SESENTA-SEIS'

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Los chicos se encontraban sentados en una barra a cierta altura del suelo como si fueran pájaros observando un buen espectáculo. Y para algunos de ellos, así era. Clint se había unido a los niños para ver a Hale entrenar con sus poderes sobre naturales y las caras tan cómicas que ella lograba hacer cuando algo salía como ella no lo planeaba.

—Esto es genial— dijo Clint con un tazón de palomitas entre sus manos mirando con fascinación a Hale bajo de ellos.

Todos voltearon verlo que parecía como niño pequeño viendo su programa favorito en la TV pero luego volvieron la vista a Hale quien estaba realmente batallando con su ejercicio diario que no podía finalizar esta vez.

—Dean, no puedo hacerlo. Me esta comenzando a doler la cabeza— dijo ella mientras levantaba su mano y junto con ella un pedazo de bloque de hierro puro junto con ella y luego lo arrojaba hacia un robot pero sin alcanzarlo provocando que sus proyectiles alcanzaran a Hale antes de ser destruido por Dean.

—Hale, tienes que hacerlo. Tienes que lograrlo antes de...

—Lo sé. Pero si mi mente no coopera con todo eso no es mi culpa. Al parecer este es mi limite.— dijo ella levantándose del suelo y revisando las heridas provocadas por el láser no letal del robot en su abdomen. —Me estoy comenzando a marear.

—Deja de engañarte Hale.— contestó Dean suspendido a dos metros del suelo sintiendo a Hale y su aura siendo bloqueada. —Me pides que sea tu maestro y no haces caso. Deja que tu energía fluya.

Hale bufó con frustración y se puso recta, juntó sus manos hechas puños una contra la otra y se comenzó a relajar hasta comenzar a sentir que sus extremidades estaban siendo consumidas por una pesadez enorme.

Abrió los ojos ante un escenario donde estaba siendo atacada por los robots de Industrias Stark y sin pensar mucho se dejó llevar por sus instintos de protección lanzando patadas y golpes al aire dirigidos al los metales andantes que la rodeaban provocando que ráfagas de energía expulsados de sus extremidades los alcanzaran y fueran pequeños los pedazos de metal esparcidos por todo el salón que llegaron a los pies de la rubia.

—¡WOAH!— gritó Clint al sentir la onda de choque contra sus mejillas. —¡Eso es! ¡Mata a cada uno de esos malditos Hale!

Todos miraron a Clint algo asustados pero divirtiéndose con su expresión y sus gritos tan llenos de emoción pero sin perder el asombro por los golpes explosivos de Hale.

—Eso estuvo mejor— sonrió Dean bajando de la altura de donde veía con mejor claridad a Hale y su aura.

—¡Clinton Francis Barton, baja de allá arriba!— un grito bastante furioso se escuchó en la entrada de la sala de entrenamiento y mientras todos tornaban su atención a esa persona tan molesta, Clint bajó del techo para estar a la altura de Stark quien lo llamaba. —¿Por qué estas usando mi casco como cacerola para tus palomitas de maíz? Acabo de llegar de New York y no encontré lo más importante de mi traje.

El hombre del arco y flecha se acercó a Tony con una expresión de culpabilidad en los ojos pero no de arrepentimiento y le entregó el casco lleno de granos de maíz a Tony quien soltó una carcajada bastante estruendosa al ver su propiedad ser usada de esa forma.

—¿Por qué?

—No había cazuelas y lo único que encontré a la mano fue el casco. Es bastante versátil ¿sabias?

—Claro que sí.— dijo Tony en tono serio —Ya lo he usado antes para comer sopa Clint.

—Oh Dios. ¡Fuera! Ambos— dijo Hale señalando la puerta mirando a ambos adultos que se comportaban como niños pequeños. —Largo de mi sesión de entrenamiento.

Hale Knight Donde viven las historias. Descúbrelo ahora