CUARENTA'

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[Tres días antes]

Toda la Torre descansaba, incluso V.I.E.R.N.E.S dormía un poco antes de volver a estar despierta y en vela durante el resto de la noche, pero en las habitaciones de los huéspedes una chica se encontraba sin poder dormir, a pesar de lo agotada que se encontraba las pesadillas encontraban su forma de arruinar su más hermoso sueño.

La voz de ese Hombre Sombra retumbaba en sus doloridos oídos que decía "Regresaré por ti, serás mía" a cada segundo que su mente parecía haber olvidado ese incidente. Sus memorias estaban impregnadas de él y su forma de perturbar la mente frágil de Hale era intrigante.

Despertó incorporándose en la cama de golpe, con lagrimas en los ojos y sudor corriendo por su cuello. Se sentía abrumada y tan asfixiada que por un momento pensó que el Hombre Sombra había regresado. Encendió las luces de su habitación para cerciorase de eso y en efecto, estaba sola. Sin las ganas de volver a dormir, decidió que necesitaba un poco de trabajo físico. Bajó a la sala de entrenamiento y viendo lo amplio que estaba todo, se sentía mejor de saber que estaría un momento a solas.

Buscó entre los guantes de boxeo unos vendajes ya usados por ella, los envolvió en sus palmas con fuerza y después de calentar un poco dejó descargar toda su furia contra el saco lleno de arena. Sus golpes que parecían de principiante la frustraban, era como si no pudiera dar más de si, pero comprendía que acaba de no solo salir de una operación, sino que el ataque del Hombre Sombra la había dejado mentalmente agotada.

Suspiró con pesadez el tiempo que se concentraba con todas sus fuerzas en el saco, y lo mucho que le gustaría que todas esas personas que alguna vez la dañaron estuvieran en la misma posición que ese objeto para golpear. Y fueron tantas sus fuerzas que la bolsa de arena terminó a cinco metros de ella con una abertura de más de veinte centímetros en paralelo, simulando en la imaginación de Hale que era una persona desangrándose.

—Buen golpe— dijo Steve detrás de Hale recargado contra la pared mirando el saco de boxeo en el suelo que causaba un gran desastre de limpieza.

Hale se sorprendió de oírlo y verlo a altas horas de la madrugada en ese lugar.

—¿Pesadillas?— preguntó Steve mientras tomaba otro saco y lo colocaba en el lugar donde estaba el anterior.

—Eso, y el Hombre Sombra que no desaparece de mi cabeza. A cada respiro que doy, a cada cosa que pienso su voz me asecha como el depredador a su presa.— dijo Hale sacando de sus manos los vendajes para guardarlos.

Steve se había puesto sus vendajes y ya se encontraba listo para golpear el saco y descargar su propia furia contra este.

—Y ¿usted? ¿Qué le sucede?

—Pesadillas. Frustraciones. Malos sueños y malos recuerdos.— respondió Steve mirando el saco de boxeo —¿Es malo querer desear volver el tiempo atrás?— el rubio miró los ojos verdes de Hale y luego negó con la cabeza. —No lo digo porque no deseo la vida que tengo; sino porque la vida que tuve no acabo muy bien.

—No es malo. Yo quisiera hacerlo todo el tiempo, pero el tiempo ha pasado y nada se puede hacer al respecto.— dijo Hale en voz baja —En muchas ocaciones desee no haber nacido, en otras que mi madre hubiera muerto en el parto, y otras que simplemente me hubieran asesinado en el Cuarto Rojo. Solo quería acabar con mi desdicha.

—Parece que la odias mucho.

—Lo hago. Me abandonó, por eso fue que terminé en el Cuarto Rojo. Si no lo hubiera hecho, yo jamás habría terminado en esa academia.

—Hale ¿qué harías si un día cualquiera una mujer se presentara ante ti diciendo que es tu madre?— la pregunta de Steve que aunque pareciera muy genérica era en cierta forma profunda ya que Hale en muchas ocaciones se ha imaginado conociendo a su madre pero siempre termina incrustando una bala en su craneo por tanto enojo y frustración que siente hacia ella.

Hale Knight Donde viven las historias. Descúbrelo ahora