Capítulo 126

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-¡Demonios! -exclamó el jefe ni bien Luke arrojó su bomba al aire

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-¡Demonios! -exclamó el jefe ni bien Luke arrojó su bomba al aire.

En el ambiente todos estaban demasiado excitados, a consecuencia de que la noticia que había corrido como un reguero de pólvora. Las máquinas impresoras se detuvieron de inmediato y el resto de los trabajadores, curiosos, formaron un semicírculo a nuestro alrededor, encerrándonos en el interior. Ni el sonido de una mosca perturbaba aquella quietud cuasi mortífera, a excepción, como ha de suponerse, de las voces de Luke y su superior.

El clon esperó del otro lado de la línea, seguro de que el líder estaría maquinando algún nuevo plan al que debería de adherirse de inmediato. Para alimentar aún más el estupor general, las palabras del jefe máximo no se dirigieron hacia Luke, sino a su tropilla de subordinados que se apelotonaban a su alrededor.

-¡Detengan las máquinas de inmediato! -bramó él, obligando a los encargados a abandonar su estado de trance y luchar contra la apatía para desempeñar con éxito la tarea que le había sido encomendada.

El taller parecía estar plagado de hormigas que cargaban cajas y cajas hacia un incinerador, donde la llama abrasiva las convirtió en cenizas. Con avidez, se vieron obligados a continuar su operación fuera del recinto, al presenciar cómo una enorme hoguera se alzaba frente a sus ojos. La rápida solución de uno de los empleados, quien había tomado el único matafuegos que colgaba de las paredes, dio resultado, aplacando las llamas, las cuales desaparecieron en una humareda negra. Un fuerte olor a papel quemado inundó el galpón, condecorado por los repetidos «¿Qué hacen, imbéciles?» que vociferaba el jefe, al ser testigo de la inutilidad de sus propios hombres. Luke aguardó del otro lado de la línea, como si no tuviera nada mejor que hacer.

-¿Jefe? ¿Sigue aquí? -inquiría éste cada veinte segundos desde el altavoz, seguro de que algo no andaba bien.

En cuanto la catástrofe se atenuó, y con una actitud de fingida serenidad, todos ocupamos nuestras respectivas posiciones, ansiosos por conocer la solución que el superior brindaría.

-¿Estás seguro de que es ella? Los últimos informes indicaban que no había puesto pie en la ciudad de Nueva York. Nuestros espías...

-Debería buscarse a mejores espías -lo interrumpió el aludido, dejando entrever algo de su enfado. Tomó una pausa, procurando serenarse, y continuó-. Y en lo que respecta a la información, las cámaras no mienten.

Adjuntó algunos archivos a su informe, unas imágenes trescientos sesenta grados que no tardaron en aparecer en el monitor. Confirmé, tras observar la cuarta fotografía, que aquel mentón pronunciado, dichos ojos y el resto de sus facciones coincidían con una similitud aterradora, con el perfil de quien un día había sido mi Clary. No tardé en darle el visto bueno al jefe acerca de la veracidad de dicha teoría, quien valoró a sobremanera mi perspectiva de los acontecimientos.

THEMMA © [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora