Capitulo 105.

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Hacia tanto que no escuchaba sus característicos chillidos molestos, y aunque parezca raro y anormal, hoy los amaba. Era lo único que le hacía dar cuenta que había vuelto a casa, y que ella ahora estaba en sus brazos. Había pasado todo tan rápido pero a la vez demasiado lento. Parecía que hace una hora se estaba enfrentando a su padre, en donde reinaba la discusión, y su padre le obligaba a formar un futuro que él ya no quería. Él quería volver a su antigua vida, a la cual nunca había sido tan feliz, solamente porque la delgada formaba parte de ella. Desde que se subió en aquel barco, en ese día nublado y triste, donde sentía que todo su mundo se desequilibraba, con una maleta en sus manos y un padre sonriendo feliz por llevarse la victoria en el asunto, pensaba claramente en las palabras que Candela le había dicho. "Cobarde". 
Sí, lo fue. Y ahora debía pagar las consecuencias por eso. 
Fueron dos meses que se perdió todo. Dos meses en que ella sufrió por él y derramó un mar de lágrimas. Dos meses de bancarse estar lejos de ella y de sus amigos. Fueron dos meses en los que ella ya pertenece a otro. 
Ahora no tenía derecho a enojarse con ella. No podía. Tanto que había deseado este momento, no podía arruinarlo. Por más de que ella esté borracha y quiera seguir bailando descontroladamente, no podía. El enojo se había esfumado, y ahora hasta amaba las patadas, los rasguños y sus gritos. 
La bajó con todo el cuidado posible, ya que a una princesa salida de cualquier cuento de hadas, debía ser tratada con mucha delicadeza. Y le sonrió. 
Estaba molesta y podía notarlo. Le pegaba en su pecho, y él no se quejaba solamente la miraba con amor. 
"¡Soldtaaaaame!" la escuchaba gritar enojada. Pero en ningún momento él la agarró, desde que la puso en piso firme, la dejó libre para que se marchase cuando guste. Igualmente ella seguía pegándole, y gritandole. 
Lo sentía en el aire, lo sentía en su dolor, lo sentía dentro suyo, ella no se quería ir de su lado. 
Fue en ese entonces que los golpes eran más fuertes, y en el momento en que se rindió, bruscamente lo abrazó. 
Lo abrazó fuerte, como si no quisiera dejarlo ir, escondiéndose en su pecho. La rodeó con sus brazos y se le partió el alma al oírla llorar exageradamente. 
"¡¿Pod qué te fuiste?! ¿Pod qué me dejaste shola?" preguntó entre lágrimas gruesas sin separarse del cuerpo de él. Prefirió quedarse callado acariciándole el pelo con tal de tranquilizarla. 
Al no encontrar una respuesta ella se separó solo un poco, para continuar el abrazo y poder mirarlo a los ojos. 

Ca: ¿Pod qué te fuiste? Te neshecitaba mudcho... 

En ese momento, al ver sus ojos borrosos llenos de dolor, se sintió caer. "Shh" susurró el de la forma más dulce que pudo, quitándole esas molestas lágrimas de su rostro, para luego besar su frente. Ella se sintió confundida, sabía que quería respuestas pero hoy no era un buen día como para responderselas. 

Vic: Lo importante es que volví. 

Con esas palabras vuelve a abrazarla, pegándola contra su cuerpo. No quería que termine este abrazo, temía la idea de volver a separarse de ella, pero todo termina en algún momento. Y fue ahí cuando vio de lejos a Agustín. 

Vic: Ahí viene tu novio. (sonriéndole) No llores más, no lo hagas preocupar.. 

Le sacó las lágrimas y con otro beso en su frente, para luego abrazarla fuerte, se alejó de ella. 

Ag: ¡Mi amor! ¡Al fin te encuentro! (notando sus lágrimas) Ey, ¿qué pasó? ¿Estás bien?

Asintió vagamente y se dejó abrazar con el cachetón, pero su mirada aún seguía fija en cómo Victorio se iba esfumando entre la gente. 

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Él vuelve a ser feliz, porque ella recuperó la sonrisa que él le sacó. Ya no llevaba esas cejas fruncidas, ahora llevaba esa amplia sonrisa, su favorita.
No puede aguantar más las ganas y le sonríe, pero no con cualquier sonrisa, usa la que le gusta a ella, esa sonrisa de lado que siempre la desequilibra por completo y probablemente ese era su deseo, desequilibrarla, tal cual lo hace ella con él con cualquier cosa que haga. Era como si él quisiera seducirla, y aquello le hizo recordar a los viejos tiempos en Punta Cana, dónde el castaño usaba todos sus recursos posibles con tal de que ella lo mirara de otra forma y no como un simple amigo. 
Borró esa peculiar sonrisa al notar de que sí trataba de seducirla, pero instantáneamente volvió sin que él se lo permitiera. 
La vuelve a agarrar de la mano para darle una vuelta y puede ver lo entretenida que está. Vuelve a mega sonreír y la escucha cantar la canción que suena de fondo, una de esas bien movidas que a ella le gusta a bailar y dónde usa sus mejores tácticas sensuales femeninas, en las cuales Juan Pedro hace lo posible para no derrumbarse. Ahora ella se acerca y a él le tiembla todo el cuerpo. Juega a seducirlo, porque aunque esté borracha sabe perfectamente que es su debilidad. Lo embriaga en su baile sensual, pegándose a su cuerpo y él no puede hacer más que agarrarla de la cintura y juntarla aún más cerca de lo que estaban. Sabía muy bien que se estaba volviendo peligroso el contacto tan cerca de sus cuerpos, pero se sentía algo hipnotizado. Todavía no podía llegar a entender como había podido dejarla usar su recurso más eficaz (sin olvidarse del Francés) para volverlo loco. 
Hacía lo posible para seguir su ritmo, pero era imposible. Era sexy pero elegante y natural, tratándo de mantener su gracia al bailar. 
"Qué shuerte que ya no estáz máz enojao, no me guztaba vedte así.."susurró tierna como si fuera una pequeña de tan solo 9 años y él le volvió a sonreír. 
Ahora ella se aleja solo un poco tratándo de mantener aún las manos de él en su cadera, y esboza una amplia mega sonrisa. Solo Juan Pedro sabe el porqué de esa sonrisa y ríe ante la idea. Están pasando esa canción favorita que a ella le fascina, que no es la misma que ambos tienen juntos, esa canción que la escuchó en el cuarto de Cristóbal cuando simulaban ser novios y terminó en un beso que ella rechazó llorando. No, no era esa canción. 
Sin dudarlo niega con la cabeza antes de que ella intente hablar, y la ve hacer un irresistible puchero. 

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