Capítulo 132

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CAPÍTULO 132

*narra Mendicuti*

Ya falta menos para que empiece el concierto de David Bisbal. Estamos esperando fuera del pabellón cuando aparece Aina, muy guapa con su vestido negro. Es verla y renacen en mí todos los sentimientos que he llegado a sentir por ella, recuerdo ese dulce beso de despedida. Estoy realmente confundido. Aina se acerca a mí, me saluda, la observo embobado y cuando, después de una gran lucha interior, decido besarla, diviso a Marta. Eso hace que me aparte de Aina antes de hacer nada y me olvide de todo lo demás, solo puedo fijarme en lo espectacular que es la chica rubia de ojos azules con complejo de Blair Waldorf, lo bien que le queda ese palabra de honor y no puedo evitar recordar lo que pasó esa noche en los jardines de la otra residencia...

*FLASHBACK*

Marta: Jaque mate.

Mendicuti: ¿En serio? ¿Otra vez? ¡No puede ser!

Marta: Si quieres te dejo ganar... - me mira, entre divertida y cansada. Le he pedido la revancha ya un millón de veces y no hay manera de ganarla.

Mendicuti: ¡Ni se te ocurra! ¡Tengo que conseguirlo por mí mismo!

Marta: Pues tienes toda la noche para pensar una estrategia. Me voy a dormir. - se levanta del suelo, estamos sentados en medio del jardín.

Mendicuti: Espera. - yo también me pongo de pie y la agarro del brazo. No sé por qué, pero no quiero que me deje solo. - No te vayas.

Marta: No puedo irme si no me sueltas el brazo, así que tranquilo, no me voy. - me acaricia la mejilla con su mano libre. Así es la Marta que a mí me gusta: dulce, cariñosa, atenta... Así era antes siempre, antes de que todo el rencor que guarda la carcomiera por dentro.

Busco su mirada, ella responde a la mía dulcemente, me quedo unos minutos perdiéndome en el océano de su mirada, pensando en todo lo bueno que me ha aportado esta chica, pensando también en ese lado oscuro que me atrae pero a la vez me tira para atrás. Entonces, ella baja la mirada, tímidamente, como si supiera en lo que estoy pensando. Le sujeto la barbilla y hago que me vuelva a mirar. Me acerco lentamente, estoy muy nervioso, y le doy un suave beso en los labios. Os juro que esto no estaba previsto. Ella responde con delicadeza. Seguimos besándonos, pausadamente, sin ningún tipo de prisa ni de ansia, hasta que se encienden los aspersores y nos empezamos a mojar. Reímos como nunca, disfrutando del agua, de la noche, de nosotros.

Marta: Será nuestro pequeño secreto. - me susurra, entre beso y beso. Y ahora vuelve a besarme, pero con más fuerza, sin importarle que cojamos un resfriado por estar besándonos bajo el agua de los aspersores.

Detrás del delantalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora