Capítulo 1

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El volumen de la música era demasiado alto, aturdía, mas a todos los que nos encontrábamos allí parecía no importarnos

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El volumen de la música era demasiado alto, aturdía, mas a todos los que nos encontrábamos allí parecía no importarnos. El calor en ese lugar era sofocante. Pero a las tantas personas que bailaban tan cerca una de la otra, sosteniendo sus vasos de alcohol, tampoco le molestaba. El enorme letrero luminoso centellaba, revelando el nombre de la discoteca en letras mayúsculas, en una ostentación de austeridad.

Mis pies ya no aguantaban estar parados tanto tiempo y mis rodillas temblaban de tanto bailar. Me disculpé con Sophie, pidiéndole un minuto para ir al baño y, de paso, darles un breve descanso a mis oídos de tanta fiesta.

Me hice paso entre la multitud, procurando evitar cualquier mínimo altercado que podría llegar a ocurrir si llegara a rozar a uno de los muchachos alcoholizados que pululaban por allí. Con avidez conseguí sortear a la muchedumbre, alcanzando los sanitarios tras doblar en un pequeño pasillo. Aquel lugar, que se suponía que sería más relajante, estaba rodeado de hombres molestos, que no encontraban mejor idea para resolver sus problemas que agarrarse a los puños dentro de los baños.

—¿Acaso él también es uno de los tuyos? —la mirada de un muchacho rubio, robusto, con rulos hasta el cuello se cruzó con la mía y su mano puso freno a mi lento caminar.

—Ehh.. No sé de qué hablas pero yo sólo quiero ir al baño. Tanta comida tiene sus consecuencias —bromeé.

Al tipo no le resultó gracioso mi chiste ni mucho menos el trato confianzudo con el que lo había encarado. Por un momento imaginé la cara de Sophie al encontrarse con su novio abofeteado y el escándalo que vendría luego. Por fortuna, el gigante se corrió a un lado y hasta abrió la puerta de uno de los inodoros, invitándome a pasar. Le agradecí su hospitalidad y me encerré por unos minutos.

Me senté en el retrete y comencé a ojear mi teléfono por unos minutos: una llamada perdida, un mensaje de mi madre, preocupada porque aún no había regresado a casa, dos emails con publicidades bochornosas... Tiré de la cadena y salí al exterior.

Los hombres ya se habían esfumado. Me pregunté cuál de los dos habría ganado y me incliné en mi mente por el gigante gringo. Me dirigí al lavamanos y encontré una delgada línea de sangre que brotaba de una pequeña navaja. Esa visión me estremeció.

Abroché uno de los botones de mi camisa negra y acomodé mi cabello con un sacudón de cabeza. Justo antes de irme me percaté de que me había olvidado mi teléfono, gracias al sonido de una notificación que me informaba que Sophie acababa de enviarme un mensaje.

«Ven pronto, David, y espérame en el patio, bajo la sombra del páramo, sentado en el banco blanco que allí se alza. Necesito decirte algo».

Tecleé un rápido mensaje y me dirigí hacia mi nuevo destino, ansioso por encontrarme con Sophie y descubrir el trasfondo de toda la situación. En el camino de salida tomé una deliciosa porción de pizza y llegué con facilidad a la salida.

THEMMA © [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora