Capítulo 191

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CAPÍTULO 191

*narra Claudia*

El autobús nos deja en nuestro destino y nos cargamos las mochilas con las tiendas de campaña a la espalda. Estos dos días van a ser inolvidables.

Eva: Ahora nos esperan dos horas de subida, no os separéis del grupo, hay diversos caminos y es muy fácil perderse.

Empezamos la caminata, Efrén está a mi lado. Hablamos de todo un poco y a la vez de nada. Pero disfruto de su compañía.

Efrén: Tengo una idea para lo que tú ya sabes...

Vaya. Este chico no puede olvidarse del tema. Creo que será la última vez que lo ayude, me da miedo si al final nuestro plan da sus frutos...

*narra Manuel*

Manuel: Y entonces, PUM, se rompió el vaso y nos sobresaltamos. - finalizo de explicarle lo que me pasó ayer a Marta. Ya me empieza a faltar el aire. Esta subida es dura.

Marta: ¿Has vuelto a hablar con Mauro?

Manuel: Nos hemos saludado y tal, pero el tema no lo ha tocado. No sé qué le debió de decir Martina...

Me paro un momento porque ya no puedo aguantar más. Pf, estoy en baja forma. Ana se acerca a mí y me mira incómoda. Aina está a su lado.

Ana: ¿Quieres agua? - me pregunta, tendiéndome su botella.

Manuel: Sí, gracias. - le doy un largo trago. Y mientras bebo poso la mirada en los hipnotizantes ojos de Ana, la bajo avergonzado y me encuentro un diente de león. Pienso en que a Katniss le pasó lo mismo con Peeta. El diente de león que significa renacimiento. Que no todo está perdido. Lo arranco delicadamente y se lo doy a Ana. Ella me sonríe. Pero sigue su camino con Aina y yo lo sigo con Marta.

*narra Rocío*

Los arándanos son la cosa más deliciosa que existe en este mundo. Y este lugar está repleto de ellos. Yo para ser feliz quiero arándanos. No necesito nada más. Me separo un momento del grupo porque he visto una planta con muchos y muy jugosos. Me entretengo en cogerlos todos mientras me los voy comiendo. Giro sobre mí misma y me doy cuenta demasiado tarde de que el grupo ya no está. Mierda. ¿Ahora qué hago? ¿Izquierda o derecha? Mis piernas flaquean por el miedo a quedarme sola en este bosque y me quedo en el suelo de rodillas, desorientada. Oigo a un lobo aullar. Está demasiado cerca de mí y el miedo hace que me tiemble todo el cuerpo. Me levanto lentamente, ando hacia atrás, sigilosamente. El aullido se hace más insistente. Un lobo va a devorarme. Qué final más triste para Rocío Lozano.

Rocío: AAAAAHH. - alguien me ha tocado por la espalda. Me giro, totalmente asustada, y me doy cuenta de que es Lucas, él sigue aullando y riéndose. De toda la rabia que me provoca lo que acaba de hacerme, empiezo a pegarle pequeños puñetazos, llorando de rabia. Hasta que me canso.

Rocío: No te rías tanto, truhan. Estamos bien perdidos.

Detrás del delantalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora