28. Primera terapia

95 11 17
                                    

ELIZABETH POV

A veces es asombroso como tu vida puede cambiar, como las cosas que antes te gustan pueden dejar de hacerlo dependiendo de las circunstancias. Una de las ventajas, o desventajas dependiendo del caso, de los humanos era su capacidad constante para cambiar. El mundo no era estático, siempre estaba en constante cambio.

Mi vida habia cambiado, en algunos casos para mejor y en otros para peor. El colegio fue un pésimo cambio.

Antes, cuando vivía en Egipto, era un completo cero a la izquierda, de vez en cuando me buscaban para darme dinero a cambio de tareas hechas, no era lo mejor pero al menos me hacía sentir útil. Aquí solo estoy rodeada de niños snobs que no paran de molestarme o confundirme con Shakira, ¿acaso no se dan cuenta de que ella es pelirroja y yo soy morena?, nuestro cabello nos identifica aunque nadie parece ser consciente de ello.

Mire con amargura la comida que tenía delante de mi. Antes tenía miedo constantemente, pero me sentía segura en el colegio. Aquí estoy levemente más tranquila y odio asistir al colegio, odio las clases de filosofía y literatura porque debo compartirlas con Shakira, odio que todos noten mi presencia y se burlen porque no soy como Shakira. ¿Qué sentido tiene ser como Shakira? Ella es una maldita Barbie defectuosa con aires de rebeldía adolescente, pero claro, nadie lo sabe porque solo ven sus sonrisas y sus aires de diva.

El timbre sonó y los estudiantes comenzaron a ponerse en pie para volver a clases, con gran resignación los imite. Llegué a mi salón y fui a sentarme en mi asiento. Todos estaban inmersos en conversaciones superficiales. Una administrativa ingresó al salón para avisarnos que tendríamos una hora libre. Suspire y busqué el libro que tenía en la mochila para tratar de pasar el rato y no morir de aburrimiento. Por el rabillo del ojo vi que un par de chicas me señalaban y reían. Solo faltaba una semana para que todo acabara, pero ya estaba cansada de que me vieran. Sabía que era incorrecto, aún así guardé todas mis cosas y tomé mi mochila para salir de la clase y del colegio. Jamás fui una estudiante que amara faltar o escapar de las clases, pero hoy no estaba de humor para seguir soportando a mis compañeros de clase.

Llamé a Tom y esperé a que viniera a buscarme, por suerte solo demoró quince minutos. Una vez que llegó, me subí a la parte de atrás del auto negro.

–¿No es un poco temprano? Creí que salía más tarde.

–Creí que los guardias se encargan de obedecer en vez de cuestionar –apreté los labios y me regañe mentalmente por la forma en que le hablé. ¿Qué me pasa? Yo no soy así–. Lo siento, yo...

–Tranquila, todos tenemos un mal día. ¿A dónde vamos? –preguntó con un tono alegre.

–Llévame con Esme.

–Si señorita.

Su intento de ser formal me hizo sonreír, tal vez tener un guardia no era tan malo. Miré por la ventana para tratar de distraerme. No entendía como pude haberme escapado del colegio, yo no soy así. Tampoco soy alguien que trate mal a laa personas. Tal vez estoy volviéndome loca. Antes de que pudiera darme cienta, Tom se estaciono delante de un edificio moderno, lleno de cristales polarizados. Bajé del auto luego de decirle que le avisaria si volvía a necesitarlo. Entré al edificio y vi a un par de guardias de seguridad observando la recepción y la puerta de entrada, caminé en silencio hacia el mostrador en donde una joven castaña me sonrió amablemente.

—Señorita Shakira, que sorpresa verla por aquí.

–Soy Elizabeth –suspire mientras intentaba no perder la paciencia.

–Ah si, la gemela egipcia –su tono despectivo no me paso desapercibido y alcé una ceja–. ¿En qué puedo ayudarla?

—Quiero hablar con mi abuela Esme.

Lady Vulturi IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora