DISEÑADA PARA SER SU MEDIA NARANJA. DESTINADA A CONVERTIRSE EN SU PEOR ENEMIGA.
Un e-mail desconocido. Una esperanza desesperada. La solución más sencilla a sus problemas. La peor decisión de toda su vida.
«CONSIGUE A TU CLON CON UN 10% DE DESCUENTO...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
—Llegaron tarde —nos recrimina mi madre, para después agregar, orgullosa de mí:— Te vi en las noticias. Tu hermosa carita apareció en todos los canales —me dijo, estrujando los cachetes, ignorando mis buenos modos para evitar avergorzarme con mi novia.
—¿Qué hay para comer? —le pregunté, intentando desviar la conversación, acompañado de unos sutiles movimientos de ojos.
—Comida —me respondió, ofuscada. Después, se dirigió hacia Clarissa—. ¿Te gustan los macarrones con queso o prefieres tocino con huevo?
—Elijo los macarrones. La simple idea de matar a un animal inocente me parece descabellada —argumentó con toda seriedad, dejándome perplejo al descubrir que había un punto en el que no coincidíamos, demostrando que la parte del contrato que establecía que «La relación entre el sujeto y su clon tendrá una concordancia del cien por ciento de las preferencias del primero, si así éste lo decide».
En definitiva, aquello demostraba que el experimento no se había concretado con éxito. Me quedé perplejo, mas no tuve inconveniente alguno en aceptarla como era, pero yo deseaba recuperar algo de dinero.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Me quedé más tranquilo: ahora sí tendría a la mujer perfecta en todos los sentidos. Y aquello, sin dudas, no podía con mi genio.
El agudo grito de mi madre, seguido por el estallido de la cacerola para anunciar que la cena estaba servida, me sobresaltó, al punto de casi arrojar el teléfono al suelo. Le grité, recalcándole cuánto odiaba que hiciera tanto ruido para anunciar que era hora de comer. Le solicité que, para la próxima, me llamara como una persona normal.