Natasha Romanoff.

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Nick salió de la sala de conferencias y tan rápido como había venido se había ido. La celebración seguía en pie gracias a los adolescentes alocados del lugar que no dejaban que la música se apagara. Me disponía a salir de la sala cuando una mano me sujetó el brazo impidiendo mi salida. Me giré con rapidez pero sin agresividad sabiendo que no había peligro alguno en esa acción.

—Natasha, necesito hablar contigo. Es serio— Clint me sujetaba con demasiada fuerza con furia silenciosa.

—¿No puede esperar a mañana Clint? Hoy hay que celebrar mi matrimonio. ¿Acaso no estas feliz por mí? ¿Qué no querías que esto fuera del dominio publico desde que paso?

—Tú sabes bien que sí. Lo que no te voy a perdonar en la vida Nat, es que me ocultaras lo que debería de ser lo más importante en tu vida.

—¿De qué estas hablando?— me solté de él y caminé hasta la puerta que estaba entreabierta, la cerré.

—No te hagas la tonta, que ese teatrito no va contigo. Sabes exactamente a lo que me refiero.— me miró con insistencia sabiendo perfectamente el secreto que escondía. 

—No. No sé. Quisieras ser más especifico— lo miré con frialdad. Quería saber si en realidad Clint sabia todo eso que clamaba saber.

—Hace veinte años Natasha, hace veinte años en Russia. Investigué cada uno de tus viajes; tus estancias; tus paradas; todo.— dijo mientras lo miraba con fijación.

Dejó caer unos papeles sobre la mesa, me acerqué para poder verlos con claridad. Los esparcí cayendo en cuenta de que los papeles y fotos eran de hace cerca de veinte años, diecinueve para ser exactos de mí.

—¿De dónde sacaste todo esto?— dije con un nudo del tamaño de un puño en mi estomago.

No podía ser cierto, no podía ser cierto. ¿Cómo podía ser posible?

—Dos semanas de investigación exhaustiva fueron el gran esfuerzo que me llevo el recolectar todo eso. Sé que tienes una hija Nat. O que al menos la tuviste.

—No. Yo jamás tuve una hija Barton. Jamás he estado embarazada.— respondí con brusquedad.

Eran mi fotos. Eran mis registros. Y recordaba haber usado ese nombre en alguna ocasión. ¿Cómo lo ha conseguido?

—Sí. La tienes, Nat. Y ¿sabes una cosa?— él se acerco a mí —Ella esta más cerca de lo que crees.

—Barton, ¿qué quieres decir con eso?— me giré y dije casi gritando —¿Cómo sabes todo esto?

—Mira a tu alrededor Natasha. La vida ya no es como lo era hace veinte años, ahora tenemos hijos, familias. Te has dado cuenta de que aparte de Banner, tú y Steve son los únicos que no tienen hijos.— se calló por un momento. —Sabes que él lo desea con todo su corazón, y tú se lo has negado.— volteo a mirar a los papeles en la mesa. —A menos de que no quieras que él se entere de esa bebé, desaste de eso.

Yo lo sabía, sabía que esto algún día se iba a descubrir. Pero pensé que no llegaría a descubrirse tan pronto.

—Natasha sé que estas asustada a...

—No Barton, no estoy asustada. Estoy aterrada. Así como lo estuve hace veinte años al casarme, y al quedar embarazada.— dije con la voz ahogada. —Mi hija esta lejos de mí. Mi esposo no sabrá de ella.

Él rodó los ojos exasperado conmigo.

—Nat sabes que lo que haces esta mal. Si Steve se entera de que tiene una hija, y que tu deliberadamente se lo ocultaste, jamás te lo perdonara.

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