Hale Knight

Caminé por los pasillos de la torre esperando encontrar a una de las chicas pero no había nadie en la torre. Literalmente.

Busqué el teléfono y marqué el numero que la noche anterior las chicas me dieron para llamar a la estilista, pero justo cuando iba a colgar la llamada vi a alguien parado enfrente de mí.

No era alguien en si, era algo con forma humana que permanecía en el mismo lugar mirándome con frialdad.

—Veo que te has preparado Hale— su voz era la misma que escuché cuando James fue manipulado. Era odio, eran como si mil almas estuvieran atrapadas en sus entrañas. —No te confundas Hale, esos gritos sí son voces atrapadas en mí desde hace años.

Sabia que no había entrado en mi mente porque yo no lo sentí dentro, pero ahora estaba muy impresionada porque había sabido leer mi cara aun cuando trataba de mantenerla estática.

—¿Por qué me estas cazando?— logré decir apenas con voz fuerte.

—Tu cabeza debe caer para proteger lo único que me queda Hale.

No contesté. Solo lo miré tratando de entender a que se refería.

—En años pasados yo llegué a este mundo buscando una de las persona más importantes para mí. Solo para descubrir que él morirá por tu mano.

Mi rostro se descompuso ante esa acusación. Fruncí el ceño y lo miré, pero en vez de encontrar unos ojos, solo encontré dos cavidades vacías y profundas que no mostraban nada.

—Si te preguntas sí esta es mi forma real, pues lamento decirte que no lo es. Es solo una ilusión, tan realista, tan perfecta que me ha llevado años perfeccionarla para que las personas crean que es mi naturaleza real. 

—¿Quieres qué todo el mundo te vea como un demonio?— guardó silencio un momento y desvío su mirada de mí, pero luego se volvió por completo hacia a mí.

—Todo el mundo ya me ve como tal.— mostró una sonrisa que sin dudarlo sí daba miedo. —Tendré la hermosura con la que todos admiran a mi padre y tal vez la fortaleza que caracterizó a mi madre, pero eso no importa cuando estás maldito desde el nacimiento.

—Me odias— no era una pregunta, era algo que estaba claro y él no parecía negarlo.

—Lo hago. Porque he vivido muchas vidas y ¡tú siempre te interpones!— se elevó del suelo y en un momento lo vi acercarse a toda velocidad a mí.

Un grito ahogado salió desde mi garganta al tiempo que dejé de sentir mis piernas y caí al suelo. Una carcajada se escucho a lo lejos, era alocada y maniática y más que eso era de diversión.

—Todavía no es tu tiempo Hale. Pronto tendrás que tratar de escapar de mis manos, aunque no puedas hacerlo. Por ahora solo quiero jugar contigo.— abrí los ojos para verlo y estaba parado a dos metros de mí simulando estar revisando sus uñas despreocupado.

A lo lejos escuché como alguien subía por elevador. Él también miró en esa dirección y sonrió.

—Regresaré— susurró al tiempo que se desvanecía.

—Yo sé que lo harás— me levanté del suelo.

Me acerqué al elevador del cual una chica con una maleta enorme en mano me saludó.

—¿Eres la estilista?— ella asintió —Sígueme entonces.

Ambas caminamos por los pasillos hasta llegar al cuarto de Paige donde ella tenia mi vestido, mis tacones y las joyas que ella misma había elegido para ponerme en el evento.