Capítulo 197

101 6 0
                                    

CAPÍTULO 197

*narra Guillermo*

PUM. Otra bola de barro. Lluc se está cebando conmigo. Estoy demasiado ocupado en buscar a Teresa para devolvérsela. Me doy cuenta de que la mayoría ya se han cansado de tirarse barro y deciden ir al lago helado a sacarse toda la suciedad. Manuel sube a Marta a caballito, Mauro a Ana y Víctor a Rocío y juegan a tirarse los unos a los otros. Martina tiene los pies en el agua pero no se atreve a entrar el cuerpo entero. Lucía la animan a que lo haga. Marco va chapoteando a todo el mundo. Los hermanos Mendicuti, ya medio limpios, están en una esquina hablando. Aina dentro del agua apartada de la multitud. Lluc se dirige al lago. ¿Y Teresa? Doy una vuelta sobre la explanada y me la encuentro de pie, mirando a nuestros compañeros divertirse en el lago, pero oculta entre la vegetación.

Guillermo: ¿No te animas a ir?

Teresa: No me gusta demasiado el contacto con seres humanos. Y menos si ese ser humano eres tú.

Guillermo: Tere siempre tan agradable.

Teresa: Que no me llames Tere.

Guillermo: Me gustaría saber qué pasó por tu cabecita cuando besaste a Lluc en la piscina. Tengo una teoría, ¿sabes?

Teresa: No me apetece escucharla. - me acerco a ella por la espalda y le doy la mano. La suelta en cuanto nuestras pieles entran en contacto. Es un hueso duro de roer, pero me gusta.

Guillermo: Eres una persona tan orgullosa que, - le susurro al oído- aún muriéndose de ganas, prefiere negar lo que siente por no tener que pedir disculpas ni darle la razón a otra persona. - Vuelvo a cogerle la mano y ahora no me la suelta. - Así que se decanta por besar a un calzonazos para darle celos al chico del que está realmente enamorada. - entrelazo sus dedos con los míos, aunque una gruesa capa de barro me impide disfrutar al cien por ciento de nuestro contacto, un cálido escalofrío me sube por la espalda. - Esta es mi teoría. Y ya no voy a insistir más. Es tu última oportunidad.

Me quedo detrás de ella, todavía con las manos entrelazadas. Pero no reacciona. Se acabó. Acaba de perder el tren. Suelto su mano y me dispongo a marchar y a congelarme para siempre en el lago. En el último momento, Teresa coge mi brazo, me gira y, por fin, nuestros labios vuelven a unirse. Me aferro a ellos como si no hubiera mañana. Y no me arrepiento de todo lo que he luchado para conseguir esto.

Todo va genial hasta que aparece Lucía, presa del pánico.

Lucía: ¡CHICOS! ¡NECESITAMOS AYUDA! ¡LLUC SE ESTÁ AHOGANDO!

Detrás del delantalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora