Era un salón grande con paredes de cristal que daban al exterior y un paisaje largo de arboles y el cielo de color azul brillante y despejado sin nubes. Mis piernas colgaban de la cama en la que me encontraba sentada. Miré hacia al lado mio para ver si había alguien más conmigo en la habitación, pero estaba sola. Lo único que alcancé a ver fue un espejo del otro lado del cuarto. Me puse en pies y me acerqué a él. No levanté la mirada hasta que estuve segura de que podía ver mi imagen completa reflejada.Tenia vendajes en la cabeza por sobre mis ojos. Otras rodeaban mis brazos y unas tenían machas rojas. En mis piernas sentía la presión de las telas suaves, desde mi muslo hasta mi tobillo. Sabia que estaba lastimada, estaba herida no solo fisicamente, sino emocionalmente. Los recuerdos de esa noche me han estado atormentado a cada instante desde que pasaron los eventos. Estoy destruida, arruinada y dolida, lo único que quiero hacer es llorar para poder aliviar la pena que me embarga. Pero dentro de mí sabia que nada en el mundo me podría aliviar de todo este dolor en mi interior.
—¿Por qué?
Salió de mi boca pero no fui yo quien lo dijo. Yo no me sentía con las fuerzas para siquiera hablar.
Oía las voces afuera de la habitación preocupadas por saber como me encontraba. Querían entrar y hablarme, saber como me sentía. Querían conocer si aun tenia mi cordura, aunque dudaba que yo aun conservará algo de eso y si lo hacia, ya no era la misma.
Suspiré tratando de saber que es lo que tendría que hacer ahora que tenia las fuerzas suficientes para caminar y no estaba ahogada en llanto, pero tampoco me sentía capaz de regresar con mi equipo o con los Vengadores, y volver a idear planes y estrategias. Estaba cansada pero no agotada. Quería reposar pero no dormir. Quería hablar pero no llorar. Y lo peor de todo es no sabia que hacer ahora. ¿Cómo se supone que voy a dar la cara con los Vengadores? Mi protegida, mi amiga, mi hermana pequeña nos traiciono a todos. Yo fui quien les dijo que confiaran en ella, en nosotros y nos abandono.
Miré hacia afuera observando con avidez lo verde del bosque del otro lado del claro. Era hermoso, y estaba lleno de paz. Regresé a la cama y me senté abrazando mis piernas, mi vida nunca estuvo junta, pero ahora lo poco que tenia se estaba viniendo abajo. Algo me faltaba. Tal vez era solo nostalgia a mi antigua vida antes de los Vengadores, o tal vez mi infancia en el Cuarto Rojo, no lo sé pero era un sentimiento fuerte que era imposible de ignorar.
Me recosté en la cama mirando al techo buscando figuras abstractas tratando de distraerme de cualquier bullicio que se estuviera creando afuera, y lo hice hasta que sin previo aviso cerré los ojos y me quede dormida.
Desperté cuando un ruido se escucho en el cuarto, no parecía algo en la ventana o en la puerta, era algo más cerca a mi cama. Tampoco podían ser James o Daven, o siquiera Capitán América, era alguien más que queria quedarse en las sombras. Y quien fuera esa persona era pésima para esconderse. No tenia nada cerca mío para defenderme, solo mis manos y la poca fuerza que aun estaba recuperando.
Antes de que pudiera reaccionar una mano alcanzo mi boca para ahogar cualquier grito que pudiera dar, y con el peso de su cuerpo suprimió los golpes al aire de mis piernas y mi otro brazo. Su aliento choco con rostro y cerré de nuevo los ojos para evitar ver mis pesadillas volverse realidad.
—No Hale, abre los ojos. Mírame— susurro contra mi cara. Parecía agitado, parecía que estaba haciendo un gran esfuerzo por no gritar. —Sino abres los ojos y me miras, te juro que esta pesadilla que vives jamás acabara Hale.
No le hice caso y retuve las lagrimas por el pánico que estaba embargando mi ser. Mis labios temblaban involuntariamente y mi respiración estaba agitada. Me quería controlar pero no podía, me era imposible.
