52. ¿Qué hiciste?

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¿Qué hiciste? Hoy destruiste con tu orgullo la esperanza
Hoy empañaste con tu furia mi mirada
Borraste toda nuestra historia con tu rabia
Y confundiste tanto amor que te entregaba
Con un permiso para así romperme el alma

¿Qué hiciste? Nos obligaste a destruir las madrugadas
Y nuestras noches las borraron tus palabras
Mis ilusiones acabaron con tus farsas
Se te olvido que era el amor lo que importaba
Y con tus manos derrumbaste nuestra casa
(Jennifer Lopez)


SHAKIRA POV

El anillo de diamante pesaba una tonelada y el aro de oro me quitaba la sensibilidad en el dedo. Debía hacer un gran esfuerzo para mantener la sonrisa en mi rostro y aceptar las felicitaciones y buenos deseos de todos los presentes. ¿Qué hice? ¿Por qué soy así?

Rowan fue una de las primeras en acercarse y abrazarme con gran entusiasmo al saber que ahora sería una Mayfair. Mis sentidos estaban embobados y apenas era capaz de entender lo que decían. Siguiendo mi instinto, me limitaba a sonreír y a asentir. De casualidad vi a Christian alejarse e invente una excusa creíble para poder alejarme de Gerard y perseguir a mi ángel malvado. Cruce la casa a gran velocidad y el frío se introdujo en mi sistema cuando salí a la acera. Seguramente el techo estaba cubierto con vidrio y las paredes invisibles escondían los aires acondicionados, de otra forma, era imposible explicar la diferencia abismal de temperatura. Al verme, él trató de alejarse pero pude alcanzarlo.

–Christian.

–¿Qué quieres? –contestó con dureza.

–Por favor, dejame explicarte...

–¿Qué vas a explicarme? –interrumpió y me miró como si fuera la cosa más repulsiva del mundo–. Todo esta claro y lo que sé, es que fui un imbecil por hacerte caso. Te dije que no quería ser el amante, te dije que no quería una relación clandestina, pero no, tu insististe en que era temporal y que pronto te librarías de Gerard. ¿Esta es tu forma de liberarte? ¿Qué es lo que pretendes con esto? Estás muy equivocada si crees que voy a compartirtr con ese tio.

—Christian, por favor –mi voz se quebró y mis ojos se llenaron de lágrimas cuando él se apartó bruscamente de mi.

–Ahora lo entiendo, tú no estabas enamorada, solo querías encontrar a un gilipollas que te follara bien, sacarte las ganas y cumplir tus fantasías antes de unirte con él y convertirte en una de esas amargadas que deben pagar por sexo porque sus maridos no cumplen sus deberes. ¿Cómo fui tan ciego?

–Te amo, en serio te amo. Déjame explicarte por qué lo hice, al menos dame el beneficio de la duda –suplique a punto de ponerme de rodillas.

–No lo mereces, no después de tantas mentiras.

—Nunca te mentí –un taxi se detuvo delante de nosotros y él abrió la puerta trasera. Desesperada al ver que el tiempo se me acababa, tomé su brazo con fuerza–. Por favor —lo miré directamente a los ojos.

–La única vez que fuiste sincera, fue cuando dijiste que eras virgen, después de eso, no sé que es verdad y qué es mentira. Aléjese de mi, ♡princesa, vaya a buscar a su príncipe y sea feliz para siempre mientras come perdices –me empujó provocando que casi perdiera el equilibrio y subió al taxi.

–¡Christian! –corrí detrás del taxi, mojandome con la lluvia que empezaba a caer con fuerza.

Uno de los tacones se quebró y caí al piso, raspandome las palmas de las manos cuando intente amortiguar la caída. El taxi se perdió de vista y lloré libremente, sintiéndome incapaz de hacer algo. La lluvia helada me estaba molestando y no tuve mas remedio que volver a casa antes de enfermarme.

Lady Vulturi IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora