Spencer Portman.

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Caminé despacio por la calle entre la muchedumbre esquivando carritos de salchichas callejeros, niños distraídos de sus madres y personas sin conciencia de la higiene. La basura abunda en cantidades enormes en Nueva York pero no era como si alguien le preocupara recogerla para que todo se viera mejor. Esta cuidad era un basurero andante. Nada comparado con mi hogar.

Cuando alcancé a llegar al restaurante del punto de reunión busqué con la mirada a mi hermana Lilianne y mi amigo Zuzo con quienes había quedado de encontrar en pocos minutos.

Teníamos asuntos importantes de los cuales hablar y con urgencia pero también pasaba que un pequeño inconveniente se interponía.

Ahora que Hale no estaba usando la casona Robertson, mi hermana estaba con el tiempo libre para hacer lo que quisiera, pero para mí el que ella no estuviera cerca o al pendiente de Hale me traía ansiedad.

—Ya llegaste Laurent, al fin.— dijo mi hermana exasperada. —Llevamos más de media hora esperándote ¿dónde estabas?

—La calle esta llena de personas.

—Como todos los días— dijo Zuzo a mi lado con fastidio —Algo tienes ¿qué sucede?

Miré a Zuzo y Lilianne y antes de que pudiera responder alguien tomó mi hombro llamando la atención de los presentes enfrente mío.

—Hola hermano. Hermana. Persona que no conozco y no quiero conocer— dijo la única voz en el universo que era idéntica a la mía. Me giré para poder verlo, y aunque no fuera una sorpresa era grato verlo, aunque fuera la razón de mis insomnios.

Nadie dijo nada y él con una carcajada que soltó al ver nuestras expresiones, se dejó caer en una silla para luego poner sus pies sobre la mesa. Puede que mi hermano acabé de llegar a la Tierra, pero a nosotros nunca nos enseñaron a comportarnos como mediocres. Aunque él fuera el menor de los tres, teníamos una educación de reyes.

—Eres un maleducado— dije golpeando sus pies para que los bajará. Me miró de mala gana pero aun divertido.

—¿Así que ya has visto a la rubia chica ruda de Knight?— me miró con diversión al tiempo que tomaba asiento. —¿Sabes? Es lindo estar todos juntos. Solo falta padre, pero sabemos que él no puede venir, por lo de hace años.

Nadie le respondió y mientras él se balanceaba en la silla llamó a una mecerá para que le trajera un refresco.

—¿Cuándo lo harás Leighton?— levanté la mirada a mi hermano quien no dejaba de lado su lado insolente.

—Cuando me sea conveniente. Ya firmaste su sentencia de muerte. Ahora la tengo que encontrar a ella de nuevo.— su tono era despreocupado, como siempre lo era. Pero un escalofrío me recorrió la espalda pues estaba hablando de matar a alguien como si fuera nada.

Eso me sorprendió. Era demasiado bueno para ser verdad el que no supiera que ella esta en la Torre Vengadores, ya que él siempre estaba un paso adelante de todo.

—Oh no mal interpretes hermano mayor— dijo llamando mi atención —Ya la encontré. Estaba en esa torre fea de los Vengadores.

Tanto como Zuzo, Lilianne y yo pusimos atención a las palabras de Leighton.

—La encontré. Fue fácil, y fue aun mas fácil infligir pesadillas en su sueño. Pensé que la habías preparado. Creí que le habías enseñado a repeler mis ataques en su mente como lo has hecho con tu amigo aquí— volteó a mirar a Zuzo quien estaba nervioso. —Proteges a tu amigo, pero ¿no a tu novia?

Tense la mandíbula al oír lo último. Él sonrió al ver lo que sus palabras provocaban en mí.

—¡Oh lo siento! Es solo que su mente esta llena de sentimentalismos tan baratos. Como ese que siente con respecto al pelirrojo. Son tan unidos que parecen amantes. No sé si lo sean, pero ese chico le importa en gran manera a Knight.

—¡Cállate!— grité en un intento fallido por golpearlo.

—Aun no hermano— dijo parado a más de tres metros de mí —Esto solo empieza.— la sonrisa macabra que mostraban sus labios eran solo una advertencia de lo que se avecinaba.

Ya la había encontrado. Ya estuvo con ella y por la mirada que ha tenido todo este encuentro sé que lo disfruto con enorme placer el dañar a Hale.

Me miró un momento adivinando mis pensamientos y con una sonrisa de insolencia y diversión se esfumó de la misma manera en que había llegado.

Hale Knight Donde viven las historias. Descúbrelo ahora