Lady Vulturi II

34. Una oportunidad

ELIZABETH POV

Terminé de vestirme y me deje caer en la cama, completamente agotada. Cuando llegué y supe que era una Vulturi, creí que mi vida sería fácil, que tendría mucho tiempo libre para leer y me dedicaría exclusivamente a estudiar, que pensamiento tan inocente. Por momentos extrañaba la monotonía de El Cairo, aunque el calor soportable de Londres compensaba el agotamiento físico y mental.

Por primera vez en mi vida estaba realmente ocupada y me mantenía activa todo el tiempo. Jasper se dedicaba a entrenarme todos los días para que pudiera alcanzar el alto nivel de la familia, Nico a veces se sumaba ya que debía jugar sus partidos con su club de futbol. En las tardes, Alice y Rosalie se sumaban para torturarme con sus lecciones de moda y belleza que toda Vulturi Cullen debía conocer, algunas veces Esme trataba de intervenir para liberarme de ellas, lo cual agradecía en silencio. El tiempo que pasaba con mamá era más interesante y gratificante. Ella se dedicaba a enseñarme a tocar el piano o cualquier otro instrunento musical que me interesara, algo que no se me daba muy bien ya lo mio eran las letras, no la música. A veces simplemente nos quedabamos hablando, ella me contaba la historia de los Vulturi y la comparaba con la historia humana. Durante el verano, ella fue a Volterra a hacer cosas, al principio quería acompañarla pero ella se negaba y yo dejaba de insistir.

También iba a la psicóloga, lo cual era bueno ya que me permitía unas horas de libertad fuera de la mansión. Para mi sorpresa descubrí que estaba progresando lentamente. Las pesadillas no desaparecieron del todo ya que volvían de vez en cuando, seguía teniendo miedo de estar rodeada de personas pero al menos ya era capaz de mirar a los demas fijamente a los ojos. Aún tenía miedo de muchas, pero ya no creía que la terapia era una perdida de tiempo.

Los días pasaban rápidamente, a veces estaba tan cansada que no sabía en que día vivía. No quería admitirlo pero extrañaba mucho a Michael. Su compañía me daba un poco de paz y me liberaba de la presión de tener que correr para adaptarme al ritmo de mi familia. Después de casi matarlo, no podía ver un muffin sin tener ganas de llorar y ya no me acercaba a la cocina para tratar de cocinar por temor a envenar a alguien más. Durante los primeros días me concentre en todo lo que mi familia me pedía, sin embargo, Michael empezó a llamarme y a mandarme mensajes. Me dolía tener que ignorarlo y leer sus palabras dulces en donde me preguntaba cómo estaba y me pediat una respuesta al ver que yo estaba en silencio.

Quería contestar y volver a tener lo que teníamos, pero me asustaba la idea de verlo y hacerle daño otra vez. Con el tiempo, las llamadas y los mensajes disminuyeron gradualmente hasta que dejaron de llegar. Tal vez él comprendió que mi compañía es insignificante, tal vez conoció a otra chica más hermosa e interesante, o tal vez se cansó de mi silencio y decidió dejar de buscarme. Algunas veces me odiaba por ser una cobarde que no supo como seguir a su lado. A veces, él aparecía en mis sueños detrás de un muro de cristal, ambos podíamos vernos pero no podíamos estar juntos, nos mirabamos a los ojos y él me daba la espalda para irse. En ese momento me despertaba llorando y sin animos de hacer nada.

No entendía porque me sentía así, el solo era un amigo. Uno no se sentía tan mal al perder un amigo, ¿o si? Me sentía estúpida al ver el teléfono y comprobar que no había mensajes de su parte. Podría ser valiente y mandarle un mensaje pero, ¿él contestaría? Una parte de mi estaba segura de que lo mejor era olvidarlo, no se cómo, pero debía hacerlo. Faltaba solo un mes para comenzar la universidad y no podía distraerme con el recuerdo de alguien que ya no esta.

Un golpe en la puerta me hizo salir de mis pensamientos. Con pereza me moví un poco para salir de la cama y dirigirme a la puerta. Al abrirla, descubrí a Nicolás, quien estaba concentrado en su teléfono.

–¿Puedo ayudarte?

–Ah si –el me miro y sonrió–. Recoge tu bolso y sígueme, te espero en mi auto en cinco minutos.