Capitulo 119.

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Día que antecede al domingo. 

Domingo, día más remarcado, subrayado y coloreado, y no solo en el calendario de ella.

Sábado y sólo faltan horas para ese día. [/right]

El rayo del sol molesta sus dormilones ojos por más de que se encuentren cerrados. Con algo de pereza mueve su cuerpo solo un poco con el fin de acomodarse y llegar a escapar de eso que se quejan sus ojos aún dormidos. Larga una sonrisa inconsciente al estar más que cómoda, aunque no encuentre solución para eso que molesta a sus ojos. 
Su mente va de a poco despertándose, pero ella no quiere despertarse, quiere seguir durmiendo. 
Yendo en contra a lo que le ordena a su mente, sus sentidos comienzan a trabajar, ubicándola en tiempo y espacio. 
Al inhalar aire, respira su agradable perfume sintiéndolo muy cerca suyo. Escucha su corazón bombear rítmicamente y siente su respiración honda y profunda, lo que hace que su mente le indique que su cabeza está apoyada sobre su cálido pecho. 
Empieza a tomar en cuenta que sus brazos siguen rodeándola, dejando a su deducción que él nunca la dejó de abrazar, como ella a él. 
Su mente le empieza a relatar y recordar lo acontecido anoche, así poder ella entender la situación. Sonrió al recordar los labios de Juan Pedro sobre los suyos. 
Abrió los ojos lentamente, para comprobar que sus sentidos y su mente no la habían engañado. Volvió a cerrarlos al sentirse conforme de que todo era verdad, y poder así volver a dormir de la misma manera que lo había hecho. 
Hace tanto que no dormía tan bien, tan descansada y relajada, sin pesadillas ni miedos de por medio. 

No puedo volver a dormirse, ya que el molesto sol persistía, y su mente se había despertado por completo. Volvió a abrir los ojos despacio, mientras los refregaba con sus manos y bostezaba. Levantó su cabeza apenas, haciendo todo lo posible para no despertarlo y lo observó. Se enterneció, mordiéndose el labio inferior, al verlo profundamente dormido. Volvió a su posición de antes, justo cuando escuchó la puerta de la habitación abrirse. 

-¡Peter!-gritó una voz chillona al abrir la puerta. Se quedó dura al reconocer la voz de Cristóbal. Instantáneamente, se intentó desprender de los brazos de Juan Pedro, así llegar a disimular un poco la situación, pero fue en vano ya que él no la soltaba. -¡Peter!- repitió mientras escuchaba como la voz se iba acercando hasta la cama. No sabía cuál reacción tomar, si hacerse la dormida o si… Tarde para pensar en algo. -¿Lali? 

Apretó sus dientes, tratando de ocultar su repentino nerviosismo y sin quedarle otra opción, se giró su cabeza simulando una gran sonrisa. –Cris…-susurró como si estuviese sorprendida de verlo, haciéndose la que se acababa de levantar. 

-¿Qué haces durmiendo con mi hermano? –preguntó entre confundido y pícaro. 

-Shh –lo calló suave – Peter está durmiendo y no lo quiero despertar –esquivó intentando que el pequeño baje su voz, y no lo despierte, ya que él se había quedado toda la noche despierto por su culpa, por lo tanto, merecía dormir un poco más. 

-Pero Lali, si ya son como las cinco de la tarde… 

-¿Qué? –se sorprendió ante la velocidad del tiempo y lo mucho que habían dormido. Sintió como Juan Pedro se movió, sin dejar de abrazarla, escondiendo su cabeza entre la almohada y su cuello, incomodándola más ante la presencia de Cristóbal. 

–Apa –dijo largando una risa pícara al ver como Juan Pedro se había acomodado –No me respondiste… ¿qué hacen ustedes dos durmiendo juntos? ¿De qué me perdí? –volvió a cuestionar con una amplia sonrisa que iluminaba su rostro, sentándose en la cama. 

-Pende+jo rajá de acá o te fajo…-gruñó él con la voz ronca y dormida, pero sin moverse. 

-Lo despertaste –le susurró Mariana a Cristóbal. 

SENTIMIENTOS.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora