46. Sola

81 7 7
                                    

SHAKIRA POV

–¿Chris? ¿Estás vivo? –a juzgar por el sube y baja de su pecho, él aún respiraba– ¡¿Christian?! –empecé a moverlo un poco desesperada, recibiendo un leve gruñido como respuesta.

¿Cómo pasó esto? ¿Hice algo mal? ¿Siempre es así? Siempre creí que el sexo era marvilloso, que te conectaba con tu pareja. Siempre creí que perder la virginidad sería una mezcla de amor, comprensión y un poco de dolor. Siempre creí que me sentiría poderosa, feliz e invencible. Ver a Christian durmiendo plácidamente destruía todas mis creencias. Verlo dormir tan plácidamente me hacía sentir como una puta barata que solo debe satisfacer al hombre.

Era modelo, ya estaba acostumbrada a cambiarme y estar en ropa interior delante de un montón de personas, ver el deseo en los ojos de Christian al contemplar mi cuerpo desnudo me había hecho sentir poderosa, sin embargo, sentía la fuerte necesidad de cubrirme con una sábana, o con lo primero que encontrara. Sentía verguenza y asco de mi cuerpo y de mi misma. Esto no es cómo debería haber terminado, en los libros y en las películas es diferente, ¿por qué la realidad es tan humillante? ¿Dónde esta la igualdad? La igualdad es una mentira, las mujeres no tienen derecho a sentir placer, solo deben satisfacer al hombre.

Ese pensamiento me hizo abrir desmesuradamente los ojos. Tanto tiempo defendiendo los discursos de libertad femenina, repudiando a mi sexo, llamando idiotas a las adolescentes alzadas y terminé convirtiendome en una. Dejé que el deseo y la hormonas me dominaran y arruine mi primera vez. Tantos libros que leí y vídeos que miré para prepararme y ser una fiera sexual y resulta que soy una gatita bebé, un juguete masculino que se deja manipular.

Gracias a mi mitad vampirica y a los años de entrenamiento, me moví en silencio y recogí toda mi ropa a gran velocidad. En la puerta, hice un rápido inventario para ver si tenía todo: bragas, sostén, vestidos y zapatos. El abrigo y el bolso estaban en la sala y los anillos estaban en mis dedos. Abrí la puerta y salí de su habitación para encerrrarme en el baño de las visitas. Dejé caer todo al suelo y me metí debajo de la ducha para darme un baño y quitarme la suciedad y el asco que tenía. Las lágrimas rodaron por mis mejillas mientras el agua caliente caía por mi cuerpo y no hice nada para detenerlas. No era una chica débil, odiaba llorar, pero me sentía demasiado vulnerable y tenía la necesidad de hacerlo.

Me seque, me vestí y salí del baño en silencio. Me sentía mal, no era mi apartamento y no era una sirvienta para dejarlo ordenado. ¿Cuál era el sentido de dejar todo ordenado sí en la mañana descubriría que yo me había ido? Me puse el abrigo y tome el bolso automáticamente antes de salir y presionar el botón para llamar al ascensor. Aún quería llorar y eso no me gustaba. Entré al ascensor cuando las puertas grises se abrieron y presione el botón de planta baja, me vi en el espejo e hice una mueca. Parecía una cualquiera o una drogadicta desquiciada. Mis ojos estaban rojos y sin vida, mi piel estaba más pálida de lo normal y mi cabello estaba desordenado. Era patética. Abrí el bolso y empecé a maquillarme a gran velocidad: rubor en las mejillas, delineador negro y sombra dorada para los ojos y brillo rosado para los labios. Si... Ahora estaba mejor, parecía menos muerta y mas normal.

Salí rápidamente del ascensor y del edificio y tomé un taxi. Me recline en el asiento mientras veía con un poco de cansansio el cielo oscuro y las luces de las casas y edificios que dejabamos atrás. Lo único que quería era subir a mi apartamento y tirarme en mi cama, por lo que no me moleste en esperar a que el taxista me diera el cambio. En el ascensor busqué las llaves y me paralice al entrar a mi apartamento. Reconocí el abrigo de mi prima tirado en el suelo y lo recogí mientras escuchaba unos gemidos. Bueno... Al parecer no soy la única que perdió su virginidad hoy. No quería molestar, así que me quite los zapatos y caminé en silencio hacia mi habitación. Al pasar delante de la puerta semi abierta de Victoria, no pude contener mi curiosidad y traté de espiar para ver quién era el galán de mi prima. Lo que vi me hizo abrir los ojos.

Lady Vulturi IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora