Capitulo 116.

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El día se pasó de largo ante sus ojos. Todo, a su suerte, había transcurrido normal. Bueno el término ‘normal’ para Mariana no existía. Sí entraba en la clasificación palabras como ‘tranquilo’ o más bien ‘pacífico’, ya que Federico no había asomado sus narices el resto de la tarde, como lo era costumbre en él, molestarla un rato y generarle más miedos solo por el hecho de querer besarla. El hecho de que no haya aparecido la tranquilizaba y hasta la hacía sentirse mejor, pero por otro lado la preocupaba ¿por qué no había ido, si hacía todo lo posible para molestarla? 
Gracias a que ese enfermo no se interpuso en su tarde, pudo llegar a disfrutarla en la compañía de sus amigas. Llegó la noche, de manera imprevista, sorprendiendo a Mariana por la velocidad del tiempo cuando uno se divierte, cosa que ella no estaba acostumbrada en los últimos días. La alegría que sus amigas habían creado en ella se esfumó en un microsegundo, se había olvidado de un pequeño detalle: su ‘cita’ con Federico. El temor y la indecisión la atacaron de golpe. ¿Ir, sabiendo lo que iba a ocurrir, o no ir y saber las consecuencias que eso implicaba? No tuvo que pensarlo mucho, prefería cualquier consecuencia, antes de regalarse de esa forma. Aceptó esa opción, y se rodearía de amigos esta noche para que Federico no tenga razón para acercarse a ella. Pero lo que la morocha no previno fue que cada uno de sus amigos ya tenían un programa, excepto por ella. 
Eugenia y Rocío salían con sus respectivos novios, Nicolás y Gastón, y en ese programa Mariana no cabría porque destruiría el ambiente de ‘salida de a parejas’.
Victorio salía con unos viejos amigos y tampoco daba para que ella se metiera en ese programa. 
De Juan Pedro exactamente no sabía ella qué hacía, pero conociéndolo sabía que él no se quedaría aburrido en su casa un viernes a la noche, pero Mariana no se atrevió a preguntarle. 
Por último, Candela y Agustín salían juntos. Candela le ofreció a que saliera con ellos, aunque ella no sabía lo del mensaje de Federico porque Mariana no quería preocuparla, y la verdad que Candela y Agustín se merecerían un tiempo a solas, por eso le mintió y le dijo que prefería quedarse en su casa junto a su familia. Pero tampoco previno la morocha que sus padres salían con los de Juan Pedro y que su hermano menor, Lleca, también salía al cumpleaños de un amigo. Sola en su casa, con Federico al acecho no se iba a quedar. Una llamada fue su salvación de la noche. Francisco la había llamado y le había propuesto salir ambos a comer o a un bar tranquilo. Le venía como anillo al dedo, ya que no estaría sola, y además le debía a él una salida. 
Ahora caminaba con él por las tranquilas y desiertas calles de Buenos Aires. Ya habían ido a comer algo, y ahora se dirigían hacia un bar de moda mientras reían y charlaban, tenía que admitirlo que estaba pasando un buen momento junto a él. 

-Está por llover…-dijo Mariana mirando hacia el cielo. Se veía claramente que las nubes habían tapado cualquier estrella, que le daba un aspecto tenebroso a la cuidad, y se sentía la pesada humedad en el ambiente. 

-Sí…Espero que no le tengas miedo a los truenos ni a los rayos, porque se viene una heavy…-agregó él, posando también su vista en el oscuro cielo. 

-¡Ay, no! Odio las tormentas por eso...-emitió ella tierna, y él rió fuerte. El celular de Mariana sonó, indicando un nuevo mensaje. 

De: Desconocido
Mensaje: Acordate, Lalita. En dos horas en el lugar que te dije. 

Un frío atravesó su cuerpo. Odió no poder mantener esa sensación de bienestar que Francisco le creó. 

-¿De quién es?-preguntó curioso al verla pegada a la pantalla del celular. 

-Un amigo…-mintió guardando su celular adentro de la cartera, sin prestarle atención al contenido del mensaje. 

-¿Quién?... ¿Juan Pedro?- trató de averiguar el especializado en Física. Lo miró, y vio como miraba al frente, serio, pero pudo notar lo celoso que estaba. 

SENTIMIENTOS.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora