Epílogo

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JANE POV

Sentí los brazos de Thomas sobre mis hombros, segundos después, sus labios dejarob un beso en mi cuello. Con una sonrisa y las mejillas calientes, me puse de pie, di media vuelta y lo besé. Sus manos tomaron mi cintura, atrayendome hacia él para profundizar el beso. Con gran esfuerzo, me separé de él.

—Milord... —susurré. Vi su corbata a medio hacer, su traje pasado de moda y los amplios puños de su camisa y dejé escapar una pequeña risa.

Thomas había vivido aislado del mundo, perdiéndose las modas y costumbres a lo largo de los siglos. Después de que las gemelas volvieran de viaje, después de arreglar el lio que dejaron en mi oficina y después de que Alec dejara de cuidarme, Thomas y yo nos fuimos de viaje. Le hablé sobre el mundo y todo lo que había pasado en su ausencua, leyó miles libros, estudió Historia, Economía y Ciencias políticas para casarse conmigo y gobernar el mundo a mi lado. Su ropa era normal, pero cada vez que había una fiesta, él insistía en vestirse como un noble parisino en el Siglo de las Luces. Era imposible tratar de disuadirlo porque él es más terco que una mula.

Soy feliz. Por primera vez en mi oscura existencia vi la luz y estoy disfrutando la dicha de la felicidad. Thomas era mi otra mitad, mi compañero, mi amigo, mi fogoso amante y mi flamante espiso. Mi primer matrimonio fue un fracaso, pero este es un sueño. Nuestra boda fue en Gales y nuestra luna de miel fue en Escocia. Invitamos a nuestra familia y amigos, me casé con un vestido dorado y esta vez Alec me llevó al altar. No creemos en Dios, por lo que seguimos las costumbres del Consejo de Amor y Romance y tuvimos una boda medieval.

Junto a Thomas, las noches de invierno dejaron de ser frías y las de verano se volvieron más calientes. Ya no me molestaban las olas de excitación que Jasper enviaba, al contrario, la familia comenzo a tenernos miedo ya que eramos peores que Emmett y Rosalie. A pesar de tener la decencia de hacerlo en nuestra habitación, en la oficina a la hora del almuerzo, en el auto o en nuestro loft durante el fin de semana, eramos un par de conejos que viven en celo. Todos se quejan pero nadie nos entiende. Él es de Aries y yo soy de Leo, fuego y fuego crea más fuego, más deseo, más pasión. Debíamos recuperar el tiempo perdido, aunque no creía que pudiéramos saldar esa deuda. En lo personal creía que el tiempo se encargaría de sosegar nuestro deseo, como siempre, me equivoqué, ya que el tiempo se encargó de encender aún más a nuestra pasión indomable.

No quería hacerlo, lo había hecho una vez, ¿eso no es suficiente? Para mi si, para Thomas no. Insistió, me negué, volvió a insistir, volví a negarme. Estuvimos así durante años. Cada vez que tocábamos ese tema, terminabamos peleando demasiado y nos reconciliandonos con sexo, algo frecuente ya que en ese tema teníamos diferencias. Sabía que él tenía razón, pero era mi cuerpo y mi decisión era la que importaba. Después de mucho tiempo, cedí y le di la razón. Sí a Benjamín le di hijas y no lo amaba, entonces a Thomas que si lo amaba también debía darle hijos.

No tuvimos que hacer mucho esfuerzo, solo tuvimos que dejar de cuidarnos para que los mareos y las náuseas me atormentaran durante las mañanas. Lo quería matar, no solo a él, también quería matarme a mi por haberme dejado embarazar. La primera fase fue un infierno, pero Thomas era un buen esposo y un buen padre. A diferencia de Benjamín, Thomas me cuidó desde el primer momento, comportándose como un esposo enamorado y un futuro padre ilusionado. Me mimó, concedió todos mis antojos, me hizo masajes, me ayudó a decorar el cuarto del bebé, me cargaba para que no caminara y me cansara y lo más importante, estuvo a mi lado y tomó mi mano durante el parto.

La primera en llegar fue Speretta Cecily Vulturi Kroner. Un par de años después llegó Patrick Amadeus Vulturi Kroner, el único varón que salió de mi vientre.

Desde que supimos que Cecily era una niña, Thomas y yo peleamos por el nombre. Él es galés y yo soy inglesa, por lo que supuse que nuestra hija tendría un nombre británico. Gran error. Al señor Kroner se le ocurrió llamar Speretta a nuestra hija. Puse un grito en el cielo y luché con uñas y dientes para que se llamara Cecily, desgraciadamente, perdí la batalla. Carlisle nos dio una posible fecha para el parto, por lo que decidimos que sí nacía antes, se llamaría Cecily Speretta, si nacia después se llamaría Speretta Cecily.

Lady Vulturi IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora