Capítulo 121

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El asunto aún continuaba rondando en mi cabeza

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El asunto aún continuaba rondando en mi cabeza. Con tantos cabos sueltos era inevitable que yo no pudiera hacerle frente a mi curiosidad y, por ende, a mi necesidad imperiosa de satisfacerla. Conforme a lo que pude oír de la boca de los trabajadores, los panfletos serían repartidos por toda la ciudad, colocándolos en grandes centros de interés. El anuncio rezaba lo siguiente:

«Señorita Clary Lemont:

Estoy interesado en persona en contactarme con usted. Si le interesa el negocio, la invito a asistir al sitio en donde todo comenzó. Cuando usted lo desee, coloque un anuncio en el New York Times en la zona de los clasificados.

Atentamente, un amigo».

Los ejemplares salían como pan caliente y eran trasladados en grandes camiones para su logística. De allí, serían transportados a diversos puntos del país. Me pregunté por qué razón no se comunicaban con ella a través del diario, hasta que luego recordé de que nadie hoy en día lee nada en formato papel. Asimismo, la noticia de miles de papeles desperdigados a lo largo y a lo ancho de los Estados Unidos de América no tardaría en estar en la boca de todos, por lo que la difusión sería masiva y conduciría a Themma a la boca del lobo.

Sebastian se apareció algo más tarde con un par de refrescos y unos sándwiches de salame que sabían deliciosos. Además, trajo consigo bajo el brazo un juego de ajedrez imantado para viajes, que interpuso entre ambos. Con un ademán me dio a entender que si no jugaba la partida me quedaría en ayuno. Como buen principiante, escogí jugar con las fichas blancas. Sin embargo, antes de dar el primer movimiento, le propuse un trato:

—Una partida y me sigues contando qué diablos pasó hoy.

—Espero que lleguemos con el tiempo —fue su única respuesta.

Cuando llegó mi turno, desplacé una sola posición el peón que cubría a mi alfil, buscando a mi objetivo. Mi contraparte se apresuró a adelantar uno de los peones del medio, el que tapaba a su rey, aprovechando mi supuesta equivocación. Devoraba el tablero con ferocidad y el brillo competitivo se traslucía en sus ojos. Para rematar mi mal movimiento, me abrí paso esta vez a dos saltos, con el peón que se anteponía a mi caballo. Satisfecho, Sebastian desplazó a su reina, triunfal.

—Jaque mate —anunció, enérgico, al tiempo que esperaba que yo me percatara que mi inexperiencia.

El mate del loco. Muy adecuado para la situación, a decir verdad. Me sentí orgulloso en cuanto él cayó en mi trampa. Había preferido sacrificar mi honor para sacar a relucir toda la verdad. Ahora era el momento de que desatara la lengua.

—Acepto que no sirvo para esto -—mentí, consciente de que después de haber ganado dos campeonatos infantiles de ajedrez aquel error jamás se me habría pasado por alto.

THEMMA © [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora