Capítulo 107

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CAPÍTULO 107

*narra Ana*

Cuando hemos terminado de desayunar, Manuel me ha dicho que iba un momento al baño y ya han pasado treinta minutos y no ha vuelto. Voy a mirar si está en el baño o en su habitación, pero nada. Empiezo a buscarle por todos los lugares del edificio, ni rastro de él. Entonces voy a los columpios y ya empiezo a preocuparme al ver que tampoco está ahí. Ana, tranquilízate, Manuel está bien. Piensa. Si no está en los columpios, ¿cuál es el otro lugar donde Manuel iría a esconderse? ¡Pues claro! ¡Al Árbol del Ahorcado!

Cuando llego a la parte del bosque donde empiezan los árboles distingo todavía restos de suciedad de la broma de ayer, me coloco debajo del árbol y oigo unos sollozos. Es Manuel. Empiezo a subir como puedo, haciendo mucho ruido y cuando consigo llegar a la rama donde está, él ni se immuta. Tiene la cara roja, los ojos hinchadísimos, la camiseta llena de lágrimas. Respira con dificultad. Está sufriendo un ataque de ansiedad. Lo abrazo tan fuerte que temo que no pueda respirar, pero no puedo soltarlo, no quiero que se vaya nunca de mi lado.

Ana: Ya está, ya pasó... - le susurro, mientras le acaricio el pelo, las mejillas, las manos, hasta que logra tranquilizarse y el llanto, poco a poco, se desvanece.

Manuel: Gracias por encontrarme. - dice, con la voz quebrada.

Ana: Siempre lo haré, nunca me cansaré de buscarte hasta que no te encuentre.

Manuel: ¿Me lo prometes? ¿No dejarás que el vacío invada mi vida?

Ana: Combatiremos al vacío.

Manuel: Ana, quiero que sepas que sin ti me siento vacío.

Ana: No voy a permitir que te sientas así, pero necesito saber qué te pasa, qué es eso que te provoca estos ataques. No puedes seguir así, guardándotelo todo para ti. Quiero ayudarte, déjame que te ayude.

Manuel: En este preciso momento no estoy preparado para explicártelo, me daría otro ataque. Lo siento.

Ana: Ni se te ocurra sentirlo. Sea lo que sea que te pase, lo superaremos juntos. - le sujeto la cara y le miro fijamente - Te quiero, Manuel. Que no se te olvide. - le beso con mucha fuerza, intentando transmitirle toda la energía positiva que necesita, demostrándole así que siempre voy a estar a su lado.

Hunde su cara en mi pecho, me da la mano y le acaricio el pelo hasta que se queda dormido, deduzco que no habrá dormido demasiado esta noche. Nuestras manos todavía siguen unidas. No pienso soltarla nunca.

Detrás del delantalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora