Detrás del delantal

Capítulo 24

          

*narra Aina*

Es la noche en que mejor he dormido desde que estoy en Masterchef. Todavía no puedo creerme lo que pasó ayer con Mario... Seguro que fue real? O fue un sueño?

Aina: Chicas. Ayer Mario vino a la fiesta. No lo he soñado, ¿verdad?

Estamos en la habitación, arreglándonos para ir a desayunar.

Marta: Síiii. Y os besasteis.

Ana: No ha sido ningún sueño. Ya nos lo has preguntado un montón de veces. Aterriza.

Aina: Perdón, perdón... Hay tanta felicidad en mí que no lo puedo evitar.

Hoy es sábado y tenemos libre hasta el miércoles, que es cuando empezará la grabación de la segunda gala. Durante la semana, nos dedicaremos a las Masterclass. Estoy muy ilusionada, tengo muchísimas ganas de aprender. No quiero que el amor me haga olvidar por qué estoy aquí. Tengo que saber combinar las dos cosas.

Estamos desayunando y Mario se sienta a mi lado. Me pide si podemos hablar cuando acabemos. Eso no puede ser nada bueno. Vamos a la sala común y me comenta que él ya no puede quedarse más aquí, que tiene que marcharse a su casa. Toda la felicidad que había sentido esta noche se desvanece. Intento agarrarla, pero ya no está, me abandonó.

Mario: No sabes cuánto siento no haberte dicho nada ayer... Pero estábamos tan a gusto...

Aina: No te preocupes. Te entiendo perfectamente. Entonces... Ya nos veremos cuando acabe el programa.

Mario: Y qué pasa con nosotros?

Aina: Qué quieres que pase?

Mario: Algo tenemos, ¿no?

Aina: Algo hay... Pero si tú no vas a estar aquí, no quiero estar pensando continuamente en que tengo un novio que no sé cuándo lo voy a volver a ver. Será mejor que nos olvidemos por ahora, cuando salga de aquí, el universo decidirá. Además, quiero centrarme al cien por cien en el concurso.

Mario: Lo de ayer fue mágico...

Aina: Totalmente. Es un momento que guardaré para siempre en la caja fuerte de mi memoria.

Mario: No me olvides.

Aina: No lo haré. Y tú de mí tampoco.

Mario: Descuida. Vas a ganar el programa, lo sé. Eres mágica en todo, sobre todo cocinando.

Aina derritiéndose en 3, 2, 1...

Nos damos un largo beso de despedida y me alejo sin mirar atrás, sin pensar en todo lo que me estoy perdiendo rechazando a este maravilloso chico.