Hale Knight.

72 6 0
                                    


[Varias Horas Antes]

—Sí. Estoy perfecta. Ahora quiero que tú me expliques por que los abandonaste— dije con una falsa sonrisa en el rostro que despistó a James.

No estaba bien y definitivamente no me sentía perfecta, o al menos no en el sentido de estar en buen estado físico o mental. Pero al fingir que lo estaba podría librarme de los instintos de James por querer protegerme a toda costa.

Tenía que estar a solas. Tenía que quedarme sola estando en todos mis sentidos y pensar en todo lo que ha pasado. No recuerdo mucho de mi encierro, solo los primeros treinta días en los que fui torturada por Xander usando métodos poco usados, poco civilizados e inhumanos. Mi piel los resiente, aun puedo ver las marcas que sus botas contra mi estomago. O esos cortes de una fina hoja de navaja que casi eran placenteros de sentir. Las palabras que uso para insultarme. Los huesos que me rompió los primeros tres días pero ahora habían sanado. Y más cicatrices que añadir a mis muñecas debido a las esposas que me mantenían presa de esos demonios.

Pero la peor tortura que me estaba haciendo perder más que la cabeza, mi cordura, más doloroso que saber de mi procedencia o recibir la apuñalada de Akane en mi espalda y corazón, era saber que por primera vez en mi existencia algo iba a cambiar y ahora no estaba.

Dentro de mi había una vida creciendo. Se estaba formando un bebé, y me valía poco quien fue el desgraciado que lo hizo posible, solo que por un breve momento el pensar que iba a tener un bebé me llenaba de ilusión y ahora solo estaba llena de dolor. No solo mi corazón estaba roto, mi alma estaba destrozada traída hasta el suelo con los demonios que me persiguen riéndose de mi desgracia.

Ese pedazo de mí que me falta no era Laurent al momento que regresó por mí, sino ese bebé no nato que fue arrancando de mis entrañas y ahora lamentaba mi vida entera. Saber que mi madre estaba preñada era una noticia que no sabia si estar feliz por ella, o envidiarla. Su bebé nacería, su bebé crecería no solo siendo protegido pero teniendo los privilegios que yo nunca tuve.

—Me quiero duchar James. Ve, estaré bien— le dije ya que se había quedado parado en medio de la puerta viéndome como si temiera dejarme sola, y tal vez tenia razón en temer, pero yo no quería tenerlo cerca si terminaba haciendo una tontería.

—Bien. Te veo más tarde.— me sonrió con tristeza y luego salió del lugar.

Me quede un momento parada en medio del lugar mirando todo a mi alrededor, a mi izquierda estaba el cuarto de James, a mi derecha estaba mi cuarto y al final había un baño cómodo. Decidí tomar de una buena vez ese baño y después tal vez dormir a conciencia y no con la ayuda de somníferos.

Me saqué el vestido manchado de la sangre de mi... Lo arrojé en la esquina del cuarto de baño quedando totalmente desnuda, abrí el grifo. Me quité los vendajes y los dejé caer sobre el bonito vestido manchado de rojo.

Jadee al sentir el agua congelada golpear mi espalda, pero luego deje que ese sentir gélido invadiera mi cuerpo por completo. Comencé a pasar la pequeña barra de jabón por las heridas y aunque me ardían no hice nada para impedir ese dolor.

Quería sentir mis lesiones arder, quería sentirlas sobre mí. Necesitaba ese dolor para mantenerme despierta, pero no era suficiente. Necesitaba más.

—Hale: aquí esta la ropa que me pidió Paige para ti.— escuche la voz de Wanda del otro lado de la puerta.

—Gracias.— respondí y luego escuché con atención hasta que oí como se cerraba la puerta principal.

Esperé dos minutos más asegurándome de que nadie estuviera dentro del espacio en un solo movimiento con el brazo logre romper el vidrio del botiquín. Recogí del suelo dos pedazos grandes y los apreté contra las palmas de la manos sintiendo como cortaban a travez de la piel. Miré el suelo de la tina para admirar la sangre que caía de mis manos y en efecto, el suelo estaba manchado de rojo, pero no precisamente por mis manos.

Hale Knight Donde viven las historias. Descúbrelo ahora