Capítulo 195

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CAPÍTULO 195

*narra Daniel*

Eva me tiende su mano para pasar por un acceso un poco vertiginoso. Cuando nuestras manos se ponen en contacto, creo que no voy a poder volver a articular palabra en lo que me queda de vida.

Eva: Hemos recorrido ya la mitad del camino y ni rastro de ellos. Estoy muy preocupada, Daniel. Gracias por acompañarme.

Daniel: No... no se dan.

Me doy cuenta demasiado tarde de que Eva va a tropezar que cuando voy a avisarla ella ya está en el suelo. Su móvil, que llevaba guardado en el bolsillo del pantalón, sale volando por los aires y aterriza en un lugar pedregoso. Un gemido de dolor sale por su boca. Me acerco corriendo hacia a ella. Le sangra la rodilla.

Daniel: ¿Te duele mucho?

Eva: No... - intenta ponerse en pie, apoyándose en mí, pero su tobillo derecho flaquea y vuelve a gemir de dolor. - Vaya, me he torcido el tobillo.

Daniel: Quédate aquí sin moverte y descansa. Yo voy a buscar tu móvil.

Eva: Déjalo estar, puedes hacerte daño... No querría que tú también te hirieras.

Daniel: No te preocupes. - Por ti hago lo que sea. Pero esto último lo pienso, no me atrevería nunca a decírselo en voz alta.

Me coloco bien las gafas y me aproximo al lugar dónde ha caído el móvil. Hay que descender y está lleno de rocas puntiagudas. Me asomo un poco y el vértigo me llega hasta la garganta. Venga, Daniel, sé fuerte, por Eva, tu diosa. Me sujeto con las manos en las rocas y voy bajando de espaldas. Alargo una mano y estoy a centímetros de tocar el móvil con los dedos, pero un torpe movimiento con mi pie hace que me caiga en las rocas, ahora son mis gafas las que salen volando y me doy con una piedra en toda la espalda. Auch. Eso ha dolido. Y mucho. Lo veo todo borroso, suerte que siempre llevo unas gafas de recambio, pero están en la tienda. Lo importante es que ya tengo el móvil en mi mano y me dedico a subir por dónde he bajado. Es un milagro que llegue sano y salvo a arriba, porque no veo ni papa. Me incorporo y al andar, la espalda me duele terriblemente, pero hago un esfuerzo para que Eva no lo note. Llego a su lado y le tiendo el móvil.

Eva: Muchas gracias, cariño. - me mira y le cambia la expresión de la cara - ¿Y tus gafas?

Daniel: Un pequeño accidente. - hace ademán de levantarse, pero la freno. - No hagas esfuerzos con tu pie.

Eva: Lo siento... Ha sido por mi culpa.

Daniel: No te preocupes, tengo unas de recambio. Ahora descansemos un rato y después volveremos al lago, tú ya no puedes andar más. Seguro que Rocío y Lucas saben encontrar el camino de vuelta. - digo del tirón, me sorprende haber sido capaz de formular más de una oración y no tartamudear en ningún momento. Estoy orgulloso de mí mismo.

Eva: Eres mi héroe. Mi pequeño gigante. - me abraza fuertemente y si por mí fuera, moriría ahora mismo, después de lo que me ha dicho Eva, ¿qué más puedo desear en esta vida?

Detrás del delantalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora