Hale Knight.

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En ocaciones me preguntaba porque me había tocado a mí, de entre todas la chicas de mi edad en el mundo huérfanas me tuvo que tocar a mí ser predestinada a ser la siguiente Viuda Negra. Todos tenían sus esperanzas en mí.

Yo dominaba cerca de cuarenta idiomas, podía escabullirme y camuflarme de lo que fuera en cuestión de minutos, vencí en más de una ocasión a los entrenadores de artes marciales mixtas, kung-fu y defensa personal, tenia destreza con diferentes tipos de armas y una extraordinaria fuerza tanto de voluntad como vital.

No cabía duda que las demás chicas no tenían oportunidad contra mí, solo que yo no deseaba exterminarlas.

El taxi que me llevaba a Rozzano pasaba a la orilla de varias casas donde me imaginaba alguna familia disfrutando de su tiempo estando juntos. El carro se detuvo en donde pude deducir era el centro de la ciudad.

—Siamo venuti signorina— anuncio el chofer. Cuando le pagué se fue dejándome sola.

Observé a mi alrededor buscando con la mirada algo que me diera un indicio de Alexander. Las personas paseaban por la plaza mayor con tranquilidad. Miraba a los niños gritar y sonreír mientras sujetaban en la mano unas paletas enormes de colores. Mi corazón se enternecía al ver eso, pero también me entristecía porque el tener hijos o una familia propia no es una opción con la educación y el entorno en el que he crecido. El tipo de vida que llevo y llevaré no me permite crear algo propio.

Levanté la mirada un poco solo para encontrarme con algo familiar a mi vista. Saqué la foto de Alexander de mi bolsillo trasero y la puse a la par con el chico a varios metros enfrente de mí. La chaqueta era la misma, solo esperé a que el chico se volteara un poco solo verificar su identidad. Mientras esperaba a que él se diera vuelta no me fijé en que él se había percatado de mi presencia.

Cayendo en cuenta de quien yo era y mi propósito en ese lugar al yo cometer el error de mirarlo directo a los ojos comenzó a moverse. Después de soltar la bolsa de caramelos en las manos del niño, sus piernas comenzaron a moverse a una velocidad sorprendente. Sin quedarme atrás mi cerebro de inmediato envió mensajes a mis piernas para moverse y enviarme en dirección a donde este chico estaba corriendo.

Pasamos por un pequeño bazar donde personas con bolsas, carros ambulantes y puestos de comida no faltaban. Tuve que saltar por sobre un puesto de vegetales para poder seguirle el paso. Saqué una de mis navajas que traía sobre mis brazos y justo antes de que él diera vuelta en una esquina aguda lance mi navaja que lo atrapo en el acto atravesando su chaqueta contra la madera.

Él miro con asombro la navaja sobre su hombro sujetando su chaqueta dejándolo atrapado. Me miró un segundo para luego dejar colgada su chaqueta y salir corriendo escapando de mí. Me detuve dejando que siguiera su camino dejándome solo con la chaqueta.

Miré la dirección que había tomado y con mi navaja en mano y la chaqueta en la otra caminé a paso lento por el callejón del bazar. La noche llego rápido mostrando un hermoso cielo con estrellas. Bajé la mirada al momento que noté que mis sentidos me alarmaban sobre alguien observándome.

Era un tipo enorme que había notado como la chaqueta colgaba en mi mano.

—No pareces de por aquí niña.

—Es que no lo soy— respondí mirando al hombre sin siquiera sentir miedo por su tamaño o incluso su gruesa voz. —Busco a una persona.

—Ah sí, y ¿qué persona buscas?

—Alexander Davenport.— contesté casi en tono desafiante. —¿Lo conoces?

El hombre asintió para luego mirar al edificio detrás de él.

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