—Amor mío abre los ojos y veme— su voz era calmada y pacifica. Con un matiz relajado y pacifico que me invitaba a hacerle caso.
Algo profundo en mi mente me obligaba a recordar un espacio en blanco, un agujero donde faltaba una parte importante de mí. Era un rompecabezas y una parte sumamente preciada era eso que tenia perdido.
Abrí los ojos para encontrarme con un rostro largo con barbilla aguda, cejas finas y oscuras, ojos en forma de almendra color azul como el mar igual de tormentosos y perdidos. Su cabello estaba largo y negro como el mismo carbón me rozaba la piel sobre mis pómulos. La piel de su cara tenia manchas negras de hollín lo cual podía solo decir del lugar por donde había entrado.
—¿Quién eres?— dije bajo su mano.
Sus ojos destellaron con un brillo que no supe interpretar pero parecía que mi pregunta lo había herido en alguna forma. Quito su peso se mi y bajo hasta el suelo, mientras yo me sentaba en la cama, él se hincaba al lado de la cama con su cabeza en mis muslos y estaba llorando.
—Perdóname. Nunca quise ponerte en peligro. Todo esto ha sido mi culpa.— sollozó contra mis piernas sujetando mis manos con fuerza.
Aunque no supiera quien era él, no supiera su nombre, sabia que sus disculpas eran genuinas y verdaderas para mí. Que lo que decía era verdadero.
—Te perdono. No te culpes por eso querido.— dije sin pensarlo. No lo recordaba a él, pero me partía el alma verlo roto por algo que no entendía que fue lo que paso.
—¿Cómo me llamaste?— levanto la cabeza buscando mi mirada pero no la encontró porque él buscaba una respuesta que yo tampoco sabia.
Mi corazón se rompió al reconocer su voz, una melodía que he añorado por años, y un tiempo que me ha parecido una eternidad. Mis pulmones se llenaron de aire al tiempo que mis memorias eran restauradas a su originalidad.
—Laurent— jadeé sintiendo sus manos recorrer mis brazos hasta alcanzar mi cuello y tener sus ojos a mi altura. Lo miré con adoración.
Sabia quien era y quien fue. Lo que nos prometimos y lo que nos paso. Lo que fuimos y lo que Ibamos a ser.
Alcancé sus manos recorrí sus brazos y con las yemas de mis dedos experimenté el mismo sentir de la primera vez de nuevo y me esforcé por sentir cada relieve en su piel, y no me detuve hasta llegar a su nuca y encontrarme con el nacimiento del cabello. Nuestras frentes de juntaron, ambos estábamos jadeando con dificultad como si acabáramos que correr una maratón.
—Mi amor, mi vida ¿dónde has estado todos estos años?— dije sintiendo como el alma me volvía al cuerpo.
Había sentido soledad y confusión, pero ahora estaba completa, al lado de él era yo como siempre debí ser. Era de él, él era mio. Eramos uno solo nacidos de diferentes mundos, él lo sabia y yo lo hacia, y aun así caímos el uno por el otro.
—Tratando de protegerte querida— sus manos se posaron en mis mejillas con sus pulgares rozaba bajo mis ojos y miraba cada milímetro de mi rostro al igual que yo lo hacia con él.
—Eres mío. Siempre has sido mío— no soporte más y lo abrace sintiendo su cuerpo contra el mio me hacia sentir llena. —No sabes todo lo que he descubierto Laurent.
—Y no lo imagino, pero por tu tono creo que no te emociona mucho.— dijo mientras me sostenía como si fuera algo frágil, me agradaba sentirme de esta manera en sus brazos.
—No.— las lagrimas comenzaron a salir por mis ojos, resbalaron por mis mejillas hasta llegar a su hombro. Necesitaba llorar así, él me daba paz.
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Hale Knight
FanfictionLa hija del soldado y la espía. Si no tienes pasado ¿puedes tener un futuro? "Si quieres conseguir algo que nunca has tenido tendrás que hacer cosas que nunca has hecho: convierte la rabia en fuerza para superar los obstáculos." Un gran regalo. ...