Edward Stark.

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Los controles delante de mí estaban vueltos locos, los números estaban sobre los cielos. Cada radar, cada instrumento de medición estaba al limite. Miraba dentro de la habitación y lo único que encontraba era a James teniendo una especie de frenesí de una energía tan poderosa hacía él que tanto como Nicole como yo estando de este lado del vidrio la sentíamos con intensidad.

Desde donde me encontraba sentía esta gravedad hacia James, que aunque él se encontraba inconsciente poseía un gran poder con él. No paso más de dos segundos para que una ráfaga me empujara lejos de los controles.

Di contra la pared detrás de mí golpeándome la cabeza y soltando un alarido de dolor. Cuando me recupere, vi a tía Nat entrar en el laboratorio y a Daven junto con Capitán América en la habitación. Daven trajo a Nicole conmigo mientras una enfermera ingreso en el espacio para revisarla.

No escuché lo que decía Nicole, solo miraba hacia enfrente observando con cautela la pelea entre James y Capitán. Cada uno daba un punto de vista diferente en la pelea, pero cada golpe más intenso que el anterior. En un momento dado James acorralo a Capitán América contra un rincón justo antes de que un grito que intérprete como de dolor salió desde su garganta hacia Capitán.

Voltee a mirar a tía Nat a nuestro lado y había palidecido, miré a James que estaba en suelo. No sé que fue lo que paso para que tal color manchara la piel de tía Nat, pero hubo una idea en la parte oculta en mi mente que me decía que fue una palabra lo que dijo James para que se le fuera el color a ella de tal manera.

Capitán América salió del cuarto y se acerco a nosotros mirándonos con incredulidad.

—¿Qué pasa Steve?— pregunto tía Nat mientras se acercaba a Cap suágetandolo de que no se fuera a caer. —¿Sucede algo?— él cerro sus ojos como si re ordenara sus pensamientos para luego hablar.

—James tiene los ojos azules ¿no?— la pregunta que sonó de sus labios no era una que esperábamos. La mayoría asentimos. —Se los acabo de notar verdes. Me miró como si me pidiera ayuda.

—¿Qué?— sonó la voz de tía Nat antes que las demás. —¿James?— dijo sin aliento

Todos nos giramos para verlo del otro lado de la ventana. Tía Nat salió corriendo del laboratorio y se acerco a James que había intentando levantarse pero volvió a caer al suelo.

—Era Hale. Era Hale— dijo James en un susurro mientras tía Nat le sujetaba la cabeza con cuidado. Jamás había visto a tía Nat de esa manera.

—¿Hale?

—Todo este tiempo fue ella.— continuo James con voz débil y cansada.

Nadie entendía, tampoco yo lo hacia.

—Ella y yo compartimos una conexión telepática— dijo James al tiempo que yo miraba los instrumentos bajo mis manos. —Se abrió paso dentro de mi mente para dejarnos una pista sobre lo que pasara con ella durante los próximos días, o quizás meses.

—¿Meses?— escuché repetir a tía Nat por lo bajo con la voz quebrada.

Capitán se acerco a tía Nat por detrás mirando la escena que todos contemplábamos.

—Son siete palabras. No sé que significan, pero ella las conoce bien.— dijo James antes de que sus ojos se empañaran con lagrimas. Nat lo tomo entre sus brazos consolándolo —No quiero perderla. Lo ultimo que me dijo sonó como una despedida. — como si ambos lamentaran la misma pérdida.

—Tranquilo James. La vamos a encontrar. La encontraremos, te lo prometo.

No sabia por quien sentir más lastima, sí por James quien había perdido una compañera y una amiga muy querida o tía Nat quien sabíamos que entre Hale y ella jamás hubo algo positivo pero se veía igual de afectada.

