Detrás del delantal

Capítulo 90

CAPÍTULO 90

*narra Mendicuti*

Nadie sabe cómo reaccionar tras la declaración de Lluc. En mi interior nace un fuego que creo que me va a consumir si no hago nada, no puedo creer que Lluc haya sido tan cobarde y se esté comportando así con Marta. Me da igual lo que le haya hecho ella, las cosas no funcionan así. Estoy a punto de cantarle las cuarenta a Lluc cuando Marta se aproxima a él, su cuerpo destella furia, nunca la había visto así, sin embargo, cuando habla, parece la mar de tranquila.

Marta: Cariño, no sabes a quién te estás enfrentando.

Dicho esto, y ante la mirada atónita de todos, se marcha. Entonces empiezan las quejas y los reproches contra Lluc. Me aíslo de ellos y debato sobre si ir a ayudar a Marta o unirme a la lucha. Sí que es verdad que ella no se ha portado bien conmigo, pero acaba de pasar una gorda, muchísimo más que la que he pasado yo. Además, yo no soy como ella, yo atiendo a los amigos cuando lo necesitan.

Aina: ¿Dónde vas?

Víctor: Eso, ¿a dónde vas?

Les miro con desdén, decidiendo si decirles la verdad. A ambos les guardo demasiado rencor...

Mendicuti: No os importa.

Voy en busca de Marta y no me sorprende encontrarla en el mismo sitio donde antes estaba con Víctor. Lo que me extraña es que no está llorando, simplemente mira a la nada, con los puños apretados y los labios tensos.

Mendicuti: Hola. - le digo, un poco molesto, no os creáis que he olvidado lo que me ha hecho con Víctor.

Marta: ¡Marcos! - ahora sí que echa a llorar y se lanza a mis brazos. Yo acepto el abrazo y la aprieto con fuerza.

*narra Marta*

Mi refugio. Ha venido a refugiarme, a salvarme, a pesar de que yo me haya portado como una verdadera niñata insensata.

Marta: Perdóname - sollozo - cuando has venido... no estaba en pleno uso de mis facultades mentales. En cuanto te has largado, he sabido que no había hecho lo correcto. Perdóname... últimamente solo hago que cagarla.

Mendicuti: Venga, ya está olvidado. - lo miro a los ojos.

Marta: Gracias por haber venido... De veras que no te merezco, no merezco un gran amigo como tú.

Mendicuti: Era para que te dieses cuenta de que, aunque esté molesto contigo, siempre voy a estar aquí para ti. Eres una gran amiga, ¿sabes?

Marta: Y tú el mejor amigo que nunca haya podido soñar. ¿Todavía sigues queriendo que te ayude con lo que te ha pasado?

Mendicuti: Eso ya no tiene importancia. Lo importante es saber cómo estás tú. Lluc se ha pasado cuatro pueblos.

Marta: Más bien cuatrocientos - mi mirada se vuelve dura - Qué estúpida fui al confiar en él...

El llanto se vuelve a apoderar de mi cuerpo y le cuento a Marcos, entre sollozos, toda mi historia. Que mi madre murió en mi parto, que siento que me falta algo al no saber prácticamente nada de ella, que mi padre es una persona que nunca se ha preocupado por mí... Y él me llena de palabras alentadoras, me promete que me ayudará a superarlo.

Pero un pensamiento no se va de mi mente... Lluc me las va a pagar.