Capitulo 102.

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En sus manos yacía ese viejo típico libro de un amor imposible, en dónde él la amaba con todo su ser y daría lo que sea por ella, lo que Mariana y cualquier otra chica deseaba de un hombre. Sus lágrimas empapaban su rostro, intentando comprender dónde podían llegar a existir ese tipo de hombres. 
El aire acondicionado estaba prendido al máximo, provocando que ella se tapara entera con su acolchado. En cualquier momento debía apagar la luz de su velador, ya que por desgracia mañana tenía colegio, como siempre. No quiso pensar en el bodrio que le esperaba, ya que sería una mañana solitaria sin sus amigas, pero sabía que después del almuerzo se reincorporaban a clases, después de haber dormido lo suficiente luego de la bendita fiesta.
Fiesta. 
Miró el reloj, y seguramente él ya había pasado a buscar a María Paz a su casa, y ella estaría impecable y diosa como siempre. Ahora estarían en un lindo bar tomando algo. Ojalá pudiese retroceder dos meses atrás y estar solamente esa noche con él, en el lugar de Ma. Paz. 
Imprevistamente la luz que iluminaba la mayoría del cuarto se prendió, molestando a sus achinados ojos rojos, asustándola por completo al escuchar que la puerta se abrió repentinamente. 
"¡¿Perdón?! ¿Qué hacés tirada en la cama?" preguntó alguien descolocando a Mariana para que suelte el libro y vea quién se trataba. 

La: (confundida) ¿Eh? ¿Vico? No sé, me parece que si estoy tirada en la cama es porque me voy a dormir... Pará, pará.. ¿qué hacés vos acá? (percatándose de su vestuario) Y, ¿qué hacés de traje?

Verlo todo arreglado y elegante le shockeó un poco. Y su aparición no fue del todo normal tampoco. 
Nunca en la vida se iba a imaginar que Victorio entraría de traje a su habitación, estando ella en piyama, con lágrimas y un libro de amor en la mano, y que lo peor de todo le diga "¿Qué hacés tirada en la cama?". No era tan extraño que estuviese confundida como lo estaba. 
No le contestó ni una mísera pregunta, solamente se acercó a ella y de un tirón le sacó las sábanas de encima. 

Vic: Dale Lalu, levantate que tenemos poco tiempo. 
La: ¿Eh? ¿Poco tiempo para qué? 
Vic: Para venir conmigo a la fiesta..
La: ¿Vos estás loco? ¿Que te tomaste?
Vic: Sprite, mientras comía los exquisitos ñoquis de mi mamá. Ahora dale, vestite. 
La: No puedo ir a la fiesta, no. No tengo nada, ni vestido ni nada, no voy a ir. 
Vic: No hay tiempo para las típicas indecisiones de las mujeres, si tu celular estuviese prendido como corresponde y hubieses visto las 23 llamadas perdidas mías, esto no pasaría. (levantándola de un tirón de la cama) ¡Vamos!
La: ¡No voy a ir en piyama a la fiesta esta! ¡No, no y no!
Vic: ¿Tengo que hacer todo por vos? 

Abrió su armario y empezó a revolver entre su ropa, buscando algún que otro vestido para que su amiga se ponga. 

La: Dale, ¿todo esto es un sueño, no? Claro, me quedé dormidísima leyendo, es eso.. 
Vic: (riendo) Esto es la realidad, La. Dale, sé que te morís por venir a la fiesta. (haciendo puchero) Porfi, porfi, acompañame, te lo pide tu amigo que no ves hace mucho 
La: No entiendo nada... ¿por qué cambiaste tan rápido de idea?
Vic: Decidí que tengo que afrontar la situación, fue por eso que fui y me volví a inscribir en el Rockland, y creo que la fiesta es una gran oportunidad para reencontrarme con los chicos, y quiero hacerlo con Lali, la vieja Lali que tanto extrañé.. 
La: (abrazándolo) ¡Ay, sos un amor! Pero aún así, no tengo nada potable para ponerme...¿no podes llamar..no sé a una prima y que ella te acompañe?
Vic: Basta, Lali, no jodas. Vos venís conmigo sea como sea. (alcanzándole un vestido) Vos ponete este, y confiá en mi, vas a ser la más linda de todas. 
La: Se clá.. con esta pinta.. 

Nunca la había visto tan linda. Nunca. No supo qué era. No sabía si era la manera que estaba peinada, el excesivo maquillaje, ese vestido que la hacía más sexy de lo normal, su sonrisa cautivadora, o sus ojos relucientes... 
Se despeinó el pelo y trató de mirar para otro lado, pero su mirada volvió a ella. La veía acercarse con Victorio, y exagerados nervios lo ahogaron. Una parte de él seguía feliz de ver a Victorio junto con ellos y trataba de concentrarse en él, pero era imposible, Mariana siempre volvía a su cabeza. 
Gritos de alegría, abrazos y demás, atacaron a Victorio. Mariana simplemente sonreía con esa única sonrisa que lo volvía loco, al mirar a Eugenia y a los chicos abrazar efusivamente a Victorio. Su mirada, disimuladamente, estaba fija en ella, mientras esperaba su 'turno' de poder saludar a su amigo. 

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