•••

Nick Fury nos había soltado un discurso mostrando las razones por la cuales no debíamos de regresar a tierra firme debido a los ataques ocasionados a la torre Stark, pero más de la mitad de los presentes no decían lo mismo. Todos nos queríamos ir ya a nuestra casa, y no precisamente a la Torre sino a la Mansión Vengadores residencia permanente del Equipo Vengadores.

La mansión Vengadores era un lugar al norte de Nueva York que papá había construido para cualquier persona que formara parte de nuestro equipo, ser parte de los Vengadores ser superhéroes.

Días atrás hubo otro atentado contra una locación de los Vengadores en Seattle. No fue tan grave como nuestra torre pero igualmente estaba tan destruida que es imposible que alguien viva allí. Todos estaremos viviendo temporalmente en la Mansión hasta que la locación en Seattle este restaurada por completo.

—Papá lamento si soy una desilusión para ti— dije sin voltearlo a mirar mientras miraba la pantalla delante de mí calibrando los instrumentos de nuevo. No esperé respuesta, ya que él usualmente no responde cuando habló estando en su área de trabajo.

—¿Por qué dices eso Eddy?— continúe haciendo mi trabajo y reprimiendo lo que sentía dentro.

—Pues por no seguir el legado Stark. No soy un genio de infraestructura, o un ingeniero mecánico...— dije lo bastante fuerte como para sobrepasar el ruido del motor que se escuchaba en un rincón. —Estar en una oficina no es lo mío.

—Edward no me causa tristeza o desilusión eso. Eres diferente a tu hermana. Ella ha escogido ser quien es y tú has querido escoger tu camino a tu manera. Y no te reprocho nada. Estoy orgulloso de ti.

Levanté la mirada pero no lo miré. No podía hacerlo. Durante mayor parte de mi vida siempre me han hecho menos por ser el más joven de los cuatro hijos de los Vengadores, y lo hicieron más cuando yo no mostré interés por el mismo trabajo que hacia papá. Soy diferente de ellos, incluso de mis padres. No soy un genio, pero entiendo la mayoría de lo que papá y Paige hablan entre ellos, sabría reparar algún traje con solo tener el instructivo original y hacerle mejoras incluso, pero ¿hacerlo desde cero? yo no puedo con esa carga.

—Tal vez no te guste, pero esta en ti hijo. No lo he presionado porque sé no es lo te apasiona. He visto como deseas aprender lo de Natasha— esta vez se gano una mirada por parte mía —Así es, no eres tan discreto.

Sonreí. Durante años había creído que si le decía a papá que no era mi deseo ser ingeniero tal vez le rompería el corazón, o lo que fuera que tuviera en su lugar pero justo ahora ya no me sentía atrapado y forzado a seguir un sueño que no era mío.

—Aparte, necesitamos a un experto en artes marciales en la familia. Paige se encargara de seguir el legado, no te preocupes por eso, que tú lo harás de una manera diferente.— me sonrió complacido por esta platica en la cual yo casi no había hablado.

—Entonces ¿eso significa qué estamos bien con que yo sea... ya sabes como tía Nat?— pregunté con algo de duda.

—No importa lo que escojas ser, siempre estaré de acuerdo.— se acerco a mí y me abrazo —Solo no seas un ladrón o una de esas personas que nosotros perseguimos ¿sí?

—Muy bien.— asentí y le regresé el abrazo.

—Bueno suficiente de esto. Hay que terminar de una vez este pedazo de chatarra.— me soltó y luego regreso a su parte para seguir trabajando.

—Papá, ¿cuándo iremos a la mansión? Estar en el Tricarrier es un dolor de cabeza.

—Ya hable con Nick, dijo que en un par de días nos dejara aterrizar en la mansión. Pronto estaremos solo nosotros sin la compañía de tantos agentes por todos lados.

—Parece como si nos vigilaran.

—¿Tú también lo has sentido?— asentí —Bueno más vale que se pasen esos días lo más rápido posible.

Hale Knight Donde viven las historias. Descúbrelo ahora