77. La reina ha muerto

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The queen's been slain
She'll never rule again
The queen's been slain
She'll never rule again
Your queen's been slain
Queen's been slain
Who will take her place?
(Madonna)

La reina ha sido asesinada
Ella nunca volverá a gobernar
La reina ha sido asesinada
Ella nunca volverá a gobernar
Tu reina ha sido asesinada
Reina ha sido asesinada
¿Quién tomará su lugar?



SHAKIRA POV

Alto, moreno, cabello castaño, penetrantes ojos azules, brazos fuertes, calor y olor a hombre. Era increíble que en Londres existiera este tipo de sementales con aires latinos y modales europeos. Para un rato era bueno, pero para algo más serio era un estorbo como todos los hombres. Los ingleses eran tímidos, los españoles conservadores, los italianos mujeriegos, los franceses sucios y vanidosos y los japoneses adictos al trabajo. Los años y la reclusión voluntaria me habían hecho reflexionar y superar varias cosas, o eso creía hasta que volví a ver a Christian, mi talón de Aquiles.

Christian, Christian, Christian. ¿Por qué ese hombre sigue atormentandome? Lo odiaba y al mismo seguía sintiendo cosas por él. Era guapo y aún me excitaba, pero ya no era tan infantil para creer que podiamos tener algo. Era mi cuñado, el hermano del novio de mi hermana. Ambos teníamos un acuerdo tácito para llevarnos bien por el amor y felicidad hacia nuestros hermanos menores, era irónico que mi hermana tuviera una pareja estable y yo no, pero así era.

Con pereza, me estire en la cama y observé el oso de peluche en mi cama. Por alguna razón mi habitación estaba intacta, tal y como la había dejado cuando me fui hace cuatro años. Era un pequeño detalle que apreciaba. Tal vez me había sosegado un poco, estar sola, sin la presencia de los paparazzi y sin la presión de mi familia me había ayudado a estar en paz conmigo misma, pero si hay algo que no superaba era mi amor por el rosa y los peluches. No podía evitarlo, era parte de mi, una parte a la que jamás renunciaría. Mientras mi habitación siguiera intacta, mi ánimo sería bueno.

No quería salir de la cama, aún estaba en paz después de mi noche loca, pero debía salir antes de que vinieran a buscarme. En silencio, salí de la cama, realicé mis necesidades en el baño, me puse un conjunto violeta de ropa interior, una blusa sin mangas naranja, jeans azules y sandalias verdes. Me miré y suspiré al ver mi cabello violeta, no combinaba demasiado, pero era colorido y eso me gustaba.

Al salir de mi habitación recibí una notificación y caminé mirando el teléfono, eso me impidió esquivar una pared cálida y suave con forma humana. Por instinto, aferre mi teléfono para impedir que se estrellara contra el piso y se rompiera en mil pedazos. Unas manos dolorosamente familiares apretaron mis brazos con fuerza, ayudándome a estabilizarme, ejerciendo una presión suave para no dañarme, pero lo suficientemente fuerte para no dejarme caer. Con lentitud, elevé la mirada y me encontré con un par de ojos marrones, confirmando mis sospechas. Con fastidio, me sacudí y me alejé de él, continuando con mi camino.

–Deberías tener más cuidado o pensaré que te gusta chocar conmigo.

—No me molestes, Denali.

—No es bueno ser tan borde a esta hora, el día recién empieza. Es irónico –escuché sus pasos detrás de mi y supuse que sería imposible evitarlo–, yo debería estar molesto porque me dejaste en el altar, pero aquí estoy, siguiendote para ver qué pasa.

–No recuerdo que me pidieras matrimonio –bajé las escaleras.

–Victoria te aviso.

Llegamos al comedor y fui a sentarme junto a mi prima, como siempre. La mesa aún no estaba llena, pero poco a poco fueron apareciendo todos. Victoria estaba con su novia y ambas me sonrieron al llegar, en el fondo, agradecí que ambas empezaran a hablarme ya que de esa manera podría evitar hablarle a Christian. Ingrid y otra mujer, cuyo nombre nunca supe, se encargaron de servir el desayuno. Con una sonrisa, miré el plato con frutas, el vaso de zumo de naranja y las tostadas, dándome cuenta de que tenía hambre. Tomé la mermelada de arándanos y unté un poco en la tostada para empezar a devorarla.

Lady Vulturi IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora