James Fist.

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Nos tomaron a los tres con fuerza de los brazos y prácticamente nos arrastraron hacia el interior del edificio. A Hale la llevaban por delante, miraba como trataba de zafarse pero los guardias cada vez que ella se movía, le soltaban una descarga eléctrica en la espalda baja que la dejaba débil cada vez más.

—James, ¿qué nos va a pasar?— dijo Edward al lado de mí, mirándome como si fuera su única esperanza y viendo las circunstancias en las que estábamos, tal vez lo era.

Estaba asustado, claro que lo estaba, pero no podía dejar que eso me controlara, si una cosa Hale me había enseñado bien, era eso: jamás mostrar tu miedo a tu temor. Pero al ver a Hale que parecía desesperada por salir y no estar aquí, no me sentía con la fortaleza suficiente para mantenerme en calma, pero veía a Edward mirándome, y me contenía de gritar para que me soltaran.

—No lo sé.— susurré mientras nos encaminaban por un pasillo de techo bajo y de acero reforzado, con luces blancas brillantes.

Nos acercábamos a unas habitaciones, pensé que nos encerrarían hasta que las amenazas de los Vulture perdieran su efecto en Hale, en mí o incluso Edward, pero estaba equivocado. Era un laboratorio muy bien equipado, lleno de tecnología de ultima generación, y estaba dividido en dos partes. A Hale la llevaron a la segunda parte del lugar y a Edward y a mí en la primera, donde nos hicieron pararnos en medio del lugar y esperar por ordenes.

Ellos no se andaban con rodeos, tanto como a Edward como a mí nos cortaron las ropas, y a la fuerza nos hicieron sacárnoslas de encima, fue cuando me di cuenta de lo que pretendían. Un chorro de agua fría impacto mi espalda, mientras uno de los guardias gritaba en un idioma desconocido para mí que nos limpiáramos. Cuando el agua dejo de caer, un trapo apenas lo suficientemente grueso para absorber agua me fue dado. Me giré para mirar a Edward, pero antes de que mis ojos lo pudieran encontrar a él, del otro lado del laboratorio se encontraba Hale, igual que nosotros: desnuda, con su espalda hacia nosotros.

La miré. Le miré la espalda, donde tenia manchas largas que atravesaban toda su pálida piel. Un nudo me creció en el estomago y la garganta, uno que no me dejaba tragar, y apenas me dejaba respirar. Eran cicatrices, eran marcas de guerra, eran su historia más oculta, y sus secretos más oscuros ahora descubiertos en medio de la habitación estando desnuda, con todo el cuerpo mojado por el agua congelada. Nunca entendí el porque nunca se metía en la piscina, o cuando íbamos a la playa se adentraba en el mar, y ahora sí. Y me rompía el corazón.

No podía apartar la mirada de ella, de sus marcas oscuras, sus recuerdos seguramente no placenteros, memorias no dignas de ser recordadas. Pero entonces ella se giró, sin importarle quien estuviera cerca de ella, me miró, pero no pude sostener su mirada y bajé la cabeza. Ella supo que la había mirado, mirado sus errores, sus fallas, sus secretos, y su historia.

La tomaron del brazo con fuerza, en el mismo lugar donde pude divisar un cardenal negro. Ella solo bajó la cabeza y siguió las instrucciones de quien estaba a su lado.

A ambos nos dieron un traje blanco, ajustado, demasiado ajustado y nos hicieron quedarnos parados enfrente de un cristal oscuro.

—Esto es para que se preparen— un tipo de lentes y bata blanca parado en la puerta nos habló antes de desaparecer.

Las luces se apagaron de nuestro lado, pero del otro lado del vidrio una habitación se ilumino mostrando a una chica rubia sobre una mesa de operaciones con sus extremidades atadas al metal con correas de cuero. Estaba despierta, pero solo miraba hacía el techo. Tenía puesto un traje parecido al nuestro y su pecho subía y bajaba cada vez que respiraba, parecía que estaba conteniendo sus lagrimas.

—Es Hale— murmuró Edward al lado mío. —¿Qué le harán?

No respondí, solo miré al hombre que caminaba a su alrededor con una tableta en mano observando cada movimiento de Hale. Pasaron varios minutos hasta que el hombre se acercó al oído de Hale y susurró unas palabras que estaba leyendo en su tableta, palabras que no conocía.

Hale comenzó a cerrar los ojos como si tuviera mucho sueño, y cerró los ojos por completo. No sé que fue lo que paso, ese hombre solo le dijo unas palabras y ella... Se fue. El hombre miró con sorpresa a Hale, que estaba en un profundo sueño y luego sonrío.

—No sabia que ella aun tuviera el reactor Arc de papá— susurró Edward mirando con atención a Hale.

Le iba a preguntar como sabia del reactor, pero era un lugar pequeño la torre para un grupo de personas tan grande y todo se sabia.

—Aun le falta tiempo. En ocaciones los efectos vuelven— le contesté en voz baja.

—Perfecto— dijo el hombre con acento francés mientras se alejaba de Hale para salir del cuarto hacía donde estábamos nosotros. —Todo esta listo con ella. Pensé que tendría que hacer con ella todo el proceso, pero al haber estado en el Cuarto Rojo... Solo tengo que activar el protocolo Viuda Negra.

Cuando dijo eso no me agradó para nada su significado, y pude sentir como los vellos en mi espalda se erizaban con tan solo pensar en lo que eso significaba.

—Palabras mágicas— dijo el hombre meneando la pluma en sus manos. —Ahora siguen ustedes.

Miré a Edward y su cara lastimada por mis golpes temiendo que al resistirme me hicieran algo peor de lo que me harían al quedarme quieto y a él igual. No hubo tiempo de pensar en someterme o pelar y arriesgar la vida del pequeño Stark porque literalmente la tierra tembló. El techo comenzó a caer en pequeños pedazos a la vez, puse a Edward detrás mío alejándolo lo más posible del tipo en bata. .

El techo se abrió del lado donde estaba Hale y un hombre de cuerpo ligero se dejo caer al lado de ella, la miró un momento y desato sus manos y pies. Luego una soga cayo del hueco. No sabía que había allí afuera lo único que sabía era que si no salíamos de este cuarto, jamás saldríamos de la isla.

Se escuchaban disparos afuera, pero no sabía quien a quien atacaba.

—Vamos, es un rescate. ¡No queda mucho tiempo!— gritó el chico que parecía ser solo un par de años mayor que yo.

—¿Quién eres tú?

—Conozco a Hale de hace años.— dijo para luego rodearme con la cuerda por debajo de los brazos al igual que Edward. —Soy un amigo.

Nos jaló la cuerda hacia arriba saliendo del edificio que parecía que estaba en medio de una zona de guerra, y lo estaba. La nave disparaba hacia el suelo, y del suelo surgían disparos. Edward y yo nos cubrimos la cara esperando llegar lo mas rápido posible a la nave.

—¿Lola?— dije apenas viendo su rostro.

—Hola James. Lamento que me tengas que ver de esta manera.

—Estoy muy agradecido de que te tenga que ver de cualquier manera— dije rodeándola con el brazo.

—Siéntense en la parte trasera. Hale viene en camino— nos ordenó Lola, no me atreví a decir que no y solo tomé a Edward y lo llevé conmigo a donde nos dijo ella.

No pasaron más de cuarenta segundos para que por el borde de la nave el chico que nos rescato, subiera con Hale sujetada a él. La colocó en el suelo y rápidamente me acercó a ella para sujetarla, el chico paso hacía el comando y le ordeno al piloto que nos sacara de ahí.

Hale Knight Donde viven las historias. Descúbrelo ahora