Capitulo 111.

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Viernes y aquella semana estaba llegando a su fin, semana que para muchos se pasó volando. Para Mariana más que rápida, fue extraña y curiosa ya que pasaron distintos sucesos que jamás se hubiese imaginado, y en todos ellos estaba Juan Pedro vinculado. Y claro, no todos los días iba a una fiesta, se emborracha, y permanece toda la noche impregnada en los labios de él, ni todos los días él conoce a Francisco y su relación no es de lo mejor, ni mucho menos es común olvidarse su bendito celular en la casa de él, y que sus amigos leyeran todos sus mensajes y que justo la mayoría son de Francisco, y mucho menos que su profesor particular le diga a Pedro de que quería invitar a Mariana a salir. 
Y eso que todavía no terminó esta extraña semana y no se imagina las cosas que faltan por suceder. 

Anda distraída en su propio mundo pensando en hoy a la noche, en él y lo que habrá sido de su celular, y si habrá revisado algo más que sus mensajes. Sí, seguro que sí, porque si ella tendría el celular de Juan Pedro entre sus delicadas manos le revisaría hasta el correo de voz. 
Y entre tantos pensamientos, confiada abrió la puerta, como si fuera su propia casa, y cuando entró, al levantar la vista se quedó petrificada mientras oía la puerta cerrarse sola de la habitación. Su boca quedó semi-abierta de la sorpresa que se llevó, porque ni bien ella entró, él se terminaba de sacar la remera para quedarse solo en bóxers. Lo miró de arriba abajo, embobada, como si nunca en la vida lo hubiese visto en solo esa prenda. 
Él la miró sorprendido de verla ahí, en su cuarto, cuando justo él se estaba desvistiendo para pegarse una ducha. 
Mariana no necesitó otro segundo para reaccionar. 

-Perdón, perdón…- se disculpó al darse vuelta instantáneamente y cerrar los ojos, al ponerse colorada como tomate de quinta. –Debí haber tocado la puerta igual, es que Cris me dijo que no estabas y… 

-¿Y todavía confías en mi hermanito?- la interrumpió riendo ya que el pequeño ya hacía cualquier cosa para que estén juntos. 

-Perdón, perdón…- se volvió a disculpar ahogada en vergüenza. 

-Como si nunca me hubieses visto en bóxers.- volvió a reír. –Date vuelta, maricona. Ya estoy presentable. 

Algo nerviosa, se dio vuelta un poco y espió apenas con un ojo, y lo vio envuelto en una toalla blanca. –Perdón- repitió una vez más muerta de vergüenza al darse vuelta. Acababa de llegar de rugby porque su bolso estaba desparramado tirando por el piso, sus zapatillas dispersas a lo igual que sus medias por ahí, y el short y la remera, ambas, arriba de su cama. 

-Tu celular fijate si está en el cajón de la mesita de luz, o en mi bolso. Me voy a bañar.- anunció y en menos de dos segundos ya estaba sola en la habitación de Juan Pedro. Hace bastante tiempo que no entraba en este cuarto. Nada había cambiado. Inhaló al estar concentrado en ese lugar el perfume de él. Se quedó parada mirando de lejos cada rincón y aprovechando la soledad lo recorrió. No supo porque pero no pudo evitar sonreír, este lugar le traía buenos recuerdos. 
Se dirigió hacia la mesa de noche y sentada sobre la cama a punto de abrir el cajón, se distrajo mirando lo que había sobre la pared arriba de la cama. Se arrodilló en la cama para poder observar mejor las fotos que estaban pegadas. Seguían estando las mismas fotos de él con sus amigos de la infancia, fotos que provocaban dulzura con solo mirarlas, eran tan tiernos los tres. Había unas más recientes con el nuevo integrante, Victorio. 
Inconcientemente buscó con la mirada, pero no encontró nada. Ya no estaban sus fotos con él.
Entristecida se volvió a sentar y abrir el cajón. Había tantas cosas inservibles ahí adentro, pero no había rastro de su celular. Comenzó a revisar los papeles que tenía ahí adentro y para su sorpresa debajo de todo sacó papeles fotográficos. No las había tirado, ni roto, ni quemado, solamente las había guardado. Sonrió al recordar tiempos felices con él. 

-¿No lo encontraste?- la sorprendió por completo y rápidamente metió todo dentro del cajón. 

-Emm…no- respondió nerviosa, temiendo haber sido descubierta por él.

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