dárselo a su mamá? Ni a palos, se lo iba a dar a Eugenia, cueste lo que cueste. Y si eso implicaba treparse a su ventana, lo haría con mucho gusto. 
Tocó el timbre por quinta vez. Esa quinta se convirtió en octava, luego de varios minutos.
Después de varios timbrasos, al fin le abrieron la puerta

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