CUARENTA-SEIS'

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Los chicos ya estaban descansando en sus habitaciones mientras que a Hale todavía le quedaba media jornada por terminar con las personas que estaban en el ultimo piso aún festejando con bromas pesadas, y grandes y estruendosos gritos felicitando a la pareja.

Ella se dirigió a su cuarto para cambiarse de ropa, ya que el vestido que parecía de un milímetro de grosor la estaba comenzando a hartar junto con todo el maquillaje en su cara.

Hale abrió la puerta de su cuarto con cuidado de no hacer mucho ruido de no despertar a sus compañeros de piso, pero justo cuando pensaba en cerrar la puerta vio una sombra contra la pared opuesta a la puerta justo enfrente de ella en su cuarto.

—¿Quién anda ahí?— dijo ella cerrando la puerta a sus espaldas soltando la falda a sus pies que había estado sostenido sobre sus rodillas desde que ingreso en el edificio. —Hablo en serio. Manifiéstese.

—¿Manifiéstese?— se burlo la voz que era obviamente de hombre. —¿Qué clase de asesina maestra dice eso con un intruso en sus aposentos?

—¿Aposentos? Yo seré anticuada, pero quien habla de esa manera es de antaño.

Y de repente era como si la tensión que ella apenas había sentido al entrar en su habitación jamás hubiera existido, como si conociera al hombre que sin siquiera ver su cara lo hiciera de toda la vida. Ella, con disimulo quiso tomar una de sus armas que tenía escondidos en su persona, pero el hombre se le adelanto.

—No te molestes en buscar tu puñal, no pienso atacarte. Aunque dudo que tu pequeño puñal pueda hacerme algún daño.— Hale quedo desconcertada al oír esas palabras volviendo a su posición original.

—¿Cómo sabe de mi puñal?— pregunto ella recordando y sintiendo con exactitud el lugar donde tenía sujeto los puñales.

—Digamos que ese vestido no te favorece a la hora de esconder armas, aunque sea un buen escondite.— dijo el extraño refiriéndose a la entrepierna de la chica.

La luz se encendió en parte de la habitación dejando a media sombra al intruso que según Hale pudo ver y deducir fue que él había estado en la boda de quien ella apenas había descubierto eran sus padres.

—¿Quién eres?— pregunto él con voz grave y tranquila. Se separo de la pared y comenzó a caminar por la habitación de Hale sin apartar la mirada de ella.

Hale no tuvo que hacer la misma pregunta pues lo supo apenas miro las manos unidas del hombre, y una de ellas, aunque tuviera un guante ajustado, la parte donde la manga del brazo terminaba y comenzaba su accesorio un brillo platinado se escapo por la abertura.

—Si está en mi habitación, usted debe de saberlo mejor que yo.— dijo Hale con un poco de nerviosismo atrapado en la voz.

Hale conocía la historia del Soldado del Invierno, era única entre los espías, los mercenarios por contrato, y asesinos asueldo. Él era el mejor de los mejores, la historia a puerta cerradas nunca fue contada al publico, y a ella nunca le fue dicha esa parte de la trama.

—Sé algo. Sé que eres huérfana y que por alguna razón eres la protegida de Nick Fury junto con tus dos amigos de enseguida. Tus habilidades aunque no son únicas, son sorprendentes.

—Gracias— dijo ella tomando eso ultimo como cumplido.

—Pero hay algo que me llama la atención de ti.

—Espero que no sean las caderas— dijo ella en voz baja sabiendo que él la escucharía. Él solo sonrió por lo bajo y recupero la compostura antes de volver a hablar.

—Te pareces a alguien cercano a mí.— dijo él sin decir más.

Hale se giro y golpeo levemente sus rodillas con la orilla de su cama pues aunque pareciera algo difícil de descubrir lo de su origen, al verse ella en el espejo veía esas similitudes insignificantes entre ese hombre tan admirado y respetado que se acababa de casar, que no podían ser pasadas de alto por alguien tan cercano al Capitán.

Hale Knight Donde viven las historias. Descúbrelo ahora