61. Separación de bienes

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JANE POV

Comencé a golpear la mesa con mis dedos mientras resoplaba. Soy la reina de los vampiros, es humillante recibir este trato. Debí haberme puesto una peluca, lentes de contactos y usar un pasaporte falso, pero no, tuve la pésima idea de venir a este maldito país con mi aspecto normal. Malditos catalanes. Es ilógico que aún recuerden el lío que hice, fue hace más de cincuenta años.

Estaba en una habitación, con esposas en mis muñecas, una venda en los ojos y un par de policías custodiandome. Podía escuchar a un tercero abriendo mi maleta, dejando caer el contenido de la misma en la mesa. Desgraciados. ¿Cómo se atreven a revisar las pertenencias de una dama? Uno se acercó a mi y sentí sus manos en mi rostro. Sí mis dientes fueran más filosos, abriría la boca para arrancarle la mano grasienta del cuerpo, pero no, era una híbrida en un mundo de humanos. Nuestras leyes aún no eran completamente aceptadas en el mundo, ellos eran mayoría y yo había tenido la brillante idea de ordenar que nos trataran y juzgaran según las leyes del país en el que viviéramos. El hombre bajó la venda de mis ojos y tuve que parpadear un par de veces, debido a que la luz blanquecina me cegó durante un instante. Una carpeta azul entró en mi campo de visión.

–¿Qué hay aquí dentro señora Vulturi? ¿Planea algo ilegal para que podamos encerrarla de una buena vez? —fulminé con la mirada al policía–. Sabe que podría pasar una buena temporada en prisión, además usted es inmortal, así que sería la primera rea en cumplir una condena de... no sé... ¿doscientos años?

–Señorita –afirmé–. Es ilegal brindar una condena tan larga, los pobres carceleros no sabrían por qué estoy en prisión.

–No se haga la graciosa. Fueron demasiados homicidios, estafas y evasiones de impuestos.

–Jamás se probó nada –sonreí con inocencia–. Solo son acusaciones sin fundamento, que me adjudican a mi por haber estado en esta ciudad en ese momento, pero ya sabe lo que dicen, uno es inocente hasta que se demuestre lo contrario.

–¿Qué es esto? –agitó la carpeta con impaciencia.

–¿En la escuela de policía no les enseñan a leer? Si dejara de mirarme por un par de minutos y observara los papeles, sabría de qué son, o ¿acaso esta enamorado de mi y desea encerrarme para que estemos juntos? –pregunté con burla, ganandome una mirada de odio. Rodé los ojos y suspiré—. Es un contrato prenupcial para mi hija. Ella es inglesa y su novio americano, ambos se casarán según según las leyes inglesas.

El policía me miró con desconfianza y examinó los papeles. Después de unos minutos, se acercó a mi para quitarme las esposas.

–Tiene veinticuatro horas para abandonar el país, de lo contrario, la encerraremos por evasión de impuestos.

—Presunta evasión de impuestos –lo corregí con amabilidad–, jamás se demostró nada —suspiré y lo miré con pena–. Pensaba pasar unos días con mi hija, pero me temo que solo podré hacerle una visita rápida. ¿Ni siquiera le conmueve el sufrimiento de una madre?

—Veinticuatro horas –repitió como si fuera una orden.

Me puse de pie y empecé a guardar las cosas en silencio. Los odiaba, habría dado cualquier cosa por usar mi don, pero no era tan estúpida para desperdiciar un par de siglos en este país lleno de salvajes ávidos de sangre. Con dignidad y elegancia, cerré la maleta y salí del cuarto en el que me tenían encerrada desde hace más de dos horas. Con los policías como escoltas, abandoné el aeropuerto y respiré un poco de aire fresco antes de subirme a un taxi.

Esos idiotas de uniforme acaban de arruinarme las vacaciones. ¿Por qué los humanos son tan resentidos? ¿No podían olvidar todo y dejarme en paz? ¡Que infierno! Los españoles realmente son irritantes. Negué con la cabeza y suspiré, si no podía ser en Barcelona, cruzaría la frontera y me quedaría en la costa francesa un par de días antes de tolerar a las Mayfair. Con aburrimiento e indiferencia, le indiqué al taxista a dónde ir, cuanto antes terminara con Shakira, antes me iría.

Lady Vulturi IